Cronología de una noche infernal en Moncada

La madrugada del infierno estalló apenas pasadas las 11 de la noche. En poco más de una hora, el lugar se llenó de la desesperación del personal de emergencias, familiares destrozados por la pérdida de sus seres queridos y parientes respirando aliviados al saber que los suyos dormían tras el sobresalto. Así transcurrió esta noche trágica

Pánico al otro lado del teléfono. Una llamada desde la residencia de Moncada alerta de un incendio en una de las alas. El personal ya transmite la peligrosidad: no pueden acceder de ninguna forma al punto del siniestro.

El fuego está desatado. Las llamas salen por las ventanas. Decenas de bomberos, guardias civiles, policías y miembros de Protección Civil acuden raudos. Apenas media hora después del aviso, medio centenar de internos es alejado del foco del fuego. El incendio hace imposible acercarse a los bomberos. Muchos salen exhaustos a respirar.

Los bomberos dan por extinguidas las llamas tras una denodada lucha. Llega la cruda realidad. Dos cadáveres son los primeros en ser descubiertos en la habitación en la que se inició el fuego con un origen eléctrico. La cifra asciende rápidamente hasta cinco fallecidos.

La temperatura llega a los tres grados en el exterior de la residencia mientras las habitaciones siniestradas aún humean. Decenas de ambulancias y coches patrulla aparcan junto al campo de naranjos situado frente al geriátrico. La carretera de Monada es un constante ir y venir de vehículos del centro a los hospitales.

Comienza el goteo de familiares al conocer la noticia. Algunos respiran aliviados. «Mi padre, Rafael, está bien», celebraba Vicente a las puertas del centro, apurando un cigarro. Unos metros más atrás, la cruz: en el interior de un Renault Laguna con los cristales empañados por la humedad, una mujer repite sin cesar una trágica cantinela: «Mi padre ha muerto, papá ha muerto...».

El drama crece. La inspección concluye que hay cinco cuerpos sin vida en la habitación de la residencia. El juzgado de instrucción número 3 de Moncada.

Hasta esa hora se prolonga el levantamiento de los cadáveres. Hay una primera y minuciosa inspección de los especialistas de investigación de incendios de la Guardia Civil. Se repitió ayer por la mañana. El retén judicial traslada los últimos cuerpos al Instituto de Medicina Legal.

Los últimos bomberos se retiran del lugar. En silencio. Muchos con las caras ennegrecidas, con sus uniformes manchados. Con seis espinas en su alma profesional. Clavadas por el infierno de la residencia de Moncada.

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