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Un coche de la Guardia Civil de Cullera en una imagen de archivo. Iván Arlandis
Investigan si un sacerdote de Cullera y una cuidadora mataron a un anciano para quedarse con su herencia

Investigan si un sacerdote de Cullera y una cuidadora mataron a un anciano para quedarse con su herencia

La víctima, de 91 años, comenzó a sufrir alucinaciones y murió a los dos meses de nombrar a la mujer beneficiaria de su patrimonio

Jueves, 20 de junio 2024, 15:01

La Guardia Civil investiga a un sacerdote y a una cuidadora por presuntamente matar a un anciano de 91 años en Cullera para quedarse con su herencia. Los acusados han acudido a declarar al juzgado de Instrucción Número 1 de Sueca después de que el sobrino de la víctima los denunciara como supuestos autores de asesinato y extorsión como ha adelantado À Punt y ha confirmado LAS PROVINCIAS.

Al parecer, sólo cuatro días después de que la cuidadora entrara en casa de José Félix este empezó a sufrir alucinaciones. A los 18 días la llevó a un notario para desheredar a su sobrino y la nombró heredera universal a cambio de cuidarlo sin cobrar (aunque supuestamente la investigada siguió cobrando los mil euros). El hombre murió a los dos meses de cambiar su testamento y donar todos sus bienes a ella.

Los forenses no le pudieron practicar la autopsia dado que la mujer dio la orden de que lo incineraran al morir y dijo a la familia que había fallecido de una insuficiencia respiratoria. Sin embargo, la hipótesis que se está barajando es que la acusada, en coordinación con el sacerdote, le administrara una mayor medicación de la que tenía recetada la víctima para poder conseguir hacerse con su patrimonio.

Los vecinos han declarado la fecha en la que el hombre comenzó con las alucinaciones, que hasta el momento no había sufrido. Lo oían gritar. El sobrino de la víctima era el encargado de cuidarlo, sin embargo, al envejecer consideró que necesitaba ayuda así que acudió a la iglesia de San Antonio Abad. Allí, el sacerdote le recomendó a esta mujer para que le hiciera de cuidadora. Comenzó a trabajar de ipso facto. Sin embargo, según la declaración de la médico del fallecido su estado de salud comenzó a deteriorarse mucho después de que fuera ella la que se hiciera cargo de él. Tenía todo el cuerpo cubierto de llagas.

Además, la empleada cambió la cerradura de la vivienda mientras el anciano todavía estaba vivo para impedir que sus familiares entraran en la casa. De hecho, parece ser que cuando acudieron los efectivos por estas circunstancias alegó que esa casa era suya.

La investigación ha comenzado fruto de la denuncia del sobrino del hombre, conmocionado por la muerte de su tío. El denunciante asegura que su tío se encontraba en buen estado antes de dejarlo al cargo de la cuidadora. Sin embargo, como la mujer ordenó su incineración nada más falleció el anciano no se le puede practicar la autopsia y ver si, evidentemente, murió por una intoxicación de fármacos o si fue por causas naturales como trasladó la investigada a la familia y amigos de él.

Antes de morir, el anciano tenía en sus cuentas 33.000 euros y cuando comenzó la investigación de la Guardia Civil tan sