El último informe del Instituto de Medicina Legal de Almería tras la autopsia del pequeño Gabriel apunta a que el niño murió por asfixia («sofocación»), no por estrangulamiento, a pesar de que tenía lesiones en el cuello, según han confirmado fuentes de la investigación.
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Los forenses también han encontrado un traumatismo en un lateral de la cabeza provocado con un objeto romo, antes de la muerte, aunque no habría provocado el fallecimiento.
La hipótesis de los forenses es que se el asesino habría causado la obstrucción mecánica de las vías respiratorias, tapándole la nariz y la boca.
Por otro lado, el juez Rafael Soriano, titular del juzgado de Instrucción número 5 de Níjar, ha prohibido por el momento a la familia del pequeño Gabriel incinerar los restos mortales del niño, según han informado esta mañana fuentes del caso. El magistrado que instruye el asesinato del menor almeriense quiere tener disponible el cadáver por si fueran necesarias ulteriores autopsias.
La decisión de Soriano coincide con la absoluta negativa, al menos hasta este martes, de Ana Julia Quezada a colaborar con los investigadores y, mucho menos, hacer una confesión autoinculpatoria.
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