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CSI medicina legal | Los huesos pueden delatarnos: lo que cuentan de nosotros

Los huesos pueden delatarnos: lo que cuentan de nosotros

Identificaciones, desapariciones y asesinatos son algunos de los casos que se pueden resolver si se sabe escuchar lo que los huesos nos cuentan

Lunes, 10 de enero 2022

Estamos acostumbrados a ver series como CSI o Bones donde un cadáver cuenta todas las claves de un complicado asesinato pero ¿esto es así en la vida real? ¿se puede averiguar la causa de la muerte o identificar a una persona a partir de unos pocos restos? La respuesta es que sí como bien saben en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia. En el departamento de Antropología Forense reciben cada año entre 30 y 35 cadáveres que proceden de situaciones en las que una autopsia convencional no da todas las claves. En estos casos se necesita un especialista para averiguar de quién son esos restos y qué es lo que ocurrió.

«La antropología forense es una suma de métodos que nos permite identificar un esqueleto aunque esté en avanzado estado de descomposición e incluso saber cómo falleció», corrobora el doctor Manuel Polo, doctor en Medicina y antropólogo forense en el IML.

De quién son estos huesos

Pero vayamos por partes. Lo primero es la identificación. Poner nombre y apellidos a unos restos que si son víctimas de asesinatos suelen aparecer enterrados, ocultos o abandonados en los más diversos lugares por lo que el estado de conservación no es óptimo. Aún así, la ciencia forense es capaz de averiguar a quién pertenecían. Los métodos que la Interpol recomienda son:

Huellas dactilares

Desempeñan un papel esencial en las investigaciones judiciales ya que se trata de una técnica económica y de gran fiabilidad

Cada persona tiene un huella única y ésta posee distintos elementos para su comparación

Para su cotejo se comparan forma, tamaño y disposición de arcos, curvas y espirales con las bases de datos policiales como la de la imagen que es la de la Policía Nacional

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Odontología

Cuando no se dispone de las huellas porque han sido destruidas o falta esa parte del cuerpo la identificación es más complicada pero no imposible. Se procede a la comparativa dental.

Además de las piezas dentales, las huellas labiales de cada individuo son únicas, al igual que las cretas palatinas, que son los dibujos y estructura del paladar, pero no suele haber registros previos de ellos

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ADN

Es la prueba por excelencia aunque en la realidad se suelen preferir las anteriores por ser más rápidas e igual de fiables.

El programa Fénix es el que almacena muestras biológicas de familiares de personas desaparecidas para poder comparar el ADN en caso de que aparezcan restos

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Sin embargo, hay ocasiones en los que estas pruebas no sirven porque el cadáver está muy deteriorado o fragmentado, es decir, sólo hay disponibles algunas partes del mismo.

Entonces hay que volver al esqueleto. «No hay un hueso que aisladamente nos diga el sexo y la edad. No podemos elegir uno, nos quedaríamos cojos», aclara el doctor Polo. «Por un lado tenemos el conocimiento de la morfología humana y luego está la métrica. De cada cadáver, una vez esqueletizado, tomamos entre 76 y 78 medidas. Longitudes, perímetros, diámetros y demás y sobre ellas hallamos índices y volúmenes que nos permiten perfilarlo antropológicamente». Aplicando estos concienzudos métodos y escuchando lo que los huesos cuentan los especialistas van despejando incógnitas «con todo esto averiguamos la edad, el sexo y la estatura», continua.

Grupo ancestral

Aunque lo primero que hay que determinar es el grupo ancestral ya que no se puede estimar la estatura de un individuo sin saber si era asiático o europeo. La filiación ancestral, que no la raza, se averigua también tomando distintas mediciones. Y en este caso, la parte del esqueleto que más información aporta es el cráneo.

Hay algunas coincidencias morfológicas en los grupos ancestrales como las longitudes del cráneo, la forma del paladar o los bordes e índices nasales

Según las caracterísiticas de esos puntos ya se puede determinar el tronco al que pertenecía el individuo

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Además del cráneo también se perciben diferencias al analizar la mandíbula, clavícula y omóplato, además de fémur y radio.

