La Audiencia de Valencia ha comenzado a juzgar esta mañana a un grupo de nueve predicadores evangelistas acusados de causar una estampida en el metro en Valencia al usar un megáfono junto a un carro de la compra repleto para difundir sus mensajes. Se enfrentan a penas de cuatro años y seis meses cada uno por delitos de desorden público y lesiones por imprudencia. Ellos defienden su inocencia. Según su abogado, el letrado Andrés Zapata, «no cometieron ningún delito», por lo que piden la libre absolución. Su postura es que lo que generó la estampida no fue la divulgación religiosa de sus clientes, sino las palabras alarmistas que lanzaron «otras personas».
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Antes de la vista, los sospechosos leían pequeñas biblias junto a la entrada de la Sección Primera. En contra de lo previsto inicialmente, se ha decidido que primero se interrogara a testigos y luego a los acusados. Así han comenzado a declarar algunos de los jóvenes que en ese momento viajaban en el vagón de la línea 5, entre Colón y Alameda.
Una de ellas fue Jennifer, una joven que desde entonces sufre, como secuela, una fobia a ir en metro, como ella mismo ha reconocido. «Iban con una gran cruz de color rojo. Cuando comenzaron a lanzar mensajes la gente entró en pánico, algunos decían que había una bomba, unos lloraban, otros empujaban...». Su relato da fe de la confusión y miedo que se generó en el transporte. «Yo caí al suelo, me zarandeaban, mi novio me ayudó, cuando logramos salir me dolía todo de los empujones».
Otro de los testigos es Pau. Así recuerda aquella desagradable vivencia: «El metro iba muy lleno y se empezaron a oir voces». Acto seguido vio al grupo predicador. «Eran morenos y la verdad es que tenían aspecto árabe y yo escuché algo de Alá». Y recordaba así su mensaje al megáfono: «En este metro hay mucho pecado, alcohol, drogas». Ante semejante escena, «la gente huyó, fue una estampida». Pau se bajó cuando pudo, «cuando el tren se detuvo». Según su testimonio, «a pesar de la huida, ellos siguieron con sus mensajes».
Ocurrió en el verano de 2018 y fue un suceso sorprendente. Un grupo de personas, después se conoció que eran evangelistas alemanes, comenzaron a lanzar proclamas en el metro de Valencia de claro contenido religioso, lo que asustó enormemente a los pasajeros del vagón al pensar que se trataba de un mensaje previo a un atentado terrorista.
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La consecuencia fue una avalancha de los ocupantes que pudo haber tenido gravísimas consecuencias. Hoy los ocho religiosos, siete de nacionalidad alemana y un iraquí, se han sentado en el banquillo de los acusados por un delito de desórdenes públicos. La Fiscalía de Valencia reclama cuatro años de cárcel para cada uno de ellos por ese delito en concurso con unas lesiones por imprudencia grave.
Los hechos se produjeron en la línea 5. Los ahora acusados accedieron con una enorme cruz roja, mochilas y maletas a uno de los convoyes. A continuación comenzaron a repartir unos folletos con la inscripción: '¿Dónde irías si murieras hoy mismo?'. No tardaron en comenzar con sus soflamas. Utilizaron un altavoz, lo que hizo que su mensaje se difundiera sin problemas entre todos los pasajeros. «Este metro está lleno de pecado, fornicación y alcohol. La palabra de Dios dice...» Fue entonces, cuando según el relato de la acusación, se generó la estampida de los pasajeros. No es extraño. «Se creó una razonable sensación de pánico ante la posibilidad de un ataque radical o incluso terrorista», recoge el escrito del ministerio fiscal. Una vez consumado este hecho, sin heridos de consideración salvo una persona, los acusados seguían con su actitud: «No tengáis miedo. Jesús os ama». Pese a la insistencia de los vigilantes, los predicadores no desistían en su actitud. «Vais a arder en el infierno», «los españoles sólo fumáis marihuana» y «hemos venido para salvaros».
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Los pasajeros accionaron el botón de freno del metro y el convoy estuvo parado más de 30 minutos en la estación de la Alameda, con el considerable perjuicio para el transporte público y el resto de usuarios de FGV. Sin embargo, la empresa no ha cuantificado el coste económico de esta incidencia. De tal forma que no se podrá reclamar esa cantidad los evangelistas. Una de las víctimas de la estampida, una pasajera valenciana, ha desarrollado una fobia a viajar en metro desde que vivió aquel episodio.
Tres de los acusados en el juicio han defendido su inocencia. «Nosotros no amenazamos con nada malo, solo transmitimos la biblia». Han admitido que llevaban trípticos con el mensaje '¿A donde irías si murieras hoy mismo?', pero no han aclarado quién los repartió en el metro. A grandes rasgos, su versión es que no querían causar ningún mal, sólo predicar, y «cuando vimos que había pánico ya paramos». Además, han cargado culpas contra un joven viajero que «gritó algo, luego se disculpó, y fue él quien causó el miedo».
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