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EFE / REDACCIÓN
Lunes, 20 de mayo 2019, 17:27
La Audiencia de Castellón ha juzgado hoy a un hombre acusado de agresión sexual, detención ilegal y amenazas a su expareja, en un primer juicio por unos hechos de violencia familiar ocurridos en marzo de 2018 en el Grao de Castellón en los que el acusado figura también como presunto autor de la muerte de su exsuegro, aunque esta pieza todavía no ha sido juzgada.
Los hechos que juzga ahora la Sección Segunda de la Audiencia son los maltratos que sufrió la mujer durante la relación sentimental con el acusado (que fue detenido por la muerte del que era la pareja de la madre de la víctima) y por los que se enfrenta a 29 años de prisión.
La mujer ha relatado este lunes ante la Sección Segunda los malos tratos continuos, las agresiones sexuales y las amenazas graves, sobre todo con matar a su hijo, que la tenían atemorizada, motivo por el cual no le denunció.
El acusado cuenta con numerosos antecedentes policiales y judiciales, entre ellos una condena por un homicidio cometido en 1994.
Según el escrito de acusación del Ministerio Fiscal, la víctima y el agresor comenzaron una relación en 2016 y en febrero de 2018 fue condenado a no aproximarse a la víctima por amenazas, pero continuó residiendo en la vivienda de ella, una situación que la mujer aceptó «por miedo, conociendo el pasado delictivo y violento del hombre y los continuos amedrentramientos de acabar con su vida y con la de su hijo menor».
Antecedentes del presunto violador y asesino
Con el tiempo, el procesado comenzó a «intensificar los actos de violencia psíquica, sometimiento y control sobre su pareja» a la que controlaba las llamadas y el 15 de marzo de 2018 tras una discusión, comenzó a amenazarla con matarla a ella y a su hijo menor de edad, aunque la mujer no se planteó denunciar «debido al pánico».
A partir de ahí, la mujer seguía recibiendo amenazas de muerte hasta que la medianoche del 17 de marzo se vio sorprendida en el interior de su portal con el procesado, quien la había estado esperando, y la agarró por el cuello diciéndole que si gritaba le «rompía el cuello» y la obligó a subir a su domicilio.
Durante el trayecto le propinó puñetazos, la amenazaba con dejarla ciega, entre otras cosas, y la encerró en su casa bajo amenaza de muerte si gritaba para alertar a alguien.
Le quitó el teléfono, abusó sexualmente de ella y grabó la acción con el teléfono móvil, sin parar de darle puñetazos. Como consecuencia, la mujer empezó a sangrar por un oído. Además, el procesado la metió en la bañera y le aplicó agua fría y caliente y, durante los días siguientes, la mantuvo encerrada sin permitir que saliera o pidiera auxilio, un periodo en el que la obligó a desnudarse y le hizo fotografías.
En una ocasión que el hombre dejó el domicilio, la víctima cogió su teléfono móvil y se hizo fotos de las lesiones para mandárselas a su hija mayor de edad, que residía en otra provincia, pero le dijo que no denunciara a la Policía estos actos de violencia que había sufrido por miedo a represalias. Finalmente, la hija acudió el 25 de marzo a la casa para ver a su madre y ambas lograron abandonar la vivienda y salir del encierro.
La mujer interpuso entonces una denuncia y la policía valoró la situación como de riesgo «extremo», por lo que la mujer fue ingresada en una casa de acogida.
Fue el 28 de marzo cuando el hombre acudió a la vivienda en la que residían los padres de la mujer -su madre y su pareja sentimental- y asestó varias puñaladas a la hija de la víctima, que estaba allí en ese momento. El abuelo de la pequeña (y exsuegro del maltratador), al escuchar los gritos, se enfrentó al acusado y recibió varias cuchilladas, una de ellas mortal. El juicio por estos hechos todavía no ha sido señalado.
Las primeras investigaciones determinaron que el exconvicto por homicidio y presunto asesino obligó a desnudarse la hija de su expareja y el abuelo trató de defenderla.
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