Las diferencias no se limitan al tamaño de la misma si no que existen algunos rasgos identificativos de cada grupo como la cúspide de Carabelli

También hay otros huesos que aportan información para determinar el grupo ancestral como húmero, radio, fémur y pelvis.

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El sexo

Antes de continuar, también hay que averiguar si los restos pertenecieron a un hombre o a una mujer. «El sexo es lo más fácil de determinar con una estimación de acierto del 96-98% pero a veces tenemos problemas ya que tras los análisis pueden aparecer cuatro resultados posibles: hombre, mujer, situación alofisa e indeterminado. Indeterminado es una situación excepcional que sólo ocurre cuando tenemos unos huesos muy fragmentados como en una gran explosión, mientras que un individuo alofiso es aquel en el que hemos aplicado con garantías todos los métodos y unos devuelven que es varón y otros que es mujer. Los casos de dimorfismo sexual entre europeos son menos frecuentes pero entre poblaciones mesoamericas, por ejemplo, es más complicado», explica el doctor Polo.

En cuanto a la parte del esqueleto que mejor funciona para esclarecer a qué sexo pertenecen unos restos parece que no hay dudas: hay que escuchar a la pelvis.

La estructura general en los hombres es más pesada y gruesa mientras que en las mujeres aparace liviana y delgada

Al ver la cantidad de diferencias existentes por sexo es fácil comprender porqué es el hueso que más revela a este respecto

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Para cerciorarse o cuando hay dudas con individuos indeterminados y alofisos también se toman medidas de otras regiones anatómicas. Es el momento de prestar atención de nuevo al cráneo y a los huesos largos.

En lo concerniente al cráneo, también es interesante el estudio de las dentaduras ya que los hombres tienen un cuerpo mandibular más grueso y rugoso y la zona que une la mandíbula con el cráneo más ancha que las mujeres

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La edad

Cuando se sabe si los restos pertenecen a un hombre o una mujer, caucásica, asiático o negroide llega el momento de esclarecer cuántos años tenía al morir. Los huesos vuelven hablarnos.

Lo que intentan los antropólogos forenses es ubicar al cadáver en tramos de edad y esto resulta mucho más sencillo entre los niños y jóvenes. Sólo hay que mirarles la dentadura.

Los antropólogos intentan ubicar el cadáver en alguno de estos seis tramos de edad: Infantil 1 (hata los 6 años), Infantil 2 (de 7 a 14), Juveniles (de 15 a 18 ), Adulto joven (entre 18 ó 20 y 35 ó 40 años), Adulto maduro (hasta los 50 ó 60 años según las poblaciones) y Senior (60 y más años).

Al observar qué piezas dentales hay y cuáles no, se puede saber con bastante exactitud qué edad tenía el individuo al fallecer

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Junto con los dientes «si el individuo es joven es más sencillo situarlo en una franja concreta ya que hay una cronología muy conocida de cómo se fusionan los huesos. Según el desarrollo que presenten los extremos óseos, su grado de maduración, se puede saber cuántos años tenía con un margen de error de 4 a 6 meses», continua el antropólogo del IML.

El margen de error de la estimación de la edad observando la maduración ósea es de 2 a 3 años.

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Pero ¿qué ocurre cuando estamos ante un adulto? En estos casos es más complicado porque los fenómenos de envejecimiento varían según la población, el sexo, el ambiente, el estatus social y las condiciones de salud de la persona. De nuevo tenemos que prestar atención a los huesos. A tres en concreto: la cuarta costilla, la sínfisis del pubis y el cartílago tiroides.

En la esqueletización se desprenden los huesos de las partes blandas. Para ello primero se maceran durante dos o tres semanas, después se cuecen durante unas seis horas, se secan, se blanquean con sustancias químicas y se vuelven a secar durante 2 o 3 días.Este proceso permite que examinar cualquier tipo de herida o muesca en los huesos así como hacer las mediciones oportunas para determinar la edad, sexo, etc.

Averiguar cuántos años tenía el individuo con esto métodos tiene una exactitud de unos 5 años en individuos de 20 a 30, 10 años en el grupo de 30 a 40 y en edades más avanzadas dependerá de las condiciones de vida que llevaba la persona

La costilla comienza siendo muy plana y luego va cambiando, creciendo y teniendo alteraciones porque son fracciones de los cartílagos que al madurar osifican. Esto sitúa al individuo en rangos entre 5 y 10 años.

