Los rasgos que definen a un psicópata

Expertos en psicología del crimen detallan el tipo de conducta que define a un asesino en serie como Joaquín Ferrándiz

G. Navaz Ayerra

Valencia

Miércoles, 19 de julio 2023, 00:33

El asesino en serie Joaquín Ferrándiz, que en los años noventa violó y asesinó a cinco mujeres en Castellón, sufría trastorno poliformo de la personalidad, una alteración de la conducta que, según la sentencia, «no le impedía gobernarse a sí mismo». Para Vicente Garrido, el criminólogo valenciano que logró su confesión, Ferrándiz era 'el chico de la puerta de al lado', que dejaba oculta se compulsión homicida. Un psicópata integrado plenamente en la sociedad. El cine y la literatura han explotado hasta la saciedad el recurso del asesino psicópata para hacernos pasar miedo. Sin embargo, en la vida real, considerar a una persona como psicópata es más complicado. Hoy en día, no existe una unanimidad entre los expertos sobre clasificarlos. A diferencia de otros trastornos mentales, no existe un comportamiento único que pueda catalogar a una persona como psicópata. Es preferible hablar de una graduación de más a menos. Esta falta de criterio hace que sea muy difícil trasladar a una sentencia judicial este trastorno de la personalidad. Para Nicolás Marchal, director del Grado en Criminología y Ciencias Forenses de la Universidad Nebrija, es muy importante destacar que «poseer rasgos psicopáticos no convierte a esas personas en criminales». «Algunos pueden integrarse socialmente y tener éxito en la vida». Según Marchal, no hay dos psicópatas iguales con variaciones muy significativas en el comportamientos y los rasgos. Las características más comunes son las siguientes:

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Manipulación

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Tras su primera condena por violación, en el año 1989, Joaquín Ferrándiz fue capaz de manipular a familiares y amigos para que creyeran en su inocencia. Fue habitual ver a su madre en televisión pidiendo la liberación de su hijo, e incluso, llegó a escribir una carta a la víctima. Una «niña cruel», como llegó a llamarla. Un grupo de amigos incluso recogieron firmas para pedir su puesta en libertad. En Castellón, muchas personas le veían como una víctima de un error del sistema judicial.

Falta de empatía

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En el caso de Ferrándiz los expertos creen que nunca superó la mala relación con su padre y su prematura muerte. Para los investigadores de la Guardia Civil que llevaron su caso, la ruptura de la relación sentimental que le unía a una de sus novias, Beatriz, también pudo ser un factor desencadenante de la serie de violaciones y asesinatos que cometió.

Narcisismo

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Tras su primera estancia en la cárcel (de cinco años), los investigadores creen que pasó de la violación al asesinato para no dejar víctimas que le pudieran identificar. Tras su quinto asesinato, la Policía Nacional detuvo a un camioner, Claudio Alba, como presunto autor de los crímenes. Durante el tiempo que el cabeza de turco estuvo en prisión preventiva, Ferrándiz no cometió ningún otro crimen para no levantar sospechas y poder quedar impune de sus delitos.

Sin remordimientos

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El juicio contra Ferrándiz fue un antes y después en muchos aspectos, entre ellos en el campo de la psicopatía. Hasta entonces, este tipo de trastornos podían considerarse como atenuantes y servían para conseguir rebajas en las penas. La participación de expertos en psicología y psiquiatría en el caso, tanto en las labores de investigación como en la parte judicial, logró profesionalizar muchos aspectos en un campo como la psiquiatría forense que hasta entonces no eran empleados por los cuerpos y fuerzas de seguridad.

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Ferrándiz, un psicópata integrado

Vicente Garrido lo define como 'el chico de la puerta de al lado'. Tenía un trabajo estable en una compañía de seguros y sus compañeros lo consideraban un trabajador modelo. Fue capaz de hacer amigos y amigas y tenía una rica vida social. Poseía un buen autocontrol y nadie de su entorno podía imaginarse que era un asesino en serie. A pesar de la crueldad que aplicaba en los asesinatos, todas las víctimas, en un primer momento, fueron con él de forma voluntaria. Tenía una gran capacidad para mentir, manipular y embaucar a sus víctimas para que accedieran a irse con él sin mediar violencia o coacción. Para Garrido, esta trayectoria vital de Ferrándiz, lo enmarca dentro del grupo de psicópatas integrados.

La categoría de no integrados la forman aquellos psicópatas que tienen un desarrollo delictivo más temprano. Desde jóvenes abusan del alcohol y de las drogas. Suelen tener una larga lista de antecedentes y son más impulsivos y desinhibidos. Suelen llevar vidas erráticas con poca integración social. Al contrario de Ferrándiz, es un grupo que utiliza desde un primer momento la violencia y no emplea la manipulación o la mentira para lograr la confianza previa de sus víctimas.

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