Detenido un valenciano por asesinar a su pareja embarazada de gemelos en Vitoria

Apenas 24 horas ha durado la huida del presunto asesino de Maialen Mazón, la vitoriana de 32 años que fue asesinada el domingo por la tarde en un apartahotel de Vitoria-Gasteiz. La Guardia Civil detuvo el lunes a Jaime R. N., natural de Valencia y de 33 años de edad, tras darle el alto en la provincia de Zaragoza cuando viajaba en un taxi por una carretera principal. El presunto homicida se dirigía hacia la Comunitat Valenciana cuando los agentes han interceptado el vehículo.

Una vez descubierto el cadáver de su expareja, la Ertzaintza sabía que había huido de la capital alavesa en un taxi y que su objetivo era salir lo antes posible del País Vasco. Por este motivo, la Policía vasca avisó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, que habían puesto en alerta a sus patrullas en las provincias limítrofes.

El taxi fue detectado en el peaje de la autopista A-68, a la altura de Alagón, donde la Guardia Civil había montado un control a unos 40 kilómetros de Zaragoza. Los agentes del instituto armado le dieron el alto y en su interior encontraron al compañero sentimental de Maialen, de la que tenía una orden de alejamiento de 500 metros.

El detenido es el padre biológico de la pequeña de tres años que los ertzainas encontraron en la habitación donde se produjo el crimen machista. Esta vitoriana de 32 años estaba embarazada de gemelos, también hijos del presunto asesino.

La pareja había residido un tiempo en la localidad castellonense de Burriana después de que un juez de Torremolinos dictara la orden de alejamiento para proteger a la víctima tras un episodio de violencia de género ocurrido en la provincia de Málaga, pero Maialen y Jaime reanudaron la relación y convivencia con el consentimiento de ella.

En enero de 2023, la pareja se alojó con nombres falsos en un hotel de Vitoria para que la Ertzaintza no detectara que estaban incumpliendo la orden de alejamiento. Tras descubrir sus verdaderos nombres, la Policía vasca se entrevistó con Maialen y ella dijo que había pedido al juez de Torremolinos, donde se investigó el caso de violencia de género, que dejase sin efecto la medida cautelar que le impedía volver a convivir con su pareja.

La víctima trasladó a la Ertzaintza hasta en dos ocasiones su voluntad de eliminar la orden de alejamiento que pesaba sobre su compañero sentimental, porque no se sentía en peligro respecto a que pudiera volver a agredirla, según informó el consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Josu Erkoreka.

El pasado 18 de mayo, la Guardia Civil de Burriana se puso en contacto con la Ertzaintza para informar a la Policía vasca que la mujer maltratada iba a trasladarse a Euskadi, donde fijaría su nueva residencia, por lo que un agente volvió a contactar con Maialen, quien volvió a decir que no quería protección porque su relación con Jaime no le generaba ningún miedo. La mujer también afirmó, como en la primera ocasión, que ambos consentían el quebrantamiento de la orden de alejamiento.

La víctima, que estaba embarazada de unas 14 semanas de gemelos, fue hallada muerta el domingo por la tarde con heridas de arma blanca. Maialen tenía previsto comer ese día en Vitoria con su madre, quien dio la voz de alarma cuando su hija no acudió a la comida familiar.

En la habitación del apartahotel, los ertzainas encontraron a la hija de la mujer asesinada, una niña de apenas tres años. La menor pasó más de doce horas en la estancia, junto al cadáver de su progenitora, hasta que varios policías descubrieron el crimen. Según las investigaciones, la mujer murió el sábado tras ser acuchillada por su pareja.

Poco después de las 16.00 horas del domingo, y tras certificar en un centro médico que la niña estaba en perfecto estado, los ertzainas entregaron a la menor a su abuela y madre de la víctima. Este familiar fue quien alquiló la habitación en el apartahotel para Maialen, víctima acreditada de violencia de género.

Tras valorar los hechos y la actuación policial, el consejero de Seguridad afirmó que no es fácil proteger a «una víctima más allá de la percepción de riesgo que la propia víctima tiene de sí misma». Erkoreka manifestó también que las relaciones afectivas «pueden ser patologizadas», ya que no siempre ocurre que la víctima «en todo momento ve claro que tiene que estar protegida y defendida con respecto al presunto agresor».

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