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La viva imagen del horror. La sala del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Valencia ha enmudecido mientras los forenses informaban de cómo ... se ensañó el parricida de Sueca para asesinar a su hijo Jordi de 11 años. Con crueldad y cobardía. Los peritos han desgranado cómo José Antonio A. le asestó 27 puñadas al pequeño de 11 años. La última, mortal, por la espalda. Sin que el menor pudiera hacer nada por evitarlo. Le perforó la carótida.
Jordi trató antes de defenderse. Luchó por su vida mientras veía cómo su padre le atacaba sin cesar. Así lo demuestran las heridas defensivas que tenía en las palmas de las manos, intentando sobrevivir. Además de las puñaladas, presentaba 41 escoriaciones provocadas por arma blanca. Los familiares y amigos de la víctima no han acudido a esta sesión del juicio por la dureza de saber cómo agonizó el menor hasta fallecer.
«El niño sufrió mucho», han sentenciado los médicos forenses. Cuando han mostrado las fotografías del cadáver a los miembros del tribunal del Jurado se han conmocionado. Incluso ha habido personas que han preferido no mirar las imágenes por la dureza de las mismas.
Los guardias civiles que realizaron la inspección ocular de la escena del crimen también han hablado de que se trató de un crimen muy violento y sangriento. Uno de los agentes ha resaltado que José Antonio A. no padecía ningún signo de embriaguez. Otra declaración que pone en entredicho la baza de la defensa que solicita que se le aplique el atenuante de alteración psicológica porque alega que el acusado padecía alcoholismo.
La letrada de la acusación particular, Reyes Albero, ha declarado al salir de la vista: «Creo que todos nos hemos quedado mal después de esta sesión. Ha sido el día más duro. Hemos podido saber cómo murió Jordi y cómo se intentó defender y todas las cuchilladas que padeció por parte de su padre». Albero ha concluido: «El sufrimiento de este niño fue terrible. Tanto por el ataque como por el shock traumático que vivió».
En sus últimos momentos sin vida, cuando José Antonio A. comenzó a perseguirlo por la casa, Jordi pudo mandar su último mensaje a María Dolores. Un postrero intento de que su madre le sacara del infierno. «Mamá, ¿puedes venir a por mí?», pudo leerse en el teléfono del pequeño tras hallarlo sin vida. El acusado reconoció ante el Tribunal del Jurado que él acabó con la vida de su hijo. Con frialdad y sin escrúpulos. «Me dijo que no era su padre. Lo agarré del cuello y le clavé el cuchillo varias veces», dijo. Sin inmutarse. Ni siquiera ha pestañeado mientras los médicos forenses reproducían cómo murió Jordi. Acabó con la vida del niño para provocarle dolor a su exmujer. Su abogada habla de ella como una persona «muerta en vida».
En la próxima sesión se presentarán el resto de pruebas periciales, entre ellas los informes psiquiátricos del acusado y de María Dolores, la madre de Jordi. El Ministerio Fiscal solicita para José Antonio A. una pena de prisión permanente revisable por el asesinato de Jordi, dos años por el delito de amenazas, otro año por el quebrantamiento de condena, otro por el delito de violencia de género y otros tres años por los delitos de violencia física y psíquica. Mientras tanto la defensa pide la libre absolución de su cliente alegando tres atenuantes: alteración psicológica por el abuso del alcohol, reparación del daño tras ofrecerle como pago de responsabilidad civil a María Dolores un inmueble que ella no aceptó y por confesión tardía.
El letrado de la defensa, Félix Beltrán, pide su absolución y que se le apliquen los atenuantes de alteración psicológica, reparación del daño y confesión tardía.
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