No era la primera vez que presuntamente actuaba la mujer acusada de matar a su pareja al envenenarlo con laxantes y vaciarle las cuentas bancarias. Fue la confesión que hizo a la Policía una de las exparejas de Mari Carmen B.G la pieza clave para dilucidar la investigación de la muerte de Salvador, según han declarado los testigos en la segunda sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Valencia.
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Al parecer, el anterior novio de la ahora acusada confesó a los agentes que mantuvo una relación de cuatro años con Mari Carmen en la que le llevó a la bancarrota y tuvo que recurrir al apoyo de sus familiares para poder subsistir. Según ha contado el policía que recibió la llamada, el hombre le confesó que durante su relación de pareja con la encausada también sufrió un cuadro de diarrea que duró cerca de cuatro meses. Finalmente decidió terminar la relación con Mari Carmen al darse cuenta de que lo estaba arruinando económicamente.
Los síntomas del exnovio de la encausada son similares a los que causaron la muerte de Salvador V.C., que falleció por un fallo multiorgánico causado por shock séptico (infección), al parecer, por el consumo masivo de laxantes que la acusada le suministraba sin su conocimiento. Esta pista fue clave para la investigación de la Brigada del Grupo de Homicidios al notar demasiados indicios similares. La víctima sufrió un cuadro de unas 10 diarreas diarias que lo dejó en un profundo estado de deshidratación, aunque todavía tendrán que acudir a prestar declaración los peritos forenses para mostrar el informe de la autopsia y dilucidar si su muerte es compatible con un envenenamiento por estos fármacos.
En el momento de su detención, Mari Carmen llevaba encima la documentación de Salvador, su tarjeta de crédito y también otra tarjeta a nombre del hijo del fallecido. Mientras Salvador estaba hospitalizado, la acusada realizó extracciones en cajeros por un importe de 88.110 euros sin el consentimiento de la víctima.
También suplantó la identidad de su novio para solicitar dos préstamos de 9.900 euros y 3.300 euros, cantidades de dinero de las que se apropió, y falsificó la firma de la víctima para realizar compras por un importe de 2.758 euros.
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Las acusaciones atribuyen a Mari Carmen un delito de asesinato con la agravante de parentesco y otro continuado de estafa. La Fiscalía pide 28 años de cárcel para la presunta homicida (23 años por el primer delito y los otros cinco por el segundo), mientras que la acusación particular solicita 31 años de prisión (25 años por el asesinato y seis más por el delito continuado de estafa). Por su parte, la defensa solicita la absolución.
Fue el hijo de la víctima, también llamado Salvador, el que presentó una denuncia en el juzgado de guardia al día siguiente del fallecimiento. «Pedí que le practicaran la autopsia. Me parecía muy rara la causa de la muerte», ha relatado. Al inicio de su declaración y a pesar de que el presidente del tribunal le pidiera que elevara el tono de voz, el hombre ha admitido que no era capaz de hablar más alto. Tampoco se podía levantar de su asiento. Estaba demasiado conmocionado al hablar de su padre.
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«Antes de que comenzara su relación con Mari Carmen teníamos una relación estupenda. Estábamos siempre juntos, él, mi hermana y yo», ha narrado el afectado. Según ha asegurado ante el Tribunal del Jurado, antes de conocer a la encausada su padre realizaba ejercicio, seguía una dieta estricta para mantener a raya todas las patologías que presentaba (había sufrido dos ictus, tenía diabetes y problemas de hipertensión) y solía quedar a almorzar todos los días con sus familiares.
«Desde que empezó a salir con ella se alejó de su familia y de sus amigos. Tenía que hacer todo lo que ella decía porque si no se enfadaba con él», ha recordado presa del dolor. También ha contado que fue Mari Carmen la que le avisó del ingreso de su padre en el hospital. Salvador no tenía su teléfono. «Ella me dijo que estaba así por el estrés que le causábamos mi hermana y yo. Luego que tenía larvas en el estómago pero que iba a mejorar y al final falleció«. Su desgarrador testimonio ha conmocionado a la sala del Tribunal del Jurado. Menos a Mari Carmen, que ha mantenido la mirada fija en él y no ha agachado la cabeza ni ha derramado ninguna lágrima.
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