Coger un avión, usar nuestro móvil o cocinar..., guías que solucionan problemas, algoritmos que facilitan la vida, procesos automatizados que, al saltar al ordenador, se convierten en computacionales y nos condicionan. Empresas que despiden por el resultado de un algoritmo, confiando en su capacidad, y que pueden perder a un buen trabajador. Avatares creados en base a datos e imágenes que reflejan nuestros prejuicios sociales. Y que pueden normalizarse. Evitar estos sesgos es una prioridad. Es imprescindible conocer cuándo, para qué, cómo y con qué resultado se usan, porque pueden equivocarse, por ejemplo, al despedir un trabajador. Algo que sí hace el ser humano, improvisar, emocionar, mejorar... La Unión Europea ya ha comenzado a legislar. -Redacción-
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