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Tres vecinos doloridos por mordeduras y una finca entera confinada. Esta es la situación que el viernes se vivió en el barrio de ... Orriols por la presencia de un perro de raza american staffordshire que, según las primeras investigaciones, se le había escapado al hijo del dueño. Atacó a tres personas y a un pequeño perro yorkshire y motivó una intervención de la Policía Local de Valencia.
Los ataques encadenados se sucedieron en torno a la una de la tarde de este viernes 22 de abril, en la calle Arquitecto Tolsa de Valencia. Tras el primer ataque, los vecinos alertaron a la Policía Local. Hasta el lugar se desplazaron con urgencia varias patrullas, entre ellas miembros del retén de Benimaclet.
Tras los dos primeros ataques, sufridos por un hombre de 50 años y una mujer de 46, se ordenó confinar el edificio. Nadie debía salir ni entrar en el edificio por seguridad, puesto que el can rondaba entre el patio, el ascensor y la escalera. Pero un vecino de 81 años bajaba en ese momento y también sufrió las mordeduras del can, de una raza catalogada como potencialmente peligrosa. Todos recibieron ayuda médica urgente, pero no hay hospitalizados.
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La víctima de 50 años es Julián Garde y describe así el angustioso momento: «Bajaba a la calle para ir al médico por una visita de mi padre y al final de las escaleras me encontré al perro. Estaba solo, sin bozal, y, creo recordar, que sin correa».
Según su versión, el animal «no paraba de ladrar y se me echó encima. Me protegí la cara poniéndome los brazos en cruz y se me agarró mordiéndome el codo derecho. Me clavó sus dientes». Julián pudo zafarse y salir corriendo escaleras arriba. «Mi prioridad era curarme para que no se me infectara la herida», apunta.
Para la familia Garde el perro del segundo piso no es un desconocido. «Ese animal ya atacó a mi hermana Pilar hará un año», asegura. En aquella ocasión, la mujer de 49 años salía del ascensor con rumbo al patio y el can «se le echó encima, le mordió en el pecho y le arañó en las piernas».
Tal y como describe Julián, su hermana tuvo que recibir asistencia médica en La Fe. «Acabó muy dolorida, pero decidió no presentar denuncia porque el dueño le dijo que todos los papeles estaban en regla y le dio pena». Sin embargo, el hermano no ha dudado en denunciar los hechos tras las diligencias iniciadas por la Policía Local.
El octogenario atacado por el animal es Pedro Rubio Pozuelo. «Salí de casa a comprar unas cosas y me encontré al perro en la puerta del patio. Se me encaró. Vino de frente. Me puso las dos patas en el pecho y me tiró al suelo». La víctima acabó muy aturdida, con una lesión en la cabeza al golpearse y mordeduras en una mano y en la pierna.
«Me vi muy indefenso, casi sin conocimiento, y el perro me podría haber matado en ese momento», reflexionaba este martes con su pierna vendada. A diferencia de Julián, Pedro ha decidido no presentar denuncia contra el propietario del can. «A no ser que me pase algo por las heridas que he sufrido, creo que de momento no voy a hacer nada. Los dueños se pusieron a mi disposición», añadió.
La tercera víctima es una mujer de 46 años que cuida a una mujer mayor residente en el edificio. Un vecino ciego, Juan, se la jugó para que se refugiara en su vivienda tras ser atacada. «¡Socorro, que me muerde, que me muerde!», escuchó desde su casa en el primer piso. «Me dio el tiempo justo de abrirle la puerta para que entrara y el perro no se coló dentro por muy poco». La mujer «tenía heridas en un muslo y en el glúteo». En su opinión «ese perro no debe estar aquí, pues hay niños, personas mayores… ¿Y si se vuelve a escapar?». «A mi yorkshire también le atacó», apunta otro vecino del edificio de Orriols, Antonio Matarán.
A petición de la Policía Local, hasta el lugar de la emergencia acudieron miembros de la protectora de animales Modepran. Según describe su presidenta, Amparo Requena, abogada experta en derecho animal «apareció el dueño y detalló que todo había sido accidental, que se había escapado de casa» y por ello no llevaba protección. También expuso que presentaba «toda la documentación en regla: seguro, licencia, cartilla sanitaria…». Así, «entre la Policía y Modepran decidimos que no era necesario trasladar al can a ningún refugio por su propio bienestar».
Este diario trató este martes de conocer la versión del propietario del can pero no estaba en el domicilio. Al otro lado de la puerta sólo se escuchaban los ladridos del animal.
Para Requena, «no debemos estigmatizar a estos animales». Desde su punto de vista, «si el perro hubiera querido morder de verdad habría hecho más daño». Esta es su interpretación sobre la conducta del can: «El perro estaría nervioso por verse solo y, posiblemente, se contagió del nerviosismo de la gente». Ante la denuncia presentada por una de las víctimas, «no soy partidaria de que situaciones como esta acaben judicializadas, pues deberían resolverse entre propietario y afectado por la vía del seguro, que para eso están».
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