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Un recipiente con alimentos que el inquilino del apartamento número 86 habría dejado sobre el cristal de la vitrocerámica pudo ser la causa del catastrófico incendio ... que causó la muerte de diez personas y destruyó 138 viviendas en dos edificios del barrio de Campanar en Valencia. Un informe de un especialista en siniestros difiere del dictamen pericial de la Policía Científica y apunta otra posible fuente de ignición.
El investigador privado llegó a esta conclusión tras hallar evidencias físicas, como un cerco circular de material adherido al cristal de la vitrocerámica, en la minuciosa inspección que realizó en el piso donde se inició el fuego.
El experto que firma el informe tiene muchos años de experiencia en la investigación de incendios en España y fue contratado por una compañía aseguradora para que determinara el foco principal del fuego. Tras inspeccionar todos los electrodomésticos destruidos por las llamas en el piso número 86, el perito encontró restos quemados de un recipiente sobre el fogón doble, el de mayor tamaño de los cuatro que tenía la vitrocerámica.
También detectó afectaciones en el relé e interior de la caja del termostato de seguridad, por lo que concluye que estas evidencias físicas son claros indicadores de que las resistencias del fogón doble estuvieron encendidas, sin control ni supervisión de su usuario, por un amplio espacio de tiempo.
Además, el experto argumenta que el inquilino salió de la vivienda, según sus declaraciones ante la Policía, sobre las 7:30 horas de la mañana del 22 de febrero de 2024, y el incendio se detectó nueve horas después, concretamente sobre las 17:11 horas de ese mismo día.
Pero el nuevo informe pericial no determina si las dos resistencias del fogón estaban encendidas por un descuido del usuario o por la puesta en funcionamiento de la vitrocerámica de manera accidental. El fuego destruyó todos los componentes del sistema electrónico del electrodoméstico, lo que dificultó las investigaciones sobre las causas del incendio.
Cuando la Policía preguntó al inquilino si había dejado algún aparato encendido, contestó que durante su ausencia estaban conectados el frigorífico, la televisión, el termo eléctrico, la vitrocerámica y la tostadora, entre otros electrodomésticos.
El perito recuerda que todos los manuales de las diferentes marcas de vitrocerámicas recomiendan no dejar recipientes con alimentos o materiales combustibles sobre los fogones apagados (o sin bloquear su encendido) debido al riesgo de incendio.
El experto investigador de siniestros concluye también que si el único morador de la vivienda no se hubiera dejado recipiente alguno sobre los fogones no se habría producido el fuego, y lo único que habría causado es un gasto importante en electricidad.
Además del cerco circular de material adherido al cristal de la vitrocerámica, el perito describe en su informe otras evidencias físicas que refuerzan su hipótesis, como una línea curva de rotura que pasaba por el centro del fogón doble y el hallazgo de un recipiente circular de 24 centímetros de diámetro (la misma achura del cerco) entre los escombros de la cocina.
La mayoría de las 138 viviendas destruidas por el fuego tenían hornos, vitrocerámicas, campanas extractoras de humo y microondas de la marca Bosch, y el resto de electrodomésticos (lavadoras, lavavajillas, termos y frigoríficos) fueron comprados o renovados por los propietarios después de comprar los pisos.
A la ignición accidental, bien por un descuido del inquilino o avería del electrodoméstico, le siguió una rápida propagación de las llamas por una concatenación de causas y efectos: el material inflamable de la fachada, el fallo mecánico de la primera autoescalera de los bomberos y la intensidad y cambios de sentido del viento.
Tras dos meses de estudios técnicos, inspecciones y consultas a expertos, los investigadores de la Policía Científica determinaron que el incendio se inició en una nevera de la marca Beko. Una posible fuga del gas refrigerante (isobutano) del frigorífico habría provocado las primeras llamas «ante cualquier chispa o incluso la electricidad estática del aparato». Este gas (hidrocarburo) incoloro e inodoro es inflamable a temperatura ambiente. La propietaria de la vivienda compró la nevera en 2014 en una tienda de electrodomésticos en Paterna.
Los expertos contratados por las compañías de seguros realizaron dos inspecciones en el piso donde se inició el fuego, pero no pudieron examinar entonces el motor calcinado de la nevera, que fue trasladado a las dependencias de la Policía Científica.
Meses después, seis peritos inspeccionaron el motor del frigorífico en una sala de la Ciudad de la Justicia de Valencia, donde grabaron vídeos y tomaron fotografías de las piezas de hierro quemadas en presencia del letrado de la Administración de Justicia.
El trágico incendio tuvo lugar el 22 de febrero de 2024 en un complejo de dos edificios en la confluencia de las calles Poeta Rafael Alberti y las avenidas Maestro Rodrigo y General Avilés, en el distrito de Campanar. El fuego se inició pocos minutos después de las cinco de la tarde en la cocina de la vivienda número 86 y se extendió en poco tiempo al comedor y la fachada tras reventar los cristales de las ventanas del balcón.
La llamas destruyeron en pocas horas dos bloques de 10 y 14 plantas con 138 viviendas en las que vivían 450 personas. Las rachas de viento alcanzaron los 60 kilómetros por hora entre las cinco de la tarde y las nueve de la noche de aquel fatídico día.
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