![«Mi padre me usaba como arma para maltratar a mi madre»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/11/25/IMG_8868-RVOEGyez4rlDbP767u24NHI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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La madre de Míriam Ruíz se separó de su marido cuando la pequeña tenía sólo cinco meses. No quería que su hija viviera en una espiral de violencia como le había ocurrido a ella. Al hombre lo condenaron por un delito de violencia de género ... de manera habitual. Pero continuó infundiendo terror muchos años después. Solicitaba ver a la pequeña y la justicia se lo permitía.
«Desde el primer momento sentía rechazo por él», confiesa Míriam. Ahora tiene 24 años y se alza como ponente por el 25-N, el Día Internacional sobre la violencia de género, en el Ilustre Colegio de Abogados de Valencia (ICAV).
Por la resolución judicial, su madre tenía que llevarla a las visitas con su progenitor en el punto de encuentro. Durante la ponencia, Míriam no se refiere a ese hombre que le hizo la vida imposible en ninguna ocasión como «su padre». Como mucho lo llama «progenitor». Pero durante la mayor parte del tiempo, como la persona que maltrató a su madre.
Era muy pequeña, pero la superviviente de violencia vicaria sabía que su padre no la quería. «Nunca me dio muestras de afecto», reconoce entre lágrimas. Ni un regalo de cumpleaños, ni una caricia. Todavía no sabía que tenía una condena por ser un maltratador, pero ya comprendía: «Mi padre sólo me usaba como arma para maltratar a mi madre».
Ella le rogaba a su madre que no le llevara al punto de encuentro a ver a su padre. La mujer, desesperada por proteger a su hija, se saltaba las visitas. Al final le condenaron varias veces por desobediencia. Recurrió a los medios de comunicación en busca de justicia. Sólo lo halló en la esfera política. Le concedieron tres indultos parciales. Pero la última condena hizo que tuviera que ingresar en un centro penitenciario.
Condenaron a su madre a nueve meses de prisión. Por suerte, no cumplió la totalidad de la pena porque le concedieron el tercer grado. Pero después estuvo en arresto domiciliario. «Fue lo peor que me ha pasado en la vida», revela Míriam. La joven se rompe a llorar. Ha desarrollado la enfermedad de Crohn, autoinmune, debido al estrés que le ha acompañado a lo largo de su vida.
Recuerda su infancia solitaria. Comiendo sola, únicamente con la compañía de un televisor. Sin nadie que le preguntara cómo le había ido en el colegio. Echando de menos a su madre constantemente pero sin poder comunicarse con ella porque le quitaban el móvil. Ahora alza la voz para que no haya más niños que sufran la misma situación.
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