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Desde hace dos años, los vecinos de la calle Yecla de Valencia conviven con unos okupas ilegales problemáticos. Jorge Segura, residente de la zona, comparte: «Se pinchan droga en la calle y se pasan día y noche chillando». Al parecer, se han instalado en un bajo que pertenece a un fondo buitre y desde entonces la inseguridad se ha adueñado del barrio.
A pesar de las insistentes llamadas de los vecinos a la Policía y los escritos remitidos al Ayuntamiento de Valencia, la situación se ha enquistado en la calle Yecla. Jorge cuenta que los okupas hacen sus excrementos en la vía pública. «Cuando no defecan directamente en la acera lo hacen en cubos de limpieza que dejan fuera del bajo», narra el hombre. Asediados por una situación de insalubridad e inseguridad.
En los meses de verano, los residentes ilegales se sacan los colchones y los tendederos a la calle «dando muy mala imagen». «En invierno se ponen velas. Se les pueden caer y se incendiará todo. Es súper peligroso», opina Jorge. Los okupas son dos mujeres y sus respectivas parejas. El hartazgo de los vecinos les llevó a grabar cómo una de ellas se introducía droga en plena acera, sin importar quién pasara por allí y sin inmutarse.
Los vecinos también han vivido encontronazos con los okupas ilegales. Mientras Jorge habla por teléfono, se escuchan sus gritos de pronto, acaparando el foco de atención de la conversación. Ya se han acostumbrado a vivir entre el alboroto y el jaleo que día sí y día también se arma en el bajo de la calle Yecla, donde antes estaban las oficinas de un Banco.
La situación está descontrolada. Los vecinos aseguran que los okupas también encienden fuegos rodeados de material inflamable como colchones o muebles que cogen de la calle y roban bicicletas del barrio. Incluso protagonizan peleas entre ellos. El hombre asegura que también portan armas consigo.
Jorge vivió el otro día una situación muy desagradable con los okupas. «Iba paseando con mi bebé de tres meses y les pedí si podían quitar las cosas para pasar y se enfrentaron contra mí», relata conmocionado. Los vecinos, hartos de convivir con esta situación, solicitan una solución lo antes posible para poder recuperar la tranquilidad y no tener que ver más jeringuillas desparramadas por el suelo ni presenciar más
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