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Ya no hay mentiras posibles ni medias verdades. El peso de la justicia cae con toda su fuerza para castigar el crimen del ingeniero de Novelda Antonio Navarro. Maje M. C. y su examante Salva R. L. son culpables de asesinar al marido de la joven, el 16 de agosto de 2017, en el barrio valenciano de Patraix. Así lo decidieron los nueve miembros del jurado con la lectura del veredicto en la Ciudad de la Justicia de Valencia. De esta manera, el tribunal popular considera que el asesinato de la víctima no sólo es obra del homicida confeso, Salva.
Su culpabilidad estaba fuera de toda duda y sólo quedaban aclarar matices menores como si se aprecian las atenuantes de confesión y reparación de daño. Las principales dudas durante las más de dos semanas de juicio radicaban en si Maje pudo actuar como inductora del crimen al pedir a su amante y compañero de trabajo que matara a Antonio, según confesó el asesino en el juicio.
Y para los miembros del jurado, así fue. De este modo han creído el testimonio final de un Salva, aparentemente arrepentido, que la situaba a ella como instigadora. Y también han considerado todo lo demás: grabaciones, las declaraciones de los agentes del Grupo de Homicidios, los chats, la relación sentimental y sexual de ambos y otras pruebas indiciarias presentados durante la vista oral.
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Cuando escuchó el veredicto de culpabilidad, la acusada agachó la cabeza en un gesto de desaprobación y abatimiento. El reloj marcaba las 20:37 horas. Sus padres y su cuñado estaban presentes en la sala. La madre lloró y fue consolada por su marido con la voz entrecortada. Salva permaneció cabizbajo la mayor parte del tiempo mientras el portavoz del jurado leía con determinación el veredicto. Cuando terminó la comparecencia, el magistrado José María Gómez permitió que los tres familiares de la acusada pudieran abrazarla antes de que fuera trasladada a la cárcel.
Después, de aquí unos días, llegará ya la sentencia en la que se concretará la pena que corresponde a Maje, sobre la que las acusaciones pidieron la agravante de parentesco, y la condena de Salva. El veredicto del jurado apreció las atenuantes planteadas por su letrada, María Julita Martínez, en referencia a la colaboración del asesino confeso con la policía y su intención de reparación de daño. Con anterioridad a la celebración del juicio, Salva envió una carta a una entidad bancaria donde tenía una plan de pensiones con el fin de poder rescatarlo y ponerlo a disposición de la familia de Antonio.
Tras estimar el jurado esta circunstancia y su confesión tardía, la letrada volvió a solicitar una condena se siete años y medio de cárcel para el asesino del ingeniero. Sobre el veredicto y posterior sentencia cabe todavía recurso, que en este caso fue anunciado por el abogado Javier Boix, que ejerce la defensa de Maje, lo que alargará el proceso.
Pero de momento, el martillazo del jurado fue muy contundente. Tras pocas horas de deliberación, el jurado consideró probado lo que sucedió aquel día trágico para un hombre inocente. A las 7.40 horas del 16 de agosto de 2017, Salva acuchilló a Antonio cuando iba a coger su coche en el garaje de la calle Calamocha de Valencia. Asestó seis cuchilladas que causaron la muerte de la víctima en menos de un minuto. No fue sólo su plan. Detrás estaba su amante y esposa del hombre asesinado.
Para los miembros del tribunal, el acusado planificó de común acuerdo con la mujer de Antonio la muerte de este último, acordando que Salva ejecutaría la acción con un arma blanca en el garaje de la vivienda de Patraix donde residía el matrimonio, y que lo llevaría a cabo la mañana del 16 de agosto de 2017. Para ello, Maje le facilitó la llave del garaje, así como información precisa sobre los horarios de su marido, el número de plaza, modelo y matrícula del vehículo.
Una vez que el portavoz del jurado terminó de leer el veredicto, el fiscal Vicente Devesa confirmó las peticiones de 18 y 22 años de prisión que ya había solicitado en su escrito de acusación para Salva y Maje, respectivamente. La viuda se enfrenta a una pena mayor por la agravante de parentesco. Miguel Ferrer, el abogado que representa a la familia de la víctima, pidió 25 años de cárcel para Maje, que seguía cabizbaja y tenía los ojos llorosos, y 16 años de prisión para el asesino confeso. Ferrer volvió a explicar que la familia de la víctima había aceptado que rebajara el número de años de cárcel en su solicitud de condena -en su escrito de acusación había pedido 20 años de prisión antes de que comenzara el juicio- al valorar la reparación del daño moral, porque el procesado había dicho la verdad en su segunda confesión, cuando delató a Maje.
El abogado de la acusación particular manifestó, a la salida de la Ciudad de la Justicia, que los padres del ingeniero asesinado están satisfechos con el veredicto de culpabilidad porque «se ha hecho justicia».
«Era lo que la familia quería. Sienten alegría después de tres años muy largos. Lo único que desean ahora es descansar y olvidar, esa es la verdad», afirmó Ferrer. También destacó la unanimidad alcanzada por los miembros del jurado en todos los puntos del objeto del veredicto. «Ha sido todo rápido y perfecto», añadió el abogado.
El dilema o «cuestión nuclear», como explicó el magistrado José María Gómez, era si Maje y Salva planificaron juntos el crimen o lo cometió él sólo sin la instigación de su amante. Los nueve miembros del jurado comenzaron a deliberar sobre las 13.30 horas del viernes.
Poco antes, el magistrado presidente del tribunal les entregó el objeto del veredicto, un cuestionario con ocho preguntas que respondieron en menos de siete horas para determinar que María Jesús M. y Salvador R., más conocidos como Maje y Salva, eran culpables de la muerte intencionada de la víctima.
Gómez explicó a los miembros del jurado que debían motivar sus respuestas sobre la «cuestión nuclear» del juicio, es decir si los acusados planificaron juntos el asesinato o fue Salva sólo quien cometió el crimen sin que Maje le incitara.
Tras recibir las preguntas por escrito y escuchar las explicaciones del magistrado, los abogados de las partes y el fiscal abandonaron la Ciudad de la Justicia de Valencia y los cuatro hombres y cinco mujeres que forman el jurado se quedaron en la sala Tirant lo Blanch para comenzar a deliberar.
Gómez pidió a los ciudadanos «imparcialidad sin odio ni afecto» hacia los procesados a la hora de valorar las pruebas testificales y documentales, y les recordó también que no debían juzgar «la forma de ser de los acusados, si Salvador es buen padre o María Jesús es buena profesional».
«Cuando lleguen a una conclusión tienen que motivarla y explicarla con una razón mínima que yo luego completaré con la sentencia», afirmó el magistrado. También explicó al jurado el principio de «in dubio pro reo» para que valorasen las pruebas con un criterio favorable a los acusados en el caso de que tengan dudas, así como el derecho a la presunción de inocencia.
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