JAVIER MARTÍNEZ * jmartinez@lasprovincias.es
VALENCIA.
Viernes, 2 de marzo 2018, 00:42
Los testimonios sobre las aventuras sexuales de la viuda de Patraix, las conversaciones eróticas que aparecen en el sumario y las transcripciones de las escuchas telefónicas ponen de manifiesto «la increíble capacidad de mentir y manipular» de Maje M., la joven encarcelada como presunta coautora del asesinato de su marido, según consta en las diligencias policiales remitidas al juzgado que instruye el caso.
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La conclusión de la investigación del Grupo de Homicidios «no es un alegato o critica moral» ni expone la vida sexual de Maje gratuitamente, sino que la policía trata de demostrar la frialdad y la poca empatía que la viuda mostraba con sus amantes, que se sienten engañados y se consideran víctimas sentimentales, excepto Salva R., el compañero de trabajo al que convenció, presuntamente, para que cometiera el asesinato en el garaje de Patraix.
Tras tomar declaración a un amigo del asesino confeso, los investigadores confirmaron que Maje utilizaba el sexo «como arma para manipular», afirma textualmente la diligencia policial, y averiguaron algunos aspectos de sus relaciones que son relevantes para probar el presunto móvil pasional, además del económico, del asesinato del ingeniero noveldense Antonio Navarro. A tres de sus cuatro amantes les enviaba fotos eróticas, conocedora de su atractivo, «como una estrategia para tenerlos enganchados», según la investigación del Grupo de Homicidios.
Salva le contó a un amigo, con el único que tenía confianza para hablar de su historia de amor, que había conocido a una compañera de trabajo y que tenía «mucho sexo» con ella. Era la enfermera Maje. Tiempo más tarde le dijo que había dejado de ser su amante porque la joven se había casado, obligada por su familia en cierto modo, pero un mes después de la boda retomaron la relación porque ella le envió un mensaje de wasap en el que le decía que no podía vivir sin él.
Salva también le confesó en agosto de 2017, pocos días antes del asesinato, que tenía intención de dejar a su mujer para irse con su amante. El testigo declaró a la policía que su amigo «se puso muy pesado», porque hablaba mucho de Maje y de manera obsesiva, cuando no estaban sus mujeres delante, en los días que estuvieron juntos con sus familias en un camping. Tres meses después, el hombre volvió a hablar con Salva y este le dijo que quería estar con Maje «a toda costa», aunque para ello aceptara que ella tuviera relaciones con otros hombres.
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Estas manifestaciones refuerzan la hipótesis policial de un móvil pasional. Salva creía que después de matar a Antonio iba a obtener de su amante «la recompensa de una vida juntos, algo mucho más valioso para un hombre enamorado que el dinero o una recompensa material», según consta en el sumario.
La policía también ha tomado declaración en los últimos días a un guardia urbano, el cuarto amante de Maje, que define a la viuda como «una depredadora sexual» tras practicar sexo con ella tres veces una misma noche en el rellano, escaleras y el baño de la habitación de un hotel. La joven mantuvo esta fogosa relación 23 días después del asesinato tras conocer al policía en una discoteca de Alicante y hacerle creer que era ginecóloga.
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