JAVIER MARTÍNEZ
VALENCIA.
Sábado, 8 de junio 2019, 00:53
Una tarde en familia en la playa de la Malvarrosa se convirtió en una pesadilla para una pareja y sus dos hijos, de siete y nueve años de edad, cuando el niño más pequeño se pinchó con una jeringuilla mientras jugaba en la arena con sus padres y su hermano a lanzarse un disco volador. Tras clavarse la aguja en el talón derecho, el menor derramó las primeras lágrimas al notar una pequeña punzada. El niño se asustó cuando vio un tubo de plástico puntiagudo que pendía de su pie, y sus padres se angustiaron todavía más al descubrir el motivo de los lloros de su hijo.
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Los hechos ocurrieron el miércoles por tarde frente al Hospital de la Malvarrosa, concretamente cerca de una ducha y una pasarela de madera, donde la familia y un grupo de escolares jugaban en la arena. El padre del menor lo cogió en brazos y corrió hacia la posta sanitaria mientras la madre recogía las toallas y otros efectos personales. La posibilidad de que la jeringa hubiese sido abandonada por un toxicómano y estuviera infectada del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) era lo que más preocupaba a la pareja en esos momentos.
El hombre decidió llevar a su hijo al Hospital de la Malvarrosa. Entró descalzo con el niño en brazos y la aguja todavía clavada en el pie. «Nos atendieron muy rápido y muy bien. Una médica curó la herida y nos dijo que era poco probable que la jeringuilla estuviera infectada con el virus del sida o de la hepatitis C», afirmó el padre.
Otro facultativo explicó a la pareja que las bacterias y los virus permanecen pocos días en superficies que han estado en contacto con sangre u otros fluidos. Esto tranquilizó a los padres porque la aguja tenía restos de óxido, un indicio de que llevaba mucho tiempo abandonada en la arena de la playa.
Sin embargo, la pareja espera con gran preocupación los resultados del análisis de sangre que le realizaron al menor en una clínica privada de Valencia. «Nos han dicho que tienen que repetir la analítica de sangre varias veces para descartar las infecciones», señala el hombre. «El lunes sabremos el resultado de las primeras pruebas. Luego tendrán que realizarle más análisis dentro de tres meses, seis meses, un año, y el último será cuando hayan transcurrido dos años», añadió el padre con el rostro cariacontecido.
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El miércoles por la tarde, cuando el niño se pinchó con la jeringuilla, la playa de la Malvarrosa estaba llena de gente. Muy pocas personas se bañaban, pero grupos de jóvenes, parejas, familias y turistas tomaban el sol o jugaban en la arena. «El Ayuntamiento debería limpiar mejor la playa porque la jeringuilla llevaba mucho tiempo en la arena», manifestó con disconformidad la madre.
«Mi duda queda en el grado de responsabilidad de los que se encargan de algo tan básico como es la higiene de nuestras calles y sobre todo de la playa cuando se acerca el verano», agregó el padre. La pareja también mostró su indignación por la acción incívica de la persona que abandonó la jeringuilla en la arena.
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«Esperemos que esta pesadumbre que estamos sufriendo sirva para que la gente mire por dónde pisa cuando vaya a la playa, tenga conciencia como un adulto o no la tenga como mi hijo de siete años», afirmó el hombre con un tono pausado y consecuente.
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