«Jamás se compensará nuestro inmenso dolor»

«Pedimos la máxima pena, la que pensamos que es la más dura y eficaz. Nosotros ya tenemos nuestra condena y jamás nada compensará este inmenso dolor. Nada nos devolverá a Vanessa». Son las palabras de Alba Ferrer, hermana de la joven asesinada en Chella el 26 de octubre de 2016. Tenía 15 años cuando un amigo del pueblo la violó dos veces y estranguló, presuntamente, antes de arrojarla a una sima de 30 metros.

Rubén Maño, de 20 años cuando ocurrieron los hechos, se sentó ayer al fin en el banquillo de los acusados en el arranque de su juicio con jurado. Se enfrenta a la máxima pena de nuestro sistema jurídico, la prisión permanente revisable, la condena que reclama tanto la Fiscalía como la acusación particular que representa a la familia de la víctima.

Hoy comenzará su interrogatorio, pero su defensa ya dejó ayer muy claro que Rubén guardará silencio a las preguntas de las acusaciones. La versión que tratará de sustentar es que todo fue un accidente: que ella acudió a un encuentro con él sin engaño alguno, que consumieron drogas y que sobrevino una discusión en la que el sospechoso acabó estrangulándola al no medir la fuerza cuando la agarró. Luego, mantiene la defensa, «entró en pánico y shock» y decidió lanzar el cuerpo a una sima.

Por estos hechos el abogado de Rubén pide que cumpla cuatro años de cárcel por homicidio imprudente y que se aprecie como circunstancia eximente su consumo de drogas el día del crimen y un supuesto trastorno mental transitorio.

Nada que ver con las contundentes versiones que mantienen, casi a la par, fiscalía y acusación particular. Según la acusadora pública, Rubén contactó con la joven Vanessa para que acudiera al antiguo domicilio de su familia. En el mensaje de móvil no le dijo que estaba solo, sino en compañía de unos amigos, con la intención de que la adolescente confiara. Una vez en la vivienda, que no tenía luz, el acusado propuso mantener relaciones sexuales, pero la chica se negó.

A partir de ese momento, siempre según la fiscal, Rubén dio rienda suelta a su brutalidad machista: la golpeó varias veces en el rostro hasta dejarla medio inconsciente para luego llevarla a un dormitorio alejado de la entrada de la casa. Allí la violó presuntamente en dos ocasiones. Para la acusadora pública, el joven actuó movido por su «superioridad y dominación masculina». Aprecia una «discriminación por razón de género» en el caso. De hecho, recuerda que esa misma noche envió varios mensajes a otras mujeres pero fue Vanessa la primera que le contestó.

Según la fiscal, Rubén acabó estrangulando a Vanessa. Minutos después, pidió a un amigo que le dejara el coche y «no le preguntara los motivos». Al filo de las once de la noche, su colega acudió a la vivienda sin saber qué había sucedido y aparcó allí el automóvil como el sospechoso le había pedido. Rubén envolvió el cuerpo de la víctima con un edredón y lo introdujo en el maletero. Por último, y esta parte del relato no la contradice el acusado, se dirigió a una sima que rodea el municipio, a unos 300 metros del escenario del crimen y con una profundidad de 30 metros. Allí, entre la espesura del monte, arrojó el cadáver. En el mismo punto en el que, años atrás, los lugareños se deshacían del ganado muerto.

La fiscal considera a Rubén autor de un delito de violación a una menor de 16 años por el que pide 15 años de prisión, un asesinato que merece la prisión permanente revisable y una profanación de cadáver por la que debería pasar tres meses en la cárcel. También pide que indemnice con 230.000 euros a la familia de la víctima.