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«¿Se imaginan a un agente varón recibiendo una prenda diseñada para el cuerpo de una mujer». Esta es la reflexión que lanza Eduardo Cano, secretario de comunicación de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Valencia después de asegurar que a las 52 nuevas agentes que han venido este mes a la provincia para realizar sus prácticas tras salir de la academia «les han adjudicado chalecos masculinos muy diferentes a su complexión». Ya no es una cuestión de comodidad o estética, pues según Cano, «no resultan igual de eficaces».
Según AUGC, el problema radica en que la Guardia Civil de Valencia «no tiene suficientes chalecos antibalas para las mujeres». Y el desajuste podría afectar a su seguridad: «Una mujer que utilice chaleco masculino, en lugar de estar más protegida tiene mayor riesgo en caso de ser agredida».
Cano lamenta una «persistente indiferencia de la institución ante esta situación crítica para la seguridad y protección de sus trabajadoras». Se trata, dice, de una demanda demanda «que lleva años en pie y refleja una problemática común en la Guardia Civil, donde a pesar de los avances en igualdad de género, los recursos siguen diseñándose para una fisionomía masculina».
AUGC lleva desde el año 2015 «exigiendo a la Guardia Civil que dotara a todos sus agentes de chalecos antibalas adaptados a sus necesidades específicas». La campaña, ahondan, «se sustentaba en un derecho básico y en la necesidad de que las mujeres no se vieran obligadas».
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La situación escaló a un nivel más crítico en 2016, cuando una agente fue denunciada en dos ocasiones en un Juzgado Togado Militar por negarse a utilizar un chaleco masculino que no cumplía con su función protectora. Aquella denuncia «generó una ola de indignación y resaltó el problema de fondo: las mujeres de la Guardia Civil no están protegidas adecuadamente», zanjan.
En su momento, la presión mediática y las reiteradas quejas, anota, «llevaron a la institución a adquirir algunos chalecos adaptados para mujeres, lo cual parecía un avance importante». Cano entiende que «jamás se permitiría una situación similar para un hombre, sin embargo, para las mujeres, la asignación de chalecos inadecuados parece no ser una prioridad para la Guardia Civil».
A su entender, «no sólo es una muestra de discriminación, sino que atenta contra el derecho fundamental de las mujeres a una protección digna y eficaz en el ejercicio de su labor». Cita el portavoz de AUGC las normas de la Unión Europea y los estudios en ergonomía y seguridad laboral. «Señalan que los Equipos de Protección Individual (EPI) deben ser personalizados y adaptados a las necesidades de cada trabajador», resalta Cano.
Para la asociación de agentes de la Benemérita, «un chaleco antibalas no es sólo una prenda, sino una barrera entre la vida y la muerte, una protección que no puede quedar comprometida por cuestiones administrativas o presupuestarias».
Por todo lo expuesto, AUGC hace un llamamiento urgente al Ministerio del Interior para que pongan fin a esta situación. «No se trata de una demanda reciente ni desconocida», apremian, «es un tema que lleva años sin resolverse y que evidencia la falta de compromiso de la institución con la seguridad de sus trabajadoras». Si no existen suficientes chalecos antibalas adaptados a la fisionomía femenina, concluyen, «es responsabilidad de la institución proveerlos sin más dilación».
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