Impaciencia. Nervios. Familiares que deambulan durante horas a los pies del puerto de Valencia. Emilio y Antonia contienen sus lágrimas. Su hijo iba en el barco incendiado en el que viajaban 441 personas . «Mi hijo me ha mandado un mensaje despidiéndome de mí durante el rescate», dice la mujer entre sollozos. Luego, silencio. Ya no ha recibido más noticias suyas.
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«Estaba muy asustado. Era su primer viaje él solo», lamenta la pareja. A pesar del mensaje tan desalentador, mantienen la calma al saber que no hay heridos. Su hijo se ha quedado sin cobertura y no han podido llamarlo para tranquilizarlo. El joven se iba de Valencia a Palma de Mallorca para trabajar como empleado de mantenimiento. «No sabemos si querrá volver a coger un barco para ir», se preguntan sus padres.
Eran las 9 de la mañana cuando les ha llamado su hijo. «Nos ha dicho que se había incendiado el barco y que tenían hambre, sed y frío. También nos ha contado que no les estaban dando información y que la tripulación hablaba en italiano y no los entendían», comentan.
Como ellos, varias personas aguardan en el párking del puerto de Valencia para recoger a sus seres queridos. Los pasajeros que iban a bordo del GNV Bridge han llegado cerca de las 21 horas. Sin embargo, los han sometido a una larga espera para explicarles cómo podían reclamar sus pertenencias así como asistencia para aquellos que los necesitaran. La segunda naviera MSC Arica llega pasadas las 22:30 horas al puerto.
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No será hasta que el buque 'Tenacia' (donde ha ocurrido el incendio) esté en el puerto cuando los pasajeros sepan si sus pertenencias siguen intactas. El hijo de Emilio y Antonia llevaba todas sus cosas consigo: su coche, su mesa de mezclas... incluso se había llevado unas barras para hacer ejercicio. «Cuando he hablado con él me ha dicho: 'No es por el dinero. Llevo mi vida aquí'», lamenta la mujer.
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Simeone iba a bordo del 'Tenacia'. «Llevamos muchas horas sin poder hablar con nuestra familia», cuenta agotado. Su hijo va corriendo para abrazarlo. Un niño de unos seis años, pelo rubio y ojos azules que todavía no es consciente de lo que ha sufrido su padre. Lo único que sabe es que ya está a su lado.
El hombre está acostumbrado a emprender viajes a Palma de Mallorca. Es camionero. «Ha habido desinformación total. No nos explicaban qué estaba pasando», cuenta todavía en shock. Mañana no podrá volver al trabajo. No sabe cuándo. Depende del estado en el que se encuentre su vehículo. Su mujer, alterada, lo abraza y critica que lleva desde las dos de la mañana sin que les informaran de cómo estaba su marido. Tras dos minutos de conversación, Simeone va a casa con su familia. Su rostro está visiblemente cansado tras lo que ha vivido pero se encuentra en buen estado.
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Otros pasajeros de avanzada edad caminan cabizbajos. «Hemos pasado mucho miedo. Llevamos en pie desde las dos de la mañana», dicen esquivando las cámaras de los periodistas.
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