«Espero que diga dónde está el cuerpo antes del juicio»

Conoce una sola manera de afrontar el día, y se llama esperanza, la virtud que mejor define a Marisol Burón y el estado de ánimo que proclama en su perfil de WhatsApp. Desde la desaparición y muerte de Marta Calvo, su madre no ha dejado de expresar su indignación, enfado e impotencia para pedir a los políticos, legisladores y jueces la «prisión máxima para los asesinos y violadores, aunque no haya aparecido el cuerpo de la víctima, y leyes más duras para evitar que sufran las familias».

Su tristeza no le ha impedido alzar la voz para criticar que Jorge Ignacio P. J., el presunto autor de la muerte de Marta y otras dos jóvenes, se encontraba en libertad provisional cuando cometió los crímenes tras haber recurrido su condena por tráfico de drogas. «Hoy tendría a mi hija conmigo si no le hubieran dejado salir de la cárcel», afirma Marisol.

Pero ahora su lucha personal se centra en la búsqueda del cadáver de Marta. «Espero que diga dónde está el cuerpo antes del juicio. Mintió en su primera declaración porque en el vertedero no está, y por eso y por todo el daño que ha hecho no debería ver el sol nunca», señala con gran enojo.

Tras 10 meses de busca infructuosa del cadáver en barrancos, montañas, acequias, pozos, plantas de reciclaje de basura y el vertedero de Dos Aguas, los agentes de la Guardia Civil que asumieron el caso mantienen abierta la investigación y siguen realizando averiguaciones para tratar de localizar el cuerpo.

«Allá donde esté mi hija está recibiendo todo el amor de la gente, en especial de su abuelo al que tanto quería, y su recuerdo siempre estará vivo entre nosotros», manifiesta Marisol con la voz entrecortada por la emoción.

Encontrar el cadáver de Marta es una prioridad para los investigadores de la Guardia Civil, la familia de la joven, las acusaciones y la defensa. Todos creen que el hallazgo del cuerpo podría esclarecer el caso. Quieren arrojar luz sobre las causas de la muerte de Marta, probar el descuartizamiento o desmontar la versión del presunto homicida en serie.

«Vamos a seguir luchando para que no dejen de buscar el cuerpo de mi princesa y para que el asesino pague con la cárcel hasta el último día de su vida», asegura con impetuosa decisión la madre de la víctima.

La infructuosa búsqueda del cuerpo en el vertedero y la falta de un resultado positivo en los análisis de ADN de los jirones de piel hallados en el desagüe de la vivienda donde murió la joven, han acrecentado las dudas de los investigadores sobre el lugar donde el narcotraficante asegura que descuartizó el cadáver.

La Guardia Civil no descarta que Jorge Ignacio ocultara el cuerpo para entorpecer la investigación, y por este motivo habría dejado transcurrir varias semanas antes de entregarse en el cuartel de Carcaixent. Su intención sería dificultar el hallazgo del cadáver e impedir una autopsia que determinara una posible muerte violenta de Marta. La confesión del presunto homicida en serie dificultaría una condena por asesinato si el tribunal diera credibilidad a su testimonio en el juicio. El narcotraficante colombiano negó el crimen y declaró que la joven de Estivella murió por sobredosis tras consumir gran cantidad de cocaína. Horas después, descuartizó el cadáver y lo arrojó a varios contenedores, según su confesión.

Pero las acusaciones particulares creen que el homicida miente y que pudo deshacerse del cuerpo en un momento distinto al que dijo en su declaración, y por este motivo, la abogada del padre de Marta solicitó una ampliación del informe de geolocalización de uno de los cuatro teléfonos que utilizaba el delincuente colombiano. Como ya informó LAS PROVINCIAS, Jorge Ignacio usaba un móvil BQ con un programa de encriptación de llamadas, un sistema de cifrado que no impidió a los investigadores conocer su ubicación en la franja horaria que asegura que se deshizo del cadáver.

Marisol también cree que Jorge Ignacio mintió y que por ello debería pagar todo el dinero que costó el operativo de búsqueda. El padre de Marta del Castillo, la menor asesinada por un amigo el 24 de enero de 2009 en Sevilla, comparte esta opinión sobre los costes de ocho meses de rastreo en el vertedero de Dos Aguas. La busca del cuerpo de la menor sevillana entre 45.000 toneladas de basura costó 240.000 euros, un gasto similar al que asciende el operativo de Dos Aguas. «La mentira del asesino de mi hija tuvo ese precio y me temo que ahora puede ocurrir lo mismo con el caso de Marta Calvo», afirma Del Castillo.

Con la estrategia criminal de no decir dónde ocultaron el cadáver, el proceso de duelo de las familias de las víctimas se alarga y los homicidas suelen atenuar sus condenas. «Cada día que pasa siento más su ausencia. La relación que tenía con Marta era especial y lo sigue siendo porque ahora hay una separación física, pero no emocional», señala Marisol. «Ella era alegre y divertida y a su lado no cabía la tristeza», añade con añoranza.