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BELÉN HERNÁNDEZ
Miércoles, 14 de diciembre 2022, 14:15
La hija de Isaac recuerda perfectamente la llamada de Beatriu. La presunta asesina se puso en contacto con ella cuatro días después de ... que denunciara la desaparición de su marido. «Me preguntó si sabía algo de él y me contó que estaba en la comisaría poniendo la denuncia», recuerda la menor. En aquel invierno de 2019, ella tenía 14 años. Aún así, había algo que no le cuadraba. «Colgué y después le volví a llamar. No me creí su versión».
El testimonio de la menor ha sido la prueba más clarificadora en la tercera sesión del juicio que se celebra estos días en la Ciudad de la Justicia de Valencia contra la mujer acusada de asesinar y enterrar en Godelleta a su pareja, un ex policía local de Catarroja discapacitado. Una de las frases de la menor resonó con fuerza en la sala de la Audiencia Provincial: «Mi padre todavía no quería morir. No estaba en estado terminal».
Ya habían hablado de la posibilidad de que la víctima se sometiera a la eutanasia. Tenía una enfermedad degenerativa y se planteaba someterse a una 'muerte voluntaria' cuando su estado de salud se degradase aún más. La joven tiene clavada en el alma una conversación que ambos tuvieron. «Me dijo que si decidía someterse a la eutanasia sería la primera en saberlo».
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La promesa inquebrantable que un padre le hizo a su hija es una de las bazas de más peso con la que cuenta la acusación particular para probar que a Isaac lo asesinaron. Beatriu siempre ha dicho que acompañó a Isaac a celebrar un cumpleaños. Después, se esfumó. «Me pareció raro que lo hubiera dejado solo. Siempre había alguien cuidando de él. No podía moverse por su cuenta», dijo la hija de la víctima.
Tiempo después recibió los mensajes que presuntamente le había mandado su padre. «Ponía que se había ido por nosotros». Pero ella enseguida se dio cuenta que la persona que había al lado de la otra línea de teléfono no podía ser Isaac. Aquellas no eran sus palabras. 'Desaparecer' tampoco era propio del hombre que le dio la vida. La menor siempre tuvo claro que aquella no era la verdad.
Los problemas de Beatriu con los hijos de Isaac ya venían de hace tiempo. En verano de 2018, un año antes de su muerte, tuvieron un encontronazo mientras estaban de vacaciones en un camping. «Ella nos amenazó con escupirnos en la comida. Nos fuimos y cuando volvimos había tirado nuestras cosas a la basura o las había manchado de pis». La víctima y sus dos hijos, de entonces 14 y 10 años, se fueron el resto del verano a casa del tío de Isaac.
Hasta aquel punto de inflexión, la relación de los niños con su padre era muy buena. «Nos veíamos dos veces entre semana, fines de semana alternos y también en vacaciones», ilustró la joven. Pero cuando Isaac decidió retomar su relación con Beatriu, los niños decidieron restringir sus visitas a casa de su padre e ir sólo algunos fines de semana. En palabras de la hija de Isaac, lo que más le molestaba a la pareja de este era que les diera dinero. «Nos lo tenía que dar a escondidas. Una vez que ella estaba presente cuando nos dio dinero a mi hermano y a mí, Beatriu se desatendió de él y nos lo tuvo que quitar».
La hija de Isaac ha descrito el comportamiento de la acusada con todo lujo de detalles. No ha dudado en relatar cómo la mujer de su padre le gritaba e insultaba cuando se enfadaba. Después de su testimonio, llegó el turno de Daniel, el hijo de Beatriu que le acompañó para acabar con la vida de la víctima. La sala esperaba impaciente su narración de los hechos, pero cuando se sentó ante el Tribunal, el joven de 19 años sólo pronunció una frase: «Me acojo a mi derecho a no declarar». Y se fue mientras su madre lloraba a lágrima viva en el estrado.
Ha sido la única vez en las tres sesiones que se han celebrado de juicio que se ha visto afectada a Beatriu. No lloró cuando le señalaron como una asesina. Tampoco al recordar a su difunto marido. Pero ver a Daniel hizo que se viniera abajo. Aunque en esta ocasión el joven no se haya pronunciado, confesó que su madre le había obligado a matar a Isaac cuando lo detuvieron. Sin embargo, se escudó en justificaciones como: «Yo no quería que sufriera» o «Le pedí que lo dejara».
El joven cumplió 9 meses de internamiento dado que cuando se produjeron los hechos tenía 16 años. La acusada utilizó el cordón de la zapatilla de Daniel para estrangular a su marido al ver que no había fallecido tras encerrarle en el coche con una botella de butano abierta. El menor se apartó mientras Beatriu estrangulaba a su padrastro. No quería observar la escena.
«Escuché que jadeaba y se resistía, y le dije que lo dejara porque esa no era la manera. Yo no quería que sufriera. Mi madre contestó que ya no podía echarse atrás, que tenía marcas en el cuello y nos podría denunciar», relató el joven en su confesión.
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