Ferrándiz, en la calle: «Me marcho al extranjero para no molestar a nadie»
El regreso del 'camaleón ·
El homicida deja la prisión entre frías palabras de perdón. Sin sentimientos. «Claro que me arrepiento. Nunca volveré a Castellón»
El regreso del 'camaleón ·
El homicida deja la prisión entre frías palabras de perdón. Sin sentimientos. «Claro que me arrepiento. Nunca volveré a Castellón»Y un cuarto de siglo después rompe su silencio. Pero 25 años no han sido suficientes para que Joaquín Ferrándiz sea capaz de sentir empatía y se estremezca por todo el dolor que sembró. Sentimientos por la cinco mujeres cuyas vidas segó en Castellón. Las miles de madrugadas mirando al techo de su celda en la cárcel de Herrera de La Mancha no han servido para removerlo por dentro. Para que se horrorizara de su propia maldad. Ni siquiera aceptó someterse al programa de rehabilitación que el Ministerio del Interior dispone para delincuentes sexuales y en serie como él. El hombre que acaba de salir de prisión es un calco del que fue encarcelado en 1998: frío, impasible, calculador.
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El 'camaleón', como le describieron en sus dictámenes las decenas de peritos y psicólogos que le han examinado durante su proceso penal, vuelve a la calle. Desde este sábado es un hombre libre. Tras atravesar a pie la barrera de seguridad de la prisión de Ciudad Real. Ni siquiera se atreve a dar la cara. Unas gafas oscuras impiden adivinar la expresión de sus ojos. La mascarilla cubre escrupulosamente su nariz y su boca. Una gorra negra de Adidas bien calada para no dejar ver el pelo canoso. La faz que LAS PROVINCIAS descubrió el pasado jueves al difundir de manera exclusiva su foto tras esperarlo a las puertas de la prisión de Herrera en el regreso de su último permiso penitenciario.
Su voz no se quiebra en las pocas palabras que dedica a los periodistas. Un discurso preparado. Hueco. Vacío de sensibilidad. No derrama ni una lágrima. Vuelve a adoptar una apariencia esquiva para camuflarse allá donde su nombre no sea sinónimo de terror. Él mismo lo reconoce: «Nunca volveré a Castellón». Un segundo de silencio. «Por respeto a las víctimas». Como si sufriera un olvido de su impostado guión ante los medios. Sin mirar a la cara a los periodistas. Con la cabeza alta. Sin tratar de salir corriendo por la vergüenza. Sin sentirla. Olvidando además que la sentencia le prohíbe a acercarse a la provincia de la Comunitat al menos hasta 2028. Desterrado durante cinco años.«
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.«No sé a dónde lo llevo»La salida de prisión de Ferrándiz se produce apenas unos minutos después de las 9 de la mañana. El asesino en serie recorre a pie el camino de algo más de 100 metros que separa el módulo de cumplimiento de la garita de seguridad de la Guardia Civil que se levanta junto a la barrera de vehículos del centro penitenciario. Fuera, el conductor de un taxi observa curioso la escena en su turismo. «Me han llamado de la cárcel para recoger a un interno que salía, pero no me han dicho a quién ni sé a dónde lo llevo», explica instantes antes de que el exconvicto dejara la 'trena'. Sin saber que en unos instantes llevará de pasajero a un hombre capaz de matar con sus propias manos a cinco mujeres. Las víctimas a las que convencía para subir a su coche parapetado tras un rostro que le hacía parecer incapaz de romper un plato. Orgulloso. Como también demuestra al contestar a los reporteros que le esperan junto la cárcel.
«¿Te arrepientes, Joaquín?», es uno de los interrogantes, mientras Ferrándiz trata de esquivar a los medios para llegar al taxi. Una sola palabra de respuesta: «Claro». Incapaz de mantener las formas ante una repregunta. Una segunda oportunidad para mostrar un atisbo de humanidad. «¿Pides perdón a las víctimas?» Y su tono se vuelve áspero. «Ya te lo he dicho». Mentira. Porque la palabra 'perdón' no sale de su boca. Sólo 'respeto' a las familias de las cinco mujeres asesinadas. Un fogonazo del «carácter manipulador» que el asesino en serie demostró en sus crímenes, durante el juicio y en la propia cárcel de Herrera de la Mancha, como aseguran funcionarios del centro.
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Joaquín Ferrándiz sale de la prisiónVer 9 fotos
El propio Ferrándiz confirma a las puertas del penal de Herrera de la Mancha sus planes de futuro. «Me marcho al extranjero para no molestar a nadie y poder rehacer mi vida». La oportunidad que nunca jamás tendrán sus víctimas. Pero el camaleón vuelve a cambiar su aspecto. «¿A qué país, Joaquín?». Y otra vez silencio.
