Un crimen entre indigentes ocurrido en Valencia ha tenido hoy su hora de la justicia. Un tribunal popular debía hoy juzgar a un hombre acusado de matar a otro que había ocupado el banco que normalmente usaba en un parque de Valencia, en el barrio del Cabanyal. Pero finalmente, el asunto se ha resuelto por la vía de la conformidad. El homicida, un lituano identificado como Roman J., ha reconocido los hechos y ha aceptado una pena de cinco años de prisión.
El acuerdo entre las partes le supone una considerable rebaja penal, pues el fiscal pedía para él inicialmente que cumpliera 15 años en la cárcel por el delito de homicidio. Con la aceptación de los hechos por parte del agresor ya no ha sido necesario conformar el tribunal popular y el caso ha quedado visto para sentencia.
Los hechos sucedieron el 22 de diciembre de 2019, entre dos y las seis de la tarde. Según las investigaciones, la víctima, un hombre de 64 años que vivía en la calle, ocupó el banco, lo que molestó al procesado. El jurado deberá decidir si el presunto homicida le clavó un cuchillo de cocina de 27 centímetros en el corazón por sorpresa y sin darle la oportunidad de defenderse.
Felipe G. fue encontrado muerto con signos de violencia en un parque de la calle Martí Grajales, en el barrio del Cabanyal. Presentaba una herida de arma blanca en el tórax y yacía junto a un charco de sangre, al lado del banco, cuando la policía llegó a la escena del crimen.
Un taxista llamó por teléfono al 092 para pedir una ambulancia. Varias patrullas de la Policía Local y la Policía Nacional acudieron con urgencia al lugar pero cuando el SAMU asistió a la víctima comprobó que estaba ya sin vida por la grave lesión de arma blanca.
Los primeros policías locales que llegaron al parque encontraron un cuchillo manchado de sangre a unos tres metros del cadáver. La Policía Científica identificó a Felipe por sus huellas. Después localizaron a Paco, el hermano de la víctima, para comunicarle la desgracia. «De cinco hermanos sólo quedamos dos. Los otros tres ya no están. Estoy intentando localizar a su hijo, pero no sé bien dónde vive», lamentaba aquel día en declaraciones a LAS PROVINCIAS.
La víctima del homicidio trabajó en el puerto como soldador y malvivía en la calle desde hacía una década. Solía dormir en cajeros, obras y esquinas del Cabanyal. Algunas veces acudía al parque de Martí Grajales donde acabó sus días de manera trágica.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.