Una mafia china esclavizaba a compatriotas para prostituirse y cultivar droga bajo tierra en la Comunitat

La Policía Nacional ha asestado un duro golpe a la mafia china en la Comunitat. La investigación, que comenzó en febrero de 2018, se salda ahora con 81 detenidos de una organización criminal que se dedicaba a la producción y distribución de marihuana para su comercialización en países europeos como Reino Unido y Holanda. Pero no sólo había narcotráfico; entre sus actividades había explotación sexual y laboral de compatriotas. «Es una de las mayores operaciones de este país y me atrevería a decir de Europa», anunció este jueves el delegado de Gobierno en la Comunitat, Juan Carlos Fulgencio. Y no es para menos. Las pesquisas que se iniciaron en Xirivella pronto se extendieron a Valencia, Elche y Albacete.

Todos los implicados son de nacionalidad china. También algunas de las más de 30 personas sometidas al trabajo en plantaciones y que han quedado liberadas. De procedencia china y vietnamita, a los explotados «les ofrecían un trabajo y les quitaban la documentación», explicó el comisario provincial de la Policía Nacional, Ignacio del Olmo. Trabajaban 24 horas, siete días por semana, y las encerraban contra su voluntad. «Estaban en condiciones de esclavitud e higiénico-sanitarias inhumanas, no tenían acceso a la luz del sol, ya que las plantaciones estaban en naves y alguna de ellas era subterránea», relató Del Olmo.

Estas 36 personas subsistían en una situación que el propio delegado del Gobierno tachó de «aberrantes» e incluso tal y como detallaron los colaboradores en la investigación, a dos ellos se les privó de asistencia sanitaria cuando lo requirieron. «Había un montacargas en el que les bajaban elementos de trabajo para la producción, no tenían llaves ni posibilidad de salir y estaban en una única estancia en la que debían cocinar y usar a la vez como retrete, las condiciones eran inhumanas», destacaron.

Esta mafia asiática se organizaba en células estanco que operaban entre la Comunitat, Albacete y Madrid. La policía intervino un total de 19 naves industriales y chalets. Establecieron una jerarquía de la que las víctimas que trabajan en las plantaciones eran el último eslabón. Cada tres meses les hacían rotar y les cambiaban de lugar, según explicaron los agentes, esto les permitía «desubicarles para que no supieran dónde estaban y a su vez, evitar que entablaran vínculo entre ellos». Las naves que alquilaron en polígonos estaban en aparente desuso, por lo que no fue tarea fácil para los investigadores localizar estos puntos en los que tenían la producción. «Se cuidaban mucho de no mostrar signos de actividad», indicaron los responsables de la operación. Entre otras localidades, esas naves estaban localizadas en Museros, Puçol, Ontinyent, Aldaia y Alaquás; también en Albacete. Sin duda, tejieron un entramado que cruzó las fronteras del país.

Los envíos de la droga los realizaban con empresas de paquetería y mensajería, tras simular el envío de otros productos, sobre todo ropa. La mayoría de las exportaciones se hacían a Reino Unido y Holanda. Entre 2018 y 2019, la organización ha enviado 325 paquetes con unos 4.200 kilos de marihuana.

Esta red criminal deja otro reguero de víctimas. Trece mujeres fueron halladas en seis pisos en Valencia capital, Alzira, Sedaví y Dénia. Forzadas a ejercer la prostitución, vivían en condiciones lamentables: hacinadas en camastros en el salón ya que las habitaciones quedaban libres para mantener relaciones sexuales. Las exponían al cliente, que era quien seleccionaba. No podían rechazar un servicio si no querían ser castigadas.