«En Manuel nunca había pasado nada. Hasta no hace mucho vivíamos con las llaves puestas en la puerta por si alguien necesitaba entrar... Pero mire qué cosas pasan hoy. Ya no te puedes fiar de nada. De nadie. Ahora hay miedo». Manuela Concha tiene 82 años y vive a pocos metros de la casa de la calle en la que se pierde el rastro de Marta, la misma en la que habitó el sospechoso de su desaparición.
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En el pueblo, de 2.500 habitantes, sólo hay tres policías y es que, como recuerda otro residente «aquí lo más grave que ha habido es alguna borrachera, alguna pelea vecinal o que se funda una farola». Hoy a esos tres policías se suma un ejército de la Guardia Civil que peina los alrededores de la casa, montes, simas en busca de Marta o pistas sobre su paradero.
«Aquí no había nada tan grave desde el accidente de helicóptero de Milans del Bosch». Ese hecho anecdótico al que se refiere un lugareño sucedió el 18 de septiembre de 1980, cuando el entonces capitán general de la III Región Militar se trasladó con la aeronave siniestrada a un campo de instrucción situado en el municipio.
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Jesús Signes | EFE
Juan Antonio Marrahí
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