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La madrugada del sábado 13 de agosto será un día que recordarán de forma trágica los más de 50.000 asistentes que estaban presentes en el festival Medusa de Cullera. Las miles de personas que se agrupaban las horas después al suceso en las inmediaciones del recinto relatan cómo vivieron una noche que comenzó cálida pero que nadie se esperaba que terminase con un reventón térmico que provocó la caída de varias estructuras.
«Podría habernos caído encima a nosotras. Salvamos la vida porque estábamos en la otra parte de escenario cuando se desplomó». Así comenta una de las jóvenes que hace unas horas vivió la tragedia del Medusa en directo.
Aún con el nervio en el cuerpo, relata que la noche iba muy bien hasta que a las 4 de la madrugada, «llegó una ligera brisa, lluvia, calor infernal y, de repente, fuertes ráfagas de viento que se llevaron por delante la lona de la zona VIP». De inmediato, calmó el aire y empezaron a desalojar esa parte del recinto ,«pero el viento volvió a soplar a lo bestia y se llevó por delante parte del escenario además varias estructuras de acero que había en el festival».
En ese momento, esta joven trató de localizar a sus amigas para comprobar que estaban bien. Ya juntas, entraron en pánico porque no sabían realmente lo que había ocurrido: «Vimos que parte del escenario había caído, pero nada más. La Policía Nacional empezó a desalojarnos poco a poco por la entrada principal de acceso al festival. Comenzaron a entrar de forma rápida siete ambulancias y la gente se agobió porque desconocía qué es lo que había sucedido».
Preguntaron a los agentes y a la organización pero no obtuvieron respuestas. «Todo se paralizó, no se escuchaba música en ninguno de los escenarios y veías cómo también desalojaban la noria, que estaba en funcionamiento».
Pasadas las 6.30 de la madrugada logró regresar a casa con sus amigas, «todas sanas y salvas» pero tristes por lo ocurrido. No fue hasta un rato después cuando se enteraron de la muerte de un joven y de los heridos. «Nos salvamos porque estábamos en la otra parte del escenario», admiten.
Carlos es un vecino de Madrid que acudió junto a sus amigos al evento. En el momento en el que se cayó una parte del escenario principal estaba presente y vivió todo con mucho desconcierto. «Vi a una chica en el suelo con el pie herido y fui a ayudarle junto al personal de seguridad. Luego llegó otra joven herida y también le ayudamos», comenta.
Los amigos de Carlos, que recuerdan la terrible noche mientras esperan en la terraza de un bar a tener noticias de la organización, indican que durante un rato cundió el caos y era común encontrarse a personas que eran presas del pánico. Su mayor preocupación era comprobar que Carlos estaba bien, porque no aparecía por ningún lado. Finalmente, lograron encontrarlo.
«Fue un vendaval de arena ardiendo que surgió de la nada». Así definen Mercedes Arnal y Yanira Jarque lo que ocurrió. «Nos temimos lo peor cuando vimos que se caía la chapa del escenario principal», relatan las dos jóvenes, que critican que durante horas no tuvieron noticias de la organización, que solo comunicó que el festival estaba suspendido temporalmente. «Ocurrió todo muy rápido y tras el vendaval empezaron a llegar coches y coches», matizan. Eso sí, dejan claro que la gente se comportó y mantuvo la calma, lo que permitió que no hubiera ninguna avalancha.
Mario Toda y Víctor Blanco, dos jóvenes de Cantabria, también creen que había muchas cosas mejorables y remarcan que se han sentido abandonados en las siguientes horas. «Hay gente que se ha quedado tirada porque no tiene forma de volver a sus casas», avisan Toda y Blanco, que insisten en que «no ha habido apenas información en ningún momento y el personal no sabía qué responder cuando les preguntábamos».
Por ello, han hecho cola para dejar una reclamación escrita a las puertas del evento. Su amigo Andrés Santiago estaba en primera fila cuando un cartel grande comenzó a caerse en el concierto de Steve Aoki y vio como gente tuvo que cogerlo antes de que hiciese daño a alguien. Y esa actuación fue antes de que se registraran las rachas de viento más fuertes de la jornada.
La noche no solo fue complicada para los asistentes sino también para los padres y familiares que se fueron enterando de la noticia cuando les llamaban. Fernando Pechorromán fue uno de los que recibió de madrugada esa llamada de su hijo Fernando, que estaba junto a su amigo Daniel. Y no lo pensó, cogió el coche y se fue al aeropuerto a intentar conseguir un pasaje.
Al ver que no lo conseguía cambió de plan. «Decidí venirme en coche porque tampoco estaba claro que había pasado». «Me da la sensación de que faltaba organización y como tenía que tener claro si mi hijo y sus amigos estaban bien me he venido», explica este padre ya algo más aliviado. Por su parte, Fernando hijo y Daniel cuentan que «gracias a que nos fuimos al campin nos salvamos».
«En el campin empezó a hacer mucho viento, las lonas se volaban y se levantó mucho polvo», dicen los dos amigos, que reconocen que cuando la música se paró y varias luces se apagaron fueron conscientes de que algo grave había pasado.
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