La epífisis o extremos se encuentran ya unida a los diecisiete años, aunque su madurez completa no se alcanzaba hasta los veintitrés.

Es un excelente indicador de la edad, ya que sufre cambios en las distintas etapas de desarrollo. Así presenta una serie de surcos y a medida que avanza la edad los extremos se van labiando, empiezan a crecer zonas de desarrollo por los extremos y se van perdiendo todas las crestas que un individuo joven tendría.

Con este método se puede situar la edad con una exactitud de en torno a diez años

Estos tres métodos combinados son las más utilizados aunque existen otros más secundarios por ejemplo las suturas craneales que son bandas fibrosas de tejido que conectan los huesos del cráneo y cambian con el paso del tiempo

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La estatura

La estatura es una de las características requeridas para completar el proceso de identificación. Es hora de hacer caso a los huesos largos para desentrañar esta nueva incógnita.

La altura se puede averiguar con un rigor matemático de más menos 3,5 centímetros pero «para realizar las mediciones adecuadamente debemos tener en cuenta las longitudes máximas y también las anatómicas, ya que los huesos al articularse producen cierta rotación», apunta el antropólogo forense del IML, Manuel Polo.

Hay fórmulas matemáticas en las que se relacionan las medidas de uno, dos o tres huesos, en un grupo poblacional definido y lo que te da es un resultado con una desviación de más menos 3,5 cm

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Un quinto factor puede ayudar en la identificación del sujeto de estudio son las enfermedades que tenía en vida. Muchas de ellas dejan su huella en el esqueleto como las degenerativas

Muchas condiciones sociales y culturales dejan huellas notorias en los restos óseos de los que se pueden extraer deficiencias nutricionales, traumas, problemas hemáticos como la anemia, tumores e incluso enfermedades contagiosas (venéreas, tuberculosis).

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También las enfermedes traumáticas dejan su rastro. Un implante, clavo o placa quirúrgica pueden ser fundamentales para comparar la historia clínica y retratar a un desaparecido.

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Cómo murió

La pericia de los antropólogos forenses es tal que pueden dar con la causa de la muerte. Para ello hay que volver a escuchar a los huesos ya que, según los especialistas, son muy pocas las maneras de matar que no dejan algún vestigio en el esqueleto. Los apuñalamientos que suelen rozar alguna costilla, las lesiones craneales por golpes con objetos contundentes, los disparos de bala, todos ellos dejan su impronta sólo hay que saber encontrarlas.

Un hueso es como una herida, si se produce una fractura en vida hay un proceso de cicatrización ósea y según cómo esté dicha cicatrización se puede saber cuándo se produjo la herida.

Lo más complicado es cuando una muerte violenta ha implicado traumantismos y en esos casos lo que analizan los antropólogos son los trazos de la fractura, ver cómo se ha producido

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«Para mí son un reto los traumatismos. Cuando hay que hacer un análisis dinámico complementario de cómo se ha producido una herida o traumatismo», afirma el Dr. Polo. Para ello se comparan las características del arma sospechosa, cuyas características proporciona la Policía, con las trazas que se producen durante la reconstrucción.

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Si hay un instrumento o arma sospechosa se pide su estudio. Se miran las trazas que deja en el simulador y se comparan con los datos del arma proporcionados por la científica.

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¿Y las armas de fuego? Pues también dejan su rastro en los huesos pero son distintos que los que provocan las armas contundentes. En estos casos hay que fijarse en la dirección y características de las marcas que dejan ambos para diferenciarlos

También hay simuladores de heridas por armas de fuego en los laboratorios con las características físicas, volúmen, tejido cutáneo y distintos espesores de un individuo para estudiar el tipo rastro que dejan, calibre, si se disparó a cañón tocante, etc

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Con todas estos métodos y procedimientos no es de extrañar que el trabajo de los antropólogos forenses sea clave para orientar las investigaciones policiales, determinar la autoría de un crimen y resolver procedimientos judiciales, todo ello con las herramientas técnicas y científicas que les ayudan a comprender y sobre todo a escuchar a nuestros huesos.

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