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La policía encontró el lunes por la tarde el cadáver de una mujer de 78 años, María A. P., que murió hace unos cinco años en su domicilio, de forma natural aparentemente, sin que sus vecinos se percataran del fallecimiento. El macabro hallazgo tuvo lugar sobre las siete y media de la tarde en el número 141 de la calle José Benlliure, cuando un hombre salió a su patio y vio las piernas de la mujer a través de una ventana de la casa contigua.
El vecino llamó al teléfono de emergencias 112, y a partir de ese momento, el trasiego de policías y bomberos alarmó a los vecinos del Cabanyal. Tras acceder a la vivienda, los agentes hallaron el cadáver en avanzado estado de descomposición en el suelo de la cocina.
La puerta y las ventanas estaban cerradas, y por ello el hedor no fue detectado desde la calle ni las casas contiguas. También había ropa en un tendedero. El cuerpo no presentaban signos de violencia y la Policía Nacional no halló indicios criminales en la vivienda, por lo que todo parece indicar que la mujer murió por causas naturales.
María A. P. apenas se relacionaba con los vecinos y vivía sola en régimen de alquiler en la casa donde fue encontrada muerta. Según informaron fuentes policiales, la mujer tenía domiciliado el pago de su pensión, cuyas mensualidades se acumularon en su cuenta bancaria durante cinco años sin que nadie detectara su fallecimiento.
El pasado 22 de febrero, la policía encontró el cadáver de otra persona que llevaba muerta siete años en su casa en el número 3 de la calle Pintor Maella de Valencia. Valentín L. falleció en 2011, pero sus vecinos creían que se había marchado a vivir a Santander. Uno de ellos detectó un hedor fuerte y desagradable en el rellano, aunque lo achacó a la poca higiene que había en la vivienda y a las heces de los perros y gatos de Valentín. El hombre tapó las juntas de la puerta con trapos para evitar el mal olor y la salida de cucarachas, porque creía que su vecino volvería pronto, pero siete años después descubrió que Valentín había fallecido en la miseria y soledad. Los dos perros y los gatos de Valentín no estaban en el piso.
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