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Sangre y tensión en el barrio valenciano de Nazaret. Una pelea entre dos clanes rivales se ha saldado este viernes por la noche con un joven de 24 años muerto, Antonio Flores De Castro, y su hermano, un menor de 17, herido grave. Según han informado fuentes policiales, la reyerta ha tenido lugar en la barriada marítima de Valencia. Allí dos grupos de familias, al parecer uno procedente de Sedaví y otro del barrio de La Plata se han enfrentado hasta la consecución del fatal desenlace.
Las dos víctimas fueron evacuadas con vida en vehículos particulares de sus allegados hasta el Hospital La Fe. La Policía no ha podido concretar si fue en uno o varios. Lo cierto es que el mayor de los heridos pereció ya en el hospital y el más joven quedó ingresado. Este sábado permanecía estable en la UCI.
Si bien las primeras hipótesis apuntaban a una supuesta relación sentimental de alguno de los agredidos como detonante del crimen, una amiga de las víctimas ha aclarado este sábado lo que, siempre según su versión, pudo desencadenar el homicidio. Y se trata, más bien, de un comentario banal y sin importancia seguido de una reacción desproporcionada y violenta.
La joven, que prefiere el anonimato asegura que las víctimas pertenecen a una familia del barrio de La Plata que acude periódicamente al culto evangélico en la iglesia de Nazaret junto a la cual se produjo el crimen. Allí no sólo van personas del barrio del distrito Marítimo de Valencia, sino también fieles de otros lugares cercanos.
La madre de Antonio y su hermano, agrega, está en el coro. El jueves, detalla, hizo un comentario «sin ninguna mala intención» y en tono de broma sobre la manera de interpretar del teclista, de un clan de Sedaví. A su entender, esto ocasionó en el hombre una ofensa que derivó en el enfrentamiento del viernes fuera ya del templo y que se saldó con la muerte de Antonio. Ella está convencida de que fueron personas próximas a este hombre las que la tomaron con los hijos de la corista.
Lo que sucedió a partir de ese momento en el exterior de la iglesia entre agresores y víctimas es algo que ya deberá aclarar la investigación policial en marcha. Según fuentes de la Policía Nacional, Antonio pereció a consecuencia de una letal cuchillada en el pecho, mientras que su hermano fue alcanzado en un lateral del abdomen.
«Su abuela estaba allí. Lo vio todo y empezó a llorar y gritar de dolor», describe la amiga de las víctimas, quien destaca el carácter tranquilo y afable de Antonio. «Había trabajado en reparto y ahora estudiaba para reparar barcos y cursaba estudios inmobiliarios», explica. Toda una vida por delante truncada por la sinrazón. «Era una persona cristiana y de bien. A su padre sólo le hacía ilusión que su hijo fuera al culto y luchaba para que ambos siguieran el camino de Cristo».
Según ha ensalzado, se trata de dos jóvenes muy sanos. «Ni fuman, ni beben. No hacen mal a nadie. Sólo predicar la palabra». La joven está hundida, al igual que la familia de las víctimas. «Nadie se explica cómo puede haber sucedido esto, y por una tontería que no tiene sentido».
La tensión se ha adueñado del exterior del hospital, hasta donde se ha trasladado alrededor de un centenar de integrantes del clan al que pertenecen los dos apuñalados. Los nervios y el dispositivo policial continuaban este sábado por la mañana, cuando incluso una reportera de un equipo de televisión ha recibido amenazas de los presentes en el exterior del recinto sanitario
El recinto sanitario permanece acordonado y con un fuerte dispositivo policial. De madrugada algunos de los integrantes del clan asaltado aporreaban los cristales del centros en el que aún permanece ingresado el menor acuchillado. La mañana ha sido algo más calmada, a excepción de algunos reproches de los allí congregados a una reportera de televisión.
Es el caso de una joven que llegó con su hija a Urgencias alrededor de las 19.30. «Nos sorprendió que hubiera gente fuera, con sillas de camping incluso. Pensé que había muchos pacientes dentro». Pero, ya en el interior, descubrió que algo no iba por el buen camino. «Una mujer comenzó a gritar sois el demonio, sois el demonio a un seguridad». Tras un tiempo en las dependencias y diferentes pruebas, «nos han trasladado a otra sala de espera diferente».
Al parecer habían blindado una zona con vallas para este grupo de personas, familiares de los dos apuñalados. Cuatro horas después, sobre las 23.30, la tensión se había disparado. «Había como 50 personas pegando golpes en los cristales». No tuvo otra opción más que correr y refugiarse en el vehículo.
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