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La Policía en el paso a nivel donde ha tenido lugar el accidente. LP

El paso a nivel de Alfafar se cobra una nueva víctima tras décadas de reivindicaciones

Los ayuntamientos afectados y vecinos claman por el soterramiento que llevan esperando más de 30 años

ADA DASÍ

Alfafar

Miércoles, 29 de junio 2022, 08:31

Las vías del tren a su paso por Alfafar se cobraron el miércoles una nueva víctima mortal y la población ha lanzado un grito unánime por el soterramiento, una reivindicación histórica que gana fuelle tras este trágico accidente. A las siete de la mañana, un convoy de Cercanías acababa con la vida de un hombre de 42 años vecino de Alfafar, de la zona cercana a las vías, que salía de su casa y que cruzó despistado mirando el teléfono o saludando a alguien, según comentaron varios testigos. Esta imprudencia tuvo consecuencias mortales y su cuerpo acabó desplazado a más de veinte metros de distancia del paso a nivel.

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El accidente obligó a cortar la línea ferroviaria y se restableció la circulación con normalidad, dos horas después.

«Hacía tiempo que no pasaba», comentaba un grupo de personas que observaban el levantamiento del cadáver. «El maquinista ha bajado a ver que había pasado y lo ha visto todo», señalaba otro testigo.

«Estamos acostumbrados a cruzar las vías todos los días y a veces pasas con las barreras bajadas», trataba de justificar una vecina. Y en ese mismo momento, con las barreras bajadas, las luces de advertencia y las señales acústicas varias personas realizaron la misma maniobra que el finado. Mirando a uno y a otro lado y atravesando sin esperar a que pasará el tren, una confianza fruto de convivir a diario con esta barrera artificial y peligrosa que trunca tres municipios por la mitad, Alfafar, Benetússer y Sedaví desde hace décadas.

Paso a nivel de Alfafar, tras el suceso. ADA DASÍ

Pero la costumbre y resignación de los residentes no implica que hayan dejado de luchar por un soterramiento que lleva tres décadas de retraso. Nada más ocurrir el suceso el Ayuntamiento de Alfafar, con su alcalde Juan Ramón Adsuara a la cabeza, convocaba una concentración de protesta, invitando a sus homólogos de Benetússer, Eva Sanz, y Sedaví, José Francisco Cabanes y a todos los grupos políticos y vecinos.

A la seis de la tarde, más de un centenar de personas acudieron a la llamada que hacía años que no se producía y se congregaron ante el paso a nivel para reclamar el soterramiento, entre ellos componentes de las corporaciones locales de todos los colores. Tras un minuto de silencio por la nueva víctima de las vías, tan solo roto por el paso de un tren y el sonido de advertencia de las barreras, Adsuara anunció que se va a iniciar una campaña de recogida firmas ciudadanas liderada por los tres ayuntamientos y la Mancomunitat de l'Horta Sud para solicitar medidas y soluciones a ADIF y el Ministerio de Transportes.

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«Nos negamos a que hechos como este se vuelvan a repetir, porque la seguridad de las personas es lo primero», añadió, arrancando los aplausos de los presentes, «es una reclamación justa y estamos hartos de los parches».

Entre los asistentes se encontraba la pareja del hombre fallecido que no pudo evitar emocionarse ante las muestras de condolencia recibidas y muchos de los vecinos comenzaron a alzar la voz pidiendo más contundencia en las acciones reivindicativas. «Deberíamos cortar las vías y así nos harían caso», se escuchó como propuesta que rechazaron las autoridades.

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Políticos y vecinos en la concentración. IRENE MARSILLA

Promesas incumplidas y anuncios para el recuerdo

La infraestructura ferroviaria es uno de los puntos negros a su paso por los tres municipios, donde perjudica a más de 50.000 habitantes, estrangula el desarrollo normal de las poblaciones y va en contra de los mínimos principios de sostenibilidad. Aunque a lo largo de varias décadas han sido muchas las promesas y las visitas de políticos para anunciar el ansiado soterramiento, nunca ha llegado. En 1999 la Generalitat anunciaba que tenía que estar listo en 2003. Dos años después se aprobó el proyecto de obras y expropiaciones por 51 millones, y aunque Fomento dio luz verde en 2003, cuatro años después se retractó y ya en 2010, el plan de Cercanías lo excluyó definitivamente. Alfafar presentó su propio proyecto ante Fomento en 2014 y se firmó un pacto entre las tres alcaldías en 2016.

Y es que son muchos los inconvenientes a los que se enfrentan a diario los residentes, obligados a atravesar las vías para realizar sus actividades cotidianas como comprar, ir al centro de salud o al colegio. Problemas de tráfico con largas colas ante las barreras, contaminación acústica por el paso y el pitido de los trenes que también desembocan en problemas de salud, son algunos de los que exponen. Además, del impedimento para una correcta movilidad, las acumulaciones de agua al actuar como barrera y la sensación de inseguridad que se respira.

Durante la concentración también se oyeron voces que comentaban el proyecto del eje pasante Norte-Sur de la Red Arterial Ferroviaria de Valencia que prevé el soterramiento de las vías en la capital y preguntas de «porqué nos han dejado fuera».

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En esta línea, el Ayuntamiento de Alfafar ha presentado alegaciones para que se contemple también este tramo y el alcalde se reunió con ADIF a principios de año, junto con el primer edil de Sedaví, para reclamar el soterramiento como «único proyecto viable y sostenible».

Por su parte, la Mancomunitat de l'Horta Sud ha recogido el guante y se ha pronunciado a favor del soterramiento «para crear un corredor verde sobre las vías que una a todos los municipios de manera sostenible», como apuntó su presidente y alcalde de Sedaví, José Cabanes.

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«Las vías separan desde hace demasiado tiempo nuestros pueblos y suponen un importante peligro para la vida de las personas», añadió. De igual forma, la entidad comarcal se ha hecho con el apoyo de la Diputación y del Ayuntamiento de Valencia.

«Cuando pasa algo así no puedo evitar sentirme derrotada»

«Cuando pasa algo así me siento derrotada», comentó para este periódico Encarnación Alcaide, respecto al accidente mortal del miércoles, en la concentración, «con un poco de voluntad política esto no habría pasado». Esta vecina de Alfafar tiene la clave de porqué se difuminó el movimiento vecinal en pro del soterramiento.

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Ella fue una de las componentes de la comisión del paso a nivel Alfafar, Benetússer y Sedaví creada en los años 80 que luchó por una causa que «creíamos que íbamos a ganar», pero acabaron silenciados tras una denuncia por desorden público contra ella y otros componentes de la directiva.

«Hacíamos mucho ruido y nos manifestábamos, siempre pidiendo la autorización, sobre todo cuando se producía algún accidente», explica. Y es que en esa época, en un año, llegaron a registrarse 11 atropellos en el paso a nivel, cuando los peatones tenían que cruzar las vías por donde lo hacían los vehículos.

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«En una de esas manifestaciones que cortamos las vías durante una hora hubo un grupo más exaltado que se quedó allí hasta por la noche». Este hecho propició una denuncia en 1994 por parte de Renfe contra ellos que les costó que una de las personas de la directiva tuviera que hipotecar un bajo para hacer frente, ya que les pedían dos años de cárcel y un millón de pesetas.

Después de dos años, «el día del juicio se retiraron los cargos pero en todo ese tiempo pasamos un calvario», comenta Encarnación. «Sentía mucha impotencia porque estábamos luchando por algo que creíamos justo y no habíamos hecho nada. Los políticos querían silenciarnos, y lo consiguieron».

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Y así fue porque el movimiento vecinal, que tanto ruido había hecho, no logró recomponerse tras ello y aunque todas las voces piden a una el soterramiento, los vecinos han asumido el paso a nivel como algo cotidiano, a pesar del peligro que representa.

Encarnación hizo grabaciones en aquella época y llegó a contabilizar el paso de hasta 424 convoyes en un solo día. Desde su casa, frente a las vías, ha visto todo tipo de imprudencias, desde coches que pasan con la barreras bajadas, hasta el atropello de dos jóvenes que iban en moto. «Son irresponsabilidades de las personas, pero también se debe al abuso de Renfe», advierte.

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El peligro sigue estando ahí, frente a ella, y el nivel de ruido continua entorpeciendo su día a día desde las seis de la mañana hasta las once de la noche. «Lo que me ha gustado de la concentración es que van todos a una y eso es lo mejor que pueden hacer», apunta.

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