La Audiencia Provincial de Valencia ha prorrogado la prisión provisional de la pareja procesada por el asesinato de sus dos hijos en Godella, Maria G. M. y Gabriel Salvador C. A., tras cumplirse este martes dos años de su encarcelamiento. El presidente del tribunal ha aceptado la petición del fiscal después de valorar el riesgo de fuga y la gravedad de los hechos cometidos por los acusados.
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La vista se celebró el lunes por la mañana en la Ciudad de la Justicia de Valencia con la presencia de todas las partes. Los acusados comparecieron por videoconferencia y fueron informados de su situación procesal a la espera del juicio con jurado popular, que comenzará el próximo 31 de mayo.
Los abogados defensores de los padres solicitaron su excarcelación por diferentes motivos. El letrado Arturo Peris alegó que no existen pruebas de la participación de Gabriel Salvador C. en los crímenes y pidió su puesta en libertad con medios de control telemático. La abogada Luisa Ramón adujo la falta de una asistencia adecuada en la cárcel de Picassent para personas que sufren graves trastornos mentales, como su patrocinada, así como "el riesgo improbable de fuga".
Por ello, la letrada de María solicitó la reclusión de la joven en su domicilio, con las medidas de vigilancia que resultaran necesarias, porque el encarcelamiento de la enferma mental entraña un grave peligro para su salud. De esta forma, la acusada podría tener una mejor atención psiquiátrica.
Según el fiscal, los acusados bañaron a sus dos hijos de seis meses y tres años en la piscina de la casa de Godella con el propósito de purificarlos, y momentos después, les propinaron numerosos golpes en la cabeza. Los violentos hechos ocurrieron entre las diez de la noche del 13 marzo y las cuatro de la madrugada del 14 de marzo de 2019. Ixchel y Amiel murieron tras sufrir múltiples traumatismos craneoencefálicos.
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Tras apreciar la eximente completa de anomalía psíquica en la madre por el grave trastorno mental que padece, el fiscal pide para ella un internamiento en un centro psiquiátrico durante un período de 25 años; mientras que para el padre solicita una condena de 50 años de prisión por dos delitos de asesinato. La defensa de Gabriel pedirá al tribunal del jurado que lo absuelva al considerar que no instigó a su pareja a cometer el crimen.
Esquizofrenia paranoide
Cuando sucedieron los trágicos hechos, María padecía una esquizofrenia paranoide en fase de brote agudo que anulaba su inteligencia y su voluntad, las bases psicobiológicas de la imputabilidad. Sin embargo, la enfermedad mental fue diagnosticada por los médicos después de los asesinatos.
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La joven acudió en febrero de 2019 a la consulta de una psiquiatra, pero la especialista le dijo que solo padecía ansiedad. Según los médicos que la atendieron en el Hospital de Llíria y la cárcel de Picassent, María sufría trastornos psicológicos desde hacía tiempo, posiblemente desde el parto de su hija Ixchel. Además, los acusados consumían cannabis "todos los días", según declaró Gabriel.
Como consecuencia de las obsesiones sobre la secta que creían que les perseguía, el acusado inculcó a su pareja la idea de que la única forma de proteger a sus hijos del asedio "era, previo un baño purificador de sus almas, terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudiera revivir", asevera la acusación pública en su escrito de conclusiones.
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La sangre encontrada en una chaqueta de lana de María pertenece a uno de sus hijos y evidencia el contacto que tuvo con el cuerpo ensangrentado del niño, según el informe realizado por el Departamento de Biología del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil.
Los investigadores creen que los menores murieron en la piscina, donde también hallaron restos de sangre, y luego su madre trasladó los cadáveres para enterrarlos a unos 100 metros de la casa. Esto explicaría el resultado de las pruebas de ADN, con el cotejo positivo confirmado en el laboratorio, tras el análisis de la ropa que llevaba María la noche del doble crimen.
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Según consta en el sumario, "la propia madre fue quien, pocas horas después de ser localizada en el interior de un bidón de plástico en las proximidades de la casa, condujo a los investigadores hasta el lugar donde reconoció haber enterrado a sus hijos, justificando que los encontró muertos al despertarse a primera hora de la mañana".
El padre de los niños negó su participación en los asesinatos cuando prestó declaración ante el juez instructor. Gabriel Salvador manifestó que estaba durmiendo cuando su pareja sacó a los menores de la casa y les propinó multitud de golpes en la cabeza. La defensa del acusado culpa a María del doble crimen y del enterramiento de los cadáveres.
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