El exconvicto se muestra confuso al recorrer los escasos metros que le separan de la cárcel y el taxi. Entre rejas también ha sido un interno huraño. Apenas sin amistades. Resguardado en la 'intimidad' del módulo de la Enfermería, trabajando como operario de reparto de productos de limpieza y conviviendo con una docena de presos nada conflictivos. Con su patio y sala de televisión propios. Sin mezclarse con los cientos de asesinos, etarras y violadores que pueblan el módulo general. Alguien lo echará mucho de menos entre rejas. José Bretón. El asesino de los niños de Córdoba. Los funcionarios atestiguan que el hombre capaz de matar a dos niños y de quemarlos en una hoguera ha hecho muchas migas en la prisión. El parricida intentó suicidarse hace unos años y desde entonces se mostraba muy cercano a Ferrándiz.
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Bretón ha sido apenas el único apoyo estas dos décadas dentro de prisión. Y su madre. Ni el horror más profundo puede el con el amor materno. La anciana ha sido la única que ha visitado a Ferrándiz todos estos años en Herrera de la Mancha. Prácticamente a diario, desplazándose desde el pueblo de Ciudad Real en el que la familia tiene vínculos. Quizás el siguiente destino del homicida tras subirse en el taxi que le espera junto a la prisión. El vehículo coge la autovía de la Comunitat a Extremadura con destino al vecino pueblo de Manzanares
Su destino final es un misterio. Su madre dejó la casa en Castellón y se marchó a vivir al pueblo de sus antepasados en Ciudad Real. Quizás la estancia temporal de Ferrándiz hasta que ejecute su plan de perderse en el extranjero. Tendrá que seguir siendo un camaleón. Los primeros permisos que pasó en libertad el año pasado le llevaron al seno de una fundación religiosa especializada en facilitar la inserción de los presos en la sociedad. Su relación acabó rompiéndose.
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Ferrándiz residió varios días en Valdepeñas. Su presencia desató el pánico de los vecinos. Protestaron e iniciaron hasta una recogida de firmas. Y la entidad y el asesino acabaron terminando con su acuerdo de alojamiento. Curiosamente algo parecido de lo que le pasó a Miguel Ricart. Cuando el triple homicida de las niñas de Alcàsser salió de la misma cárcel de Herrera de la Mancha hace 10 años trató de refugiarse con la misma fundación religiosa. En este caso en Córdoba. Intermedió el entonces capellán de la prisión. La noticia corrió como la pólvora y la alarma social acabó haciendo imposible el plan del 'Rubio'. Nadie quiere al mal viviendo al lado de su casa
Nadie sabe si Ferrándiz volverá a actuar. Ya ha demostrado que en su personalidad está la posibilidad de reincidir. Antes de sembrar de cadáveres el entorno de Vora Riu y Castellón a finales de los 90, el castellonense ya había pasado cinco años entre rejas por una violación cometida a principios de la década. El subteniente de la Guardia Civil que trabajó en el caso, Tomás Calviño, lo definió en declaraciones a la cadena Ser como «la cara amable de la psicopatía». A primera vista «un joven normal y corriente, sin ningún tipo de problema, y un hijo ejemplar».
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controlSi volverá a pasar, el tiempo lo dirá. El propio Calviño reconoce que hay «un problema» en España. No existe un muestreo que recoja las actuaciones psicopáticas posteriores al cumplimiento de condena de figuras como la de Ferrándiz. Y ello deja en el aire la posibilidad de controlar este tipo de hipótesis que ahora aparece como una inquietud en la futura conducta del asesino de Castellón.
Sólo el taxista esperaba a Ferrándiz a las puertas de la cárcel de Herrera. Ni rastro de su madre, una mujer de avanzada edad (en torno a los 90 años) que siempre se ha mantenida apartada de los focos mediáticas. Una de las 'víctimas colaterales' del llamado 'caso Ferrándiz'. Repudiada por todos, castigada socialmente por los crímenes de los crímenes de su hijo pese a ser ella totalmente inconsciente del reguero de horror dejado por el hombre que vivía bajo su mismo techo. Tampoco acudieron al centro penitenciario el hermano y la hermana del homicida. Jamás lo han visitado entre rejas. Asqueados del mal desatado por alguien que es sangre de su sangre.
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.'El chico de la puerta de al lado'. Así ha definido al homicida el criminólogo Vicente Garrido en LAS PROVINCIAS. Alguien con un trabajo estable en una compañía de seguros. Calificado por sus compañeros como «trabajador modelo». Capaz de hacer amigos y amigas y tener una rica vida social. Con autocontrol y sin que nadie de su entorno imaginara que era un demonio con cara de ángel. Por eso todas las víctimas subieron a su coche de manera voluntaria. Sin sospechar que acabarían violadas y estranguladas con sus propias prendas íntimas, el 'modus operandi' que más repetía Ferrándiz. Según Garrido, alguien enmarcado dentro de la categoría de 'psicópatas integrados'. Con gran capacidad para mentir y embaucar. «Maneja muy bien a la gente», confirma un funcionario de Herrera de la Mancha. Ayer al dejar la cárcel volvió a ponerse ese careta. El tiempo dirá con qué resultado.
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