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La Guardia Civil de Moncada investiga la profanación de las tumbas de un guardia civil y un policía nacional que fueron asesinados por dos atracadores y la banda terrorista ETA, respectivamente, en un camino de la localidad de Godella y en Pamplona en 1984. Los autores del sacrilegio saltaron el muro del cementerio, rompieron las lápidas de mármol y sacaron los ataúdes para celebrar un extraño ritual con gallinas decapitadas.
La profanación tuvo lugar en la madrugada del pasado lunes. Un trabajador del cementerio avisó a la Policía Local de Moncada tras descubrir los daños en los dos nichos y los restos de un féretro en el suelo. El enterrador también encontró una botella que contenía aguardiente u otra bebida alcohólica diluida en agua, que será analizada por los especialistas de la Guardia Civil para buscar posibles restos de ADN, unos símbolos pintados en el suelo y dos gallinas decapitadas dentro de los ataúdes.
Tras recibir el aviso del sacrilegio, el Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Moncada asumió las investigaciones y realizó una inspección minuciosa en el camposanto para buscar huellas de los autores de la profanación. Los familiares de los dos agentes asesinados no tienen ninguna explicación sobre los hechos ocurridos y están consternados e indignados desde que fueron informados del macabro suceso. «Esto es un ultraje a la memoria de nuestros seres queridos«, afirmó un familiar de uno de los difuntos.
La Guardia Civil está investigando si los individuos que realizaron el ritual robaron también uno de los cráneos, ya que no estaba entre los huesos esparcidos. Los profanadores podrían profesar una religión afrocubana que celebra rituales con huesos humanos y aves decapitadas.
El guardia civil cuya tumba ha sido violada y otros dos compañeros de patrulla murieron al ser tiroteados por dos atracadores, en la madrugada del 17 de enero de 1984, cuando realizaban un control en una carretera de Godella. Los agentes resultaron heridos de muerte pero dispararon a sus asesinos. Uno de ellos, Andrés Martínez Larios, falleció horas después del enfrentamiento. El otro, Luis Martínez Larios, hermano del anterior, logró escapar y fue detenido posteriormente en una pensión de la calle Bello de Valencia.
El policía enterrado en un nicho contiguo al del guardia civil fue asesinado por ETA el 13 de abril de 1984 con un coche bomba en Pamplona. Tenía 25 años, estaba casado y su padre era entonces el jefe de la Policía Local de Moncada. Las dos tumbas profanadas se encuentran junto a las de los otros dos guardias civiles asesinados, pero estas no han sido ultrajadas.
Otras profanaciones
La Guardia Civil ha investigado varias profanaciones de tumbas en cementerios de la Comunitat Valenciana en los últimos años. El 3 de diciembre de 2016, unos individuos destrozaron siete nichos en el camposanto de Llíria. La Guardia Civil centró entonces la investigación en un grupo de ladrones de joyas o gamberros al no encontrar restos de ningún ritual junto a los ataúdes.
El cementerio de Requena ha sido escenario de varios rituales y actos vandálicos en los últimos años. Alguien colocó un ataúd de forma vertical con el cadáver de un guardia civil que había fallecido dos meses antes, y también profanaron la tumba de una anciana en 2014.
Los individuos que rompen los nichos, dañan las urnas funerarias o violan las sepulturas con ánimo de ultraje se enfrentan a penas de tres a cinco meses de prisión o una simple multa, según el artículo 526 del Código Penal.
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