Tres de los abogados que ejercen las acusaciones particulares, Juan Carlos Navarro, Isabel Carricondo y Vicente Escribano, apuntalaron este martes el relato de maldad y sadismo que atribuyen a Jorge Ignacio P. J., el narcotraficante colombiano procesado por las muertes de Arliene Ramos, Lady Marcela Vargas y Marta Calvo.
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Como ya hicieron el día anterior la fiscal Socorro Zaragozá y las letradas Pilar Jové y Candela Estévez, las acusaciones explicaron algunas de las contradicciones en las que había incurrido el encausado durante su declaración, destacaron la credibilidad de los testimonios de las siete víctimas supervivientes, dudaron de los intentos de suicidio de Jorge Ignacio y resaltaron la alevosía en el «ritual» de sexo y cocaína que utilizó para asesinar, presuntamente, a tres mujeres.
«Mataba a sus víctimas como un experto tirador que dispara a la cabeza», afirmó Navarro al comparar los efectos de la cocaína de gran pureza con la lesión mortal que provocaría un certero disparo en la cabeza. «Es un experto en sustancias estupefacientes y sabía que la droga con la que intoxicaba a las víctimas tenía unos efectos letales», añadió.
Para explicar por qué acusa a Jorge Ignacio de seis delitos de asesinato, cuatro de ellos en grado de tentativa, el abogado recordó a los miembros del jurado la gran pureza de la cocaína (82 por ciento) hallada en la mesita de noche de la habitación de Arliene, e insistió en el ritual de introducir (en los genitales de las mujeres) una droga similar al veneno, porque «se convierte en letal por su gran pureza».
Navarro aseguró que su informe de acusación se basa en el máximo respeto de la presunción de inocencia, pero sin olvidar el derecho a la vida y la libertad de las víctimas.
En referencia al caso de Lady Marcela Vargas, el letrado afirmó que hay una prueba de la intoxicación mortal: la autopsia. «Lo que allí ocurrió no fue un homicidio, fue un asesinato. Los forenses describieron 17 lesiones. Lady Marcela fue drogada y sin posibilidad de defensa, y por eso mantenemos que es un asesinato», dijo con firmeza.
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«¿Recuerdan ustedes cómo explicaron los forenses el modo en que la asfixió? Eso es una prueba objetiva, ratificada y con las máximas garantías», agregó Navarro. También lamentó que no pudieran analizar los órganos de Arliene Ramos al ser donados, y que no le tomaran una muestra de sangre nada más ingresar en el hospital para determinar la cantidad de droga que había en su cuerpo.
Tras mencionar los nombres de las cuatro víctimas supervivientes a las que representa, Navarro manifestó que habían escuchado en el juicio a las tres mujeres asesinadas a través de los testimonios de las denunciantes que sobrevivieron. «Fueron cuatro asesinatos intentados con la introducción sorpresiva y no consentida de cocaína en pureza y cantidad letal», concluyó.
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Y respecto a la estrategia de la defensa, el abogado aseveró que ha sido: «No contestes a las acusaciones porque te van a pillar».. También se refirió varias veces al lenguaje gestual del encausado: «Hay que escuchar lo que no se dice, y en todas las sesiones de este juicio he mirado al acusado, y lo he visto cómo bajaba la cabeza o cruzaba los dedos cuando escuchaba algo que no quería oír». Y por este motivo, Navarro pidió a los miembros del jurado que prestaran atención a los gestos del encausado.
Un juego sádico
La abogada Isabel Carricondo, que representa a una de las denunciantes, manifestó que Jorge Ignacio engañó a sus víctimas con un juego sexual que él convirtió en sádico. «Es un feminicida sin precedentes en la historia de España», afirmó la letrada. «Lo que hizo fue matar a tres mujeres, Arliene, Marcela y Marta, e intentarlo con al menos siete más. Nos encontramos ante un asesino serial, un depredador de mujeres vulnerables», agregó.
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Sobre la confesión del descuartizamiento del cuerpo de Marta, Carricondo espetó: «¿Saben por qué lo hizo?, porque descuartizar no es delito, pero matar sí lo es». Mientras la abogada exponía su informe, el encausado escuchó las acusaciones con aparente tranquilidad, semblante serio y los dedos entrecruzados con las manos apoyadas en la mesa. Jorge Ignacio miró a la letrada la mayor parte del tiempo y algunas veces inclinó la cabeza, pero sin realizar ningún gesto de desaprobación cuando Carricondo se refería a él como «el mal hecho en persona» o «un manipulador que sabe lo que hace».
La letrada desconfió también de la procedencia lícita de dinero que gastaba el acusado, según su declaración. «Que me expliquen cómo con 900 euros o algo más que dice ganar por pintar pisos y trabajar en el campo que dice él, cubre todo esto: un alquiler, dos vehículos, compra de zapatillas Gucci, una tablet Ipad y no sé ya cuantos teléfonos».
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Y Vicente Escribano, otro de los abogados de la acusación particular, agradeció el celo que están demostrando los miembros del jurado, haciendo incluso preguntas al presunto asesino que no habían formulado las acusaciones, y tildó de monstruo al acusado porque disfrutaba cuando intoxicaba con cocaína a sus víctimas.
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