En la Comunitat saltan las alarmas. Multitud de incendios intencionados. Pero, ¿quién y por qué? Dos preguntas en el aire a la espera de respuestas. Porque, ¿qué se le pasa por la cabeza a un pirómano para coger el mechero y hacer arder un bosque?
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Francisco Bellver, el vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunitat Valenciana explica que son casos muy marginales. «Los pirómanos son menos de un 1% de la población, la mayoría de ellos varones», comenta Bellver.
El profesional recalca que la piromanía viene de un problema del control de los impulsos. Sienten fascinación por el fuego. «Saben lo que hacen y que puede tener consecuencias pero les da igual, les genera placer ver arder las cosas. Las consecuencias les pesan menos que el satisfacer la acción», concreta el vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunitat Valenciana.
Pero, ¿de dónde viene esa fascinación por quemar cosas? El experto recalca que responde a «claves biográficas». Esa fijación puede venir de algún tipo de trauma de una infancia en la que se tuviera contacto directo con las llamas. O también puede deberse, como recalca el experto, a un significado simbólico. Y es que el fuego también se relaciona con «esa parte simbólica de expiar, de limpiar, de purgar...», comenta Bellver.
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No suelen llegar a las consultas de los psicólogos o psiquiatras dado que, como mantienen los expertos, una persona con adicciones y con problema de control de impulsos no pide ayuda hasta que no ve las consecuencias de sus actos. Ya sean penales como si su vida personal comienza a desmoronarse: ya sea por una ruptura, porque se alejen de ti tus seres queridos o por la pérdida del trabajo como consecuencia de estos actos delictivos.
El vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunitat Valenciana compara la piromanía con la cleptomanía (robar por satisfacción). Ambos motivados por la vaga gestión de los impulsos. «Hay una desregulación en la producción de serotonina. En estos casos el tratamiento sería con altas dosis de antidepresivos», revela el psiquiatra.
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Aunque más allá de un tratamiento psiquiátrico, el experto considera que estos casos deberían de tratarse con terapia psicológica. «Aunque haya veces que las personas tengan averiada la voluntad, por lo general los pirómanos tienen la capacidad de decidir si prenden fuego o no. Saben que está mal pero aun así deciden hacerlo porque les puede más cumplir con su satisfacción»:
A diferencia de las personas que padecen un brote psicótico o una persona que tenga una esquizofrenia severa y que estén distanciados de la realidad, los pirómanos no. Entre los rasgos de personalidad en una persona que hace fuegos intencionados, el profesional también contempla que tienen una gran falta de empatía. «Ningún pirómano va a incendiar su casa, quemará otro sitio. Si es alguna zona como el Saler o el Parque Natural del Turia sabe que habrá personas cerca haciendo un picnic, una barbacoa o actividades al aire libre pero no le detiene. Lo que le genera un conflicto es poder sufrir las consecuencias de que lo pillen», asegura Francisco Bellver, el vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunitat Valenciana.
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En los tres primeros meses del año, los incendios intencionados se han disparado en un 70%. Han pasado de 37 casos a 63 en enero, febrero y marzo de 2024. Por ejemplo, en el caso de la Devesa del Saler se quemaron más de 13 hectáreas o el de la Marjal de Xeresa con 42 hectáreas calcinadas.
Entre los fuegos generados por factores humanos (es decir, que no se han producido por causas medioambientales) también hay que nombrar el incendio de la Marjal de Almardá en el término municipal de Quartell y que quemó 25 hectáreas el pasado marzo. En la misma categoría se incluye el de las Cuevas de Vinromà a mediados del mes donde se calcinaron seis hectáreas.
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En caso de que se produzcan las condiciones metereológicas idóneas, las llamas se pueden descontrolar.
Según los datos aportados por la Conselleria de Interior, durante los tres primeros meses del año los incendios forestales se han disparado alcanzado la cifra de 153 siniestros entre enero, febrero y marzo frente a los 122 del mismo periodo del año anterior. Esta cifra supone que los siniestros se han incrementado un 25%. Ahora las alarmas están puestas en la zona del Parque Natural del Turia, víctima de tres fuegos en el plazo de un mes. Al menos, dos de ellos, intencionados. El del pasad o cuatro de mayo, con una extrema virulencia que hizo que las llamas alcanzaran algunas viviendas y tuvieron que desalojar la hípica.
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