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Rosa Guaman se ha visto envuelta en una situación disparatada: la detuvieron por allanamiento de morada en su propia casa. Había puesto fin al contrato ... de alquiler con su inquilino. En su ausencia, la inmobiliaria a la que le confió su vivienda arrendó el piso a una nueva persona. Rosa asegura que no lo permitió. La mujer acudió un día a recuperar la que es su casa y se encontró con el nuevo residente. Una denuncia y el enredo con los alquileres acabaron con ella y su cuñado en un calabozo de la comisaría de Zapadores de Valencia.
Todo comenzó a principios de este mes de marzo. La mujer acudió a su casa, en la calle Daroca de la capital, acompañada de su cuñado. Ella tenía su apartamento alquilado a un hombre mientras se fue a pasar un tiempo a Ecuador, su tierra natal. Cuando decidió regresar a vivir a España rescindió el contrato con su inquilino y le devolvió el dinero de la fianza. Pero se llevó una sorpresa. Como asegura la afectada, la inmobiliaria había arrendado el piso a otra persona en su ausencia. «No firmé ningún contrato de alquiler. Lo hablamos y dije que no, que iba a volver a mi casa», detalla.
Ella sabía que había un hombre residiendo en su vivienda pero como no tenía «ningún contrato» con él decidió ir al domicilio y explicarle la situación. «Pensaba instalarme. Al fin y al cabo es mi casa. Quería decirle que había habido un problema con la inmobiliaria», lamenta Rosa. Ella había avisado previamente a la empresa para que resolvieran el incidente dado que iba a volver a residir en el piso. Pero según relata la afectada, lejos de ayudarla trataron de ponerle trabas en el camino.
Cuando Rosa abrió la puerta acompañada por su cuñado y se dirigió a hablar con el nuevo inquilino, la conversación subió de tono. El hombre avisó a la dueña de la inmobiliaria y llamaron a la Policía. ¿El resultado? La arrestaron por allanamiento de morada y estuvo una noche durmiendo en los calabozos.
La afectada cuenta el incidente entre lágrimas. No se le borrará de la memoria aquella noche eterna entre barrotes. «Me siento abandonada. Desprotegida. Me sacaron los policías de mi propia casa», recuerda entre sollozos. Ahora no tiene un lugar donde vivir. Ocupa un espacio pequeño en la casa de su hermana, en la que vive prácticamente toda la familia. Durante el día deambula por Valencia sin rumbo fijo. Sin un lugar en el que descansar mientras espera a que le programen una operación de vesícula que tiene pendiente, el motivo por el que volvió a España.
La mujer, de origen latinoamericano, había construido su vida en la ciudad. Hasta que llegó verano de 2022 y arrasó sus planes por completo. A su hija Karol le diagnosticaron un tumor agresivo en el duodeno. Recibió quimioterapia. Pero el cáncer se extendió con rapidez. Consumiendo a la joven de tan sólo 22 años, que falleció el 4 de febrero de 2023 en el domicilio que ahora centra todos los desvelos de su madre.
La primera reacción de Rosa fue escapar de esas cuatro paredes que habían visto cómo la vida iba abandonando, sin piedad, a su hija. Volvió a Ecuador en un intento desesperado de escapar de un dolor insoportable que le asfixiaba el pecho. «Contacté con una inmobiliaria para poner mi casa en alquiler mientras yo estuviera fuera», explica la afectada.
Entonces comenzaron los trámites. Alquiló el piso a dos hombres y huyó despavorida de la ciudad en la que derramó tantas lágrimas. Uno de los inquilinos abandonó voluntariamente el inmueble. El otro permaneció en el piso hasta que su contrato venció y Rosa le indicó que no tenía intención de renovarle el alquiler porque pensaba volver a vivir en su domicilio. No le puso ninguna pega.
«Desde la inmobiliaria me comunicaron que iban a buscar a otro chico para compartir la casa. Después les dije que no, que iba a regresar a Valencia antes de tiempo porque me habían detectado unos quistes en la vesícula e iba a volver a España para que me operaran. Pero aun así lo metieron en el piso. No sé cómo lo hicieron porque yo no firmé nada». Toma aliento mientras habla. Lleva horas recorriendo la ciudad sin un destino. «Estoy en la calle», asume entre jadeos.
Actualmente no puede buscar otro empleo por sus problemas de salud. No se encuentra en condiciones de trabajar. Lo único que tiene son unos pequeños ahorros. Y una casa que compró con mucho esfuerzo. Pero ni siquiera puede cruzar el umbral sin que eso suponga otra visita directa a los calabozos.
LAS PROVINCIAS se ha puesto en contacto con la empresa que ha asegurado que se trata «todo de un malentendido». Además, han expresado su voluntad de retirar la denuncia contra Rosa y hablar con el inquilino para que la afectada recupere la vivienda.
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