La Audiencia de Valencia ha comenzado a juzgar este martes 10 de mayo a un hombre acusado de encadenar varios delitos de violencia machista: quebrantar una orden de alejamiento, violar a su expareja, amenazarla de muerte y retenerla en contra de su voluntad en una vivienda de un municipio de Camp de Morvedre.
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La Fiscalía de Valencia solicita para el sospechoso 18 años y 11 meses de prisión. Pero él ha negado estas acusaciones durante la vista en la Ciudad de la Justicia de Valencia. Únicamente admite no haber respetado la medida cautelar de alejamiento.
El procesado, condenado por un delito de amenazas en el ámbito familiar por el que no podía acercarse a la víctima, se fue a vivir a la casa de la mujer en noviembre de 2020.
Según relata la acusación pública, en la madrugada del 4 de diciembre el procesado comenzó a gritar a su expareja, la golpeó en la cabeza varias veces y presuntamente la forzó sexualmente, pese a la resistencia de la víctima. A continuación le dijo que la mataría si denunciaba lo sucedido, la encerró en la vivienda y le quitó el teléfono móvil, siempre según la fiscal.
A tenor de esta reconstrucción de los hechos, el Ministerio Fiscal le considera autor de los delitos de violación, detención ilegal, maltrato, amenazas y quebrantamiento de condena.
El juicio por estos hechos ha comenzado a celebrarse a las diez de la mañana. «Ella me amaba y yo regresé a su lado a pesar de la orden de alejamiento», ha manifestado el procesado, quién ha resaltado que consumía cocaína y alcohol en esa época.
El día de los hechos «discutimos y no tuvimos relación sexuales» ha asegurado el hombre en su defensa. Igualmente, el hombre ha negado haberla retenido, estirado del pelo o las amenazas de muerte a las que alude la fiscal. «Solo he quebrantado una orden de alejamiento y no he hecho nada más», ha insistido el acusado.
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La víctima ha declarado detrás de una mampara. «A pesar del alejamiento, lo admití en casa porque estaba en rehabilitación por las drogas y no tenía otro sitio donde ir. Además, estaba enamorada, tenía dependencia emocional», ha expuesto.
Según la mujer, «cuando consumía droga y alcohol lo pagaba conmigo». El día de los hechos «me despertó entre insultos, puñetazos en la cabeza y estirones de pelo. Quería saber con cuántos hombres me había acostado».
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Después «cerró persianas y puertas, puso doble llave en la entrada y me encerró. No me dejaba salir ni de la habitación. Perdí la noción del tiempo».
Según la mujer, «yo estaba con infección de orina y me dolía el vientre, pero le daba igual. Me dijo que ahora tenía que hacer con él lo mismo que hacía con otros amantes. Y que si me dolía sería por haber estado con otros hombres». Se sumaron «amenazas de muerte».
A pesar de su confusión en los recuerdos, la mujer estima que permaneció «al menos un día retenida en la casa» por el presunto agresor hasta que logró recuperar su teléfono y pedir ayuda.
La mujer ha definido al sospechoso como un controlador violento. «Durante mucho tiempo me hizo creer que yo era la culpable de sus problemas. Me controlaba todo, absolutamente todo». A veces «me pegaba sin más», ha relatado entre lágrimas.
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