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Jorge Ignacio P. J., en uno de los registros de la vivienda de Manuel donde estuvo con Marta. IRENE MARSILLA
Sucesos

Los forenses descartan que el presunto asesino de Marta Calvo sea un psicópata

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El informe psiquiátrico revela algunos rasgos de personalidad «antisocial y compulsiva» y aprecia «contradicción» al narrar el supuesto descuartizamiento

Martes, 28 de septiembre 2021, 00:08

Jorge Ignacio P. J., el presunto asesino en serie de Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas, no es un psicópata ni un ... toxicómano. Y en su personalidad se aprecian rasgos antisociales y compulsivos. Son algunas de las conclusiones del informe psiquiátrico forense ordenado por el juez instructor.

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El sospechoso «no presenta alteraciones psicopatológicas, no padece síntomas de enfermedad mental ni padece deficiencia mental». En definitiva, «no presenta trastorno mental», estiman los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia.

En cuanto a su carácter general, los especialistas añaden que presenta rasgos de personalidad antisocial «sin que tengamos base contrastada para poder afirmar que esos rasgos resulten desadaptativos hasta el nivel de constituirse en trastorno de personalidad».

En la valoración retrospectiva sobre su historia personal, «se puede descartar que haya sufrido una descompensación mental relevante o haya sido diagnosticado o tratado por presentar algún trastorno mental». Únicamente se cita una autolesión cuando estuvo preso en Italia «pero debió ser considerada de muy baja intensidad».

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Tampoco Jorge Ignacio ha dado muestras de psicopatía desde que ingresó en prisión provisional en Picassent. La asistencia psiquiátrica allí «se puede valorar de rutinaria, relacionada con la ansiedad derivada de la pérdida de libertad», ahonda el estudio.

En varios momentos de su relato, Jorge Ignacio ha hecho alusión al consumo de cocaína. Pero descartan los forenses que pueda ser catalogado como toxicómano. «Si lo hubo se trató de un patrón de consumo recreativo, ya que ningún elemento de valoración permite diagnosticar un trastorno por consumo de gravedad», describe el informe.

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Es más, «no constan asistencias médicas por intoxicaciones agudas por cocaína, ni tratamientos de desintoxicación excepto el iniciado tras su ingreso en la prisión de Pamplona, en agosto de 2017». Igualmente, «no consta que sufriera un síndrome de abstinencia cuando ingresó en prisión» en Picassent.

Sus manifestaciones sobre un supuesto elevado consumo de cocaína en los meses previos a la detención no casan con los resultados de la investigación toxicológica de cocaína en los cabellos. Esta prueba «permite descartar un consumo relevante de la sustancia desde aproximadamente julio de 2019».

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En la mirada a fondo de su personalidad, los forenses destacan los «rasgos antisociales». En un párrafo amplían la definición así: «destaca un estilo tempestuoso, antisocial, histriónico y compulsivo». Esta tendencia de su carácter «puede llevarle a vulnerar los derechos de los demás y las nomas socialmente establecidas».

Aprecian en él «su predisposición a ofrecer una imagen positiva ante los demás y, especialmente, a ocultar aquellos aspectos de sí mismo que puedan perjudicarle». También llama la atención de los especialistas la «contradicción» existente en relación al modo en que, dice, descuartizó a su última víctima. Y se muestran sorprendidos ante «la ausencia de carga afectiva con que relata el proceso, con una frialdad impropia».

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Con todo, estas conclusiones borran las posibilidades por parte de Jorge de aferrarse a una inimputabilidad o rebaja penal en atención a posibles alteraciones mentales. También la posibilidad de lograr atenuantes o eximentes de la responsabilidad penal por toxicomanía.

En relación a Marta, él sigue aferrado a la versión inicial: la de una muerte inesperada que él no causó. Y justifica el supuesto descuartizamiento en «un momento de desesperación por sus antecedentes penales y condición de emigrante».

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