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M. SÁIZ-PARDO
MADRID.
Martes, 27 de febrero 2018, 00:12
La inmensa mayoría de los 5.500 vecinos de Anglès, en la comarca de la Selva -en Girona-, sabía que convivía con un asesino. Pocos en el pueblo habían olvidado cómo el 4 de diciembre de 1997 su vecino Jordi Magentí Gamell había aguardado durante hora y media en su coche la llegada de su esposa, con la que estaba en trámites de divorcio, y le había descerrajado tres tiros con su fusil de caza en plena calle para terminar de rematarla con un cuarto disparo en el suelo. Usó balas para el jabalí. Dos meses antes, Pepita le había denunciado por los constantes malos tratos. En 1996 otra denuncia había acabado en condena contra Magentí.
El asesino se entregó poco después en una comisaría cercana. «La he matado porque la quería y no podía soportar la idea de vivir sin ella», dijo. Tenían dos hijos menores. En febrero de 2000, la Audiencia Provincial de Girona le condenó a 17 años de cárcel, que fueron rebajados a 15 por trastorno mental. Pero Magentí salió de la cárcel mucho antes, en junio de 2009, cuando obtuvo la libertad condicional.
Cuando abandonó la prisión, no quiso volver de inmediato a Anglès. Conoció a una mujer colombiana y durante un tiempo viajó y vivió esporádicamente en aquel país sudamericano. Fue en 2015 cuando finalmente se casó con Nancy, mucho más joven que él. Y decidió regresar a Anglès, donde su familia tiene dos viviendas.
Desde su llegada al pueblo no había protagonizado incidentes. De carácter introvertido, solo se le conoce una reciente discusión por una multa de tráfico. Tampoco había habido nuevas denuncias de malos tratos por parte de su nueva mujer.
Sin oficio ni beneficio -no se le conocía un trabajo actual- pasaba las horas entre los cuidados de su tío, del que se ocupaba en una de las casas familiares, y sus tres aficiones: la caza, la papiroflexia -hacer figuras con papel- y, sobre todo, la pesca. Sus fotos en las redes sociales alardeando de la captura de truchas y siluros son numerosas.
El asesino vivía a solo cinco kilómetros del pantano de Susqueda, en Girona; solía frecuentar la zona del doble homicidio por su afición a la pesca y a la caza; y desde el principio fue el principal sospechoso de los Mossos. Pero Jordi Magentí Gamell, de 60 años, no dejó pistas que le pudieran incriminar de forma inmediata. Los investigadores de la División de Investigación Criminal han ido estrechando el cerco durante seis meses hasta que el propio asesino, sabedor de que la Policía catalana ya había descartado las otras vías de investigación, se puso nervioso y comenzó a planear su huida a Colombia, donde ya se encontraba su nueva esposa, de esa nacionalidad.
Magentí fue arrestado ayer a primera hora en Santa Coloma de Farners, hasta donde se había desplazado desde el pueblo en el que vivía, Anglès. Poco después fue detenido su hijo, de 26 años, en la localidad de Salt. Aunque la Policía no le considera autor material del doble homicidio, habría ayudado a su progenitor o le hubiese encubierto.
El jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos, Antonio Rodríguez, fue tajante: no albergan «ninguna duda» de que Jordi Magentí Gamell fue el asesino material de Paula Mas Pruna y Marc Hernández López, de 21 y 23 años, el pasado 24 de agosto. A ella le disparó en la cabeza. A él en un costado del tronco y le apuñaló.
Los Mossos van montando el puzle, pero todavía faltan piezas. El arma sigue sin aparecer. Y sobre todo, no se conoce el móvil. La Policía catalana descarta absolutamente que Magentí tuviera alguna relación previa con la pareja del Maresme. Los investigadores también han desechado de «manera categórica» que pudiera haber obrado por encargo o que los dos jóvenes estuvieran envueltos en algo turbio.
La única tesis que se baraja es que las víctimas se toparon de bruces con su asesino al final del barranco de la fuente de Cal Borni, en la parte más oriental del pantano, la más cercana a Anglès y la que más solía frecuentar Magentí para la pesca de truchas y siluros. Marc y Paula se habrían encontrado con su verdugo la tarde del jueves 24 de agosto (últimas conexiones de sus teléfonos móviles), apenas instantes después de llegar al pantano, tras hinchar el kayak con el que pretendían remar en Susqueda, pero antes incluso de desembalar sus enseres para la acampada.
Con esta premisa los Mossos solo tienen dos tesis sobre el móvil del doble homicidio: o los jóvenes pillaron a Magentí en «algún tipo de acto ilegal» y el cazador los mató para garantizar su silencio o el asesino intentó agredir sexualmente a la joven. La autopsia de los cuerpos, que fueron encontrados el 26 de septiembre en muy mal estado de conservación y lastrados con piedras para que no emergieran a la superficie, no pudo certificar si hubo agresión sexual.
Magentí ha sido sometido a estrecha vigilancia desde principios del pasado septiembre. En aquellas fechas fue interrogado como sospechoso, pero lo negó todo, como hizo ayer. Aseguró que el 24 de agosto no había acudido el pantano. Sí el día posterior. Sin embargo, fueron varios los vecinos que aseguraron haber visto el día del homicidio su cuatro por cuatro blanco, un Land Rover Defender, por la zona. Las cámaras de seguridad también grabaron al vehículo circulando por las inmediaciones del pantano a esas horas.
Desde el principio, además, los Mossos apuntaron a que el asesino, sin lugar a dudas, era alguien que conocía los intricados vericuetos de Susqueda a la perfección. Tanto como para, tras asesinar a los dos chavales, llevar a través de 11 kilómetros de sinuosas pistas forestales su Opel Zafira para hundirlo en una playa donde la profundidad es muy superior al resto del pantano. La captura de Magentí desató de inmediato tres registros para, sobre todo, intentar encontrar el arma con la que se perpetró el doble crimen y otras pruebas que le vinculen con los dos asesinatos. El sospechoso será puesto en breve a disposición del Juzgado número 2 de Santa Coloma de Farners, que asumió la instrucción del caso.
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