Dos testigos y un bastón con sangre sitúan a los 'Bocanegra' en el escenario del doble asesinato

Los testigos les han situado en el camposanto tras decir ellos que no estuvieron. Un bastón con sangre de Amparo junto a los cuerpos la ubica en el mismo centro del tiroteo. Y las llamadas telefónicas de la Policía Nacional grabaron sus excusas para intentar zafarse de los asesinatos cuando se ocultaban en Puertollano.

Hasta aquí la segunda sesión del juicio por el doble crimen del cementerio de Torrent. La jornada ha puesto bastante contra las cuerdas la versión de los 'Bocanegra'.

Entre las flores del cementerio los agentes encontraron un proyectil. El reguero de sangre coincide con la versión de los testigos que aseguran que los acusados escaparon saltando el muro.

En el escenario del crimen había dos cartuchos detonados y otro por detonar. Un reguero de sangre. Hacia la pared del cementerio. La supuesta vía de escape de los tres acusados.

La geolocalización descarta que uno de los acusados estuviera en el cementerio de Valencia el día de los asesinatos, como aseguró en su declaración. El móvil lo sitúa en Torrent

Los policías de Homicidios pincharon los teléfonos de los acusados. Y sus conversaciones comprobaron cómo los ‘Bocanegra’ trataban de preparar su excusa. Por teléfono dijeron que sostendrían que la pistola se había disparado accidentamente

El teléfono de Amparo la ubicaba en Torrente el día de los hechos. Antes de que huyeran hacia Puertollano. Otra prueba contra la versión de los acusados, que niegan haber estado en el cementerio en el día de Todos Los Santos.

Otro de los investigadores entra a declarar. Ninguno de los tres acusados tenía licencia de armas.

Amparo desvía la mirada. Clava sus ojos en la inspectora. Pero ni una muestra de arrepentimiento. Ni de negación.

Ni aun así se inmuta Amparo. Ni su marido ni su hijo. Frialdad absoluta en los acusados del doble asesinato.

Prueba clave contra los 'Bocanegra'. Al menos contra Amparo, la madre. La jefa de Homicidios explica que junto a los cuerpos de los fallecidos apareció un bastón. Con sangre. Tras analizarla se comprobó que pertenecía a la acusada.

Esta declaración tumba la explicación de la acusada en la sesión del lunes. Ella dijo que se debió cortar el día anterior al visitar el cementerio. Que ese día no estuvo. ¿Y cómo llegó entonces la sangre al bastón hallado junto a los cuerpos?

Pudieron intervenir el teléfono de Amparo para dar con la localización de los acusados. El 3 de marzo de 2022 lograron apresarlos.

Los acusados se ocultaron en Puertollano (Ciudad Real) días después. Tardaron cerca de cuatro meses en poder detenerlos. La misma noche en la que se produjeron los hechos ya tenían identificados a los principales sospechosos.

Miedo. Los investigadores se encontraron desde el principio con mucho temor entre testigos y víctimas para señalar a los sospechosos. El rosario de enfrentamientos entre los ‘Bocanegra’ y los ‘Marco’ en Torrent han tejido un manto de peligrosidad en torno a los dos grupos.

Los policías usaron fotos de los sospechosos para enseñárselas a los testigos y confirmar sus primeras sospechas.

“¡Ha sido el Bobo, ha sido el Bobo!”. Las primeras pistas que empezaron a seguir los especialistas de Homicidios ya iban encaminadas a los sospechosos de los ‘Bocanegra’. Los testigos en el cementerio así se lo indicaron.

La jefa del grupo de Homicidios relata que les llamaron del grupo de incidencias y les avisaron del tiroteo. Se personaron en el cementerio y estuvieron presentes durante el levantamiento de los cadáveres.

Entran a declarar los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional.

Todos escucharon los gritos: «¡Lo han matado! ¡Ha sido 'El Bobo'!»

El policía local se retira y entra otro agente que también estaba de servicio en el cementerio.

Habló con la esposa del fallecido, que desde el primer momento señaló a los acusados como los autores de los dos asesinatos y del tercero en grado de tentativa.

El agente se retira y entra a declarar uno de sus compañeros que también realizaba labores de regulación del tráfico en el momento y lugar de los hechos.

Escucharon unas tres detonaciones mientras estaban patrullando en la puerta del cementerio de Torrente. La gente que estaba en el lugar de los hechos corría atemorizaba y señalaban el lugar en el que estaban los fallecidos. Chillaban: «Los han matado».

Entra a declarar otro policía local de Torrent. Regulaba el tráfico alrededor del cementerio el día del tiroteo. También conocía a 'Los Bocanegra' por la gran cantidad de hechos delictivos en los que habían participado.

Se reanuda la sesión.

Receso en el juicio de unos minutos. La sesión continuará con el testimonio de policías nacionales. Entre ellos, los agentes de Homicidios que investigaron el doble crimen.

Cuando llegó la ambulancia, el Policía salió a buscar a los agresores pero ya habían huido. «Sí que es posible saltar por la pared del cementerio. Hay muchas escaleras y palés», indica el agente.

El agente intentó reanimar a los fallecidos, sin éxito. Recuerda que los familiares de las víctimas señalaron desde el primer momento a 'El Bobo' como el autor de los disparos.

La gente que estaba en el cementerio salió huyendo, entre llantos y gritos. «Ha sido 'El Bobo', 'El Bobo' decían todos», comenta el Policía.

El agente ya conocía a los acusados. El matrimonio y su hijo ya se habían implicado en otros altercados y en arrestos domiciliarios. El Policía reconoce al padre como el herido de un tiroteo entre los 'Bocanegra' y los 'Marco' en 2016.

Declaran ahora los policías que acudieron al lugar de los hechos.

Vanessa declara que los acusados se fueron en un coche azul. «Indagamos para saber cómo se había ido esta gentuza. Lo tenían todo preparado. Iban a hacer daño», opina. La testigo se retira y entra a declarar Juan G., otro de los hijos de un fallecido.

«Nosotros nos defendimos pero no pensábamos que fuera a pasar nada», lamenta la mujer de uno de los fallecidos. La defensa insiste en todos sus interrogatorios en la distancia a la que se encontraban los presuntos asesinos y las víctimas. Reiteradamente, los testigos defienden: «Unos cuatro metros».

«Mis hijas pequeñas estaban delante cuando mataron a su padre. Han necesitado asistencia psicológica», asegura.

Vanessa también niega que tengan relación con los miembros de los 'Marco' con los que estaban enemistados los tres acusados de los 'Bocanegra'.

Fue ella la que llamó al 112. Sus recuerdos están confusos. Aturdida tras recordar el día en el que asesinaron a su marido delante de sus ojos.

Después de realizar los disparos, «el hijo saltó la pared del cementerio y se fue». No retuvieron a los presuntos asesinos, estaban pendientes de que llegara la ambulancia.

No recuerda por el trauma a quién comenzaron a disparar.

El mismo relato: «La madre sacó el arma y se le cayó al suelo. Se la dio al padre, se le cayó. Entonces la cogió el hijo y disparó».

Vanessa declara detrás del parabán. Los tres acusados se mantienen inertes, inexpresivos. Sin hacer gestos negativos con la cabeza. Sin estremecerse ante el relato de los hechos.

También mantiene la misma versión que sus familiares que han declarado anteriormente. «Vinieron diciendo que nos iban a matar. Llevaban garrotas, palos, sillas que cogieron del cementerio...», rememora Vanessa.

La mujer narra que el día de Todos Los Santos los tres miembros de los 'Bocanegra' se abalanzaron contra ellos, los amenazaron y luego dispararon.

'El Bobo' saltó por la pared del cementerio donde estaba enterrado su hijo, según relata Pedro G. El hombre se retira y entra a declarar su madre.

Una de las nueras de los acusados, Adelina, «me sujetó antes de los disparos».

Identifica a 'El Bobo' como la persona que apretó el gatillo.

«Si a esa gente la ponen en libertad al día siguiente vuelven y nos matan», asegura Pedro G.

La víctima también declara detrás de un parabán por temor a las tres personas que presuntamente le intentaron matar y acabaron con la vida de su padre.

Ocho agentes de la Policía Nacional ocupan toda la bancada anterior y contigua a los acusados. Un dispositivo de seguridad mucho mayor que cualquier juicio ordinario, donde suele haber como mucho dos policías. Tranquilidad en la sala, donde no parece haber familiares de los acusados ni de las víctimas.

Los tres disparos «fueron uno detrás de otro. Una bala iba para mí, otra para mi abuelo y otra para mi padre», recuerda.