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Una vecina pasea con su perro por el tramo de acera donde se encuentra el club clausurado. J. Martínez
La Policía desmantela un club que fomentaba el consumo de cannabis entre los jóvenes en Valencia

La Policía desmantela un club que fomentaba el consumo de cannabis entre los jóvenes en Valencia

Cobraban 10 euros a los clientes y les permitían el acceso a pesar de que el Ayuntamiento ordenó el cese de actividad del establecimiento situado en la avenida de Blasco Ibáñez

Javier Martínez

Valencia

Viernes, 27 de diciembre 2024, 01:23

La Policía Local ha desmantelado un club de cannabis en la ciudad de Valencia donde permitían consumir droga a jóvenes que no eran socios del establecimiento, que además debía estar cerrado al haber ordenado el Ayuntamiento el cese de su actividad.

La actuación policial tuvo lugar sobre las nueve de la noche del pasado lunes en la avenida de Blasco Ibáñez, cuando dos agentes se percataron de que el Club Social Veintiuno estaba abierto al público a pesar de que el Ayuntamiento había notificado al propietario el cese de actividad por incumplir la normativa.

Los policías llamaron al timbre y abrió la puerta un joven, que dijo ser un colaborador del establecimiento y dejó entrar a los agentes. Este responsable del local llamó por teléfono a un socio del club de cannabis para informarle de la intervención policial, y colaboró con los agentes durante la inspección, pero no pudo o no quiso contestar las preguntas que le hicieron sobre la situación administrativa del establecimiento.

Los policías identificaron a siete jóvenes, con edades comprendidas entre los 19 y 26 años, que estaban consumiendo drogas dentro del local en el número 126 de la avenida de Blasco Ibáñez, y uno de ellos manifestó de forma espontánea que había podido acceder al club privado tras pagar 10 euros. El chico explicó a los agentes que no le habían pedido ningún carné ni número de socio como requisito para poder entrar, y que la única condición que le pusieron fue que abonara el dinero en efectivo.

Durante la inspección, los policías locales observaron que había una barra para servir bebidas y gran cantidad de sustancias estupefacientes dentro de frascos de cristal y pequeñas bolsas, la mayoría de ellas con un código.

Cuando los policías informaron al joven que iban a detenerlo por un delito contra la salud pública (tráfico de drogas), este alegó que todos los jóvenes que estaban dentro del local eran socios de un club privado y que las sustancias estupefacientes eran de ellos.

Los agentes de la Policía Local pidieron entonces al responsable del local que les mostrara el registro de socios para comprobar si era cierto lo que decía, pero el joven les dijo que no sabía dónde estaba el listado. El socio que fue avisado de la inspección policial, un hombre de 39 años, acudió al establecimiento poco después y fue identificado también por los agentes.

La actuación policial se saldó con la detención del encargado del local, un joven belga de 25 años de edad, y la incautación de 650 gramos de hachís y marihuana, un centenar de cigarrillos de cannabis mezclado con tabaco, cuatro básculas de precisión y un gran número de bolsas de plástico y frascos utilizados para guardar y distribuir las sustancias estupefacientes.

Entre los requisitos para ser miembros del Club Social Veintiuno se encuentran tener un mínimo de 18 años, respetar la privacidad de los demás socios y mantener una buena actitud. Las normas de la asociación prohíben entrar en el local con objetos o sustancias ilegales que no sean cannabis, comprar o vender dentro del establecimiento, y no se puede salir en posesión de droga. Después de fumar, los miembros del club deben dejar su cannabis restante en una taquilla asignada.

El lema del club desmantelado era el siguiente: «Si para ti es terapéutico que (el cannabis) sea tu medicina, y si lo usas para divertirte, que sea ocasional», reza un mensaje entrecomillado en la web de la asociación.

Antes de que el Ayuntamiento de Valencia iniciara el expediente de cese de actividad del establecimiento, los vecinos de la zona se quejaban del fuerte olor a marihuana que procedía del local. «Me parece muy bien que fumen cannabis, pero el local tiene que estar acondicionado con salida de humos y todo lo que sea necesario para cumplir la normativa como los bares y las casas de comidas», afirma un vecino de la avenida de Blasco Ibáñez.

«Por este tramo de acera no se podía pasar. El olor a cannabis era muy fuerte, y la gente que paseaba con sus mascotas lo evitaba. Un perro tuvo problemas de coordinación solo por estar un rato en la calle junto al local», añade el vecino.

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