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J. A. Marrahí
Domingo, 26 de junio 2022, 12:42
«Mala vida y malas compañías». De esta manera resumen personas próximas a José las circunstancias por las que, este sábado 25 de junio, el hombre de 56 años ha sido asesinado en el chalé de sus padres, en la urbanización Monte Blanco de Llíria. Fueron sus tíos, residentes en la zona, los que encontraron su cadáver ensangrentado al mediodía, después de la alerta de los progenitores de la víctima. Estaban de viaje en Andalucía y no lograban contactar con su hijo por teléfono.
Pero todo apunta a que el crimen fue cometido varios días antes, presumiblemente entre el martes y el miércoles. Fue este día cuando un familiar de José lo vio por última vez junto al chalé, donde le presentó a su nueva pareja. Pero esa misma noche, «parece que apareció por allí más gente, volvieron con bebidas y yo ya no sé más», según pudo averiguar LAS PROVINCIAS.
El caso está ya en manos de la Policía Judicial de la Guardia Civil. Especialistas del Equipo de Criminalística han revisado este domingo palmo a palmo la vivienda. La inspección ocular del cadáver hace sospechar que la víctima sufrió golpes y heridas cortantes, pero la razón exacta de la muerte la aclarará la autopsia.
Como se supo tras el hallazgo del cuerpo, hay indicios de que hubo una fiesta con mucho alcohol. «Allí había al menos dos botellas de whiskey y cuatro vasos», describen las mismas fuentes, convencidas de que fue ese el momento previo al crimen. Y también mencionan que algunos vecinos escucharon «jaleo y palabras malsonantes», pero sin llegar a pensar que aquello había acabado en homicidio.
Más sucesos
El siguiente hallazgo desconcertante se produjo el jueves, cuando la Policía Local de Llíria localizó el vehículo del sospechoso abandonado y con las puertas abiertas detrás de un colegio de Llíria, a pocos kilómetros de la urbanización. Todo hace pensar que, después del homicidio, el autor o autores utilizaron el turismo para huir y luego se deshicieron de él.
Al mismo tiempo, su madre comenzó a preocuparse al no saber de su hijo en las llamadas. Fue entonces cuando telefoneó desde una localidad andaluza para que alguien acudiera a la casa a ver qué sucedía. Pidió a familiares que residen en la urbanización los fines de semana, que se acercaran a la casa. Como disponían de llaves podrían comprobar si José estaba bien o había sucedido algo.
El sábado, sobre las doce del mediodía, se descubrió la tragedia. Entraron y se encontraron a su sobrino en el comedor, boca abajo, completamente ensangrentado, con signos de haber sido asesinado. Además, la casa estaba revuelta. El televisor y otros muebles presentaban destrozos. Esto podría guardar relación con la violencia de la disputa o con otra de las sospechas de la familia: «que lo hayan matado pensando que guardaba dinero».
José se licenció en Derecho en 1989. También ejerció como director de operaciones durante dos décadas en empresas de telecomunicaciones. Se casó, pero su matrimonio acabó en ruptura. Era padre de tres hijos y, desde hace tres años, convivía con sus padres octogenarios en el chalé de Llíria donde sus días han acabado de manera trágica.
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