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Una de las mujeres que ejerce la prostitución junto a la pista de Silla, el martes, en el polígono de Catarroja. Damián torres

«Me pongo junto a una cámara de la calle y si un día alguien me mata al menos lo encontrarán»

Miedo y consternación entre las prostitutas de la Pista de Silla tres meses después del asesinato de Florina, todavía impune

J. A. Marrahí

Valencia

Jueves, 15 de abril 2021, 01:18

Han pasado casi tres meses desde que la joven prostituta Florina Gogos apareció asesinada en una acequia de Silla, un crimen todavía impune. Este martes, se investigaba en Valencia la desaparición de una mujer argentina embarazada y con el mismo modo de vida, que finalmente apareció sana y salva.

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A Romina la encontramos mirando esta última noticia en su teléfono móvil. Lleva ya dos décadas en España y tiene hijas a las que mantiene a distancia. «No conozco a esta mujer, pero sí a Florina. De verla por esta zona. ¿Aún no se sabe quién la mató?», pregunta. «Esto es jodido, muy complicado», reflexiona respecto a la prostitución. «Si pudiera dejaría este mundo, pero la necesidad es la necesidad», lamenta. «Yo no tengo chulos, otras, no lo sé. A mí nadie me obliga y voy por libre. Esto lo hago porque quiero y lo necesito para vivir», asegura la mujer. Ella confía en sus clientes conocidos y asegura que no acepta nuevos «por si acaso, y menos ahora».

Al otro lado de la carretera, también en término de Catarroja, Paula espera clientes mientras escucha música con cascos. Tiene 36 años y también es de Rumanía. Llegó a España en 2005 y cuatro años después entró en el oscuro mundo de la prostitución. «Un día me acuchillaron. A otra chica le pegaron hace un mes», recuerda.

Ella deposita toda su confianza en una cámara, la amarrada a una farola a pocos metros de donde coloca su silla blanca de plástico. «Es una costumbre y me da seguridad», resume. «Si algún día alguien me amenaza o me quiere matar le diría que está grabado y, al menos, lo encontrarán». Es su as en la manga ante el miedo con el que conviven estas mujeres. En su mano izquierda, una cicatriz le recuerda a diario el navajazo de un cliente que le robó el bolso.

Un juzgado archivó recientemente la investigación a una presunta red de trata en la que Florina aparecía como víctima. Hubo 30 investigados y ninguno está ya en prisión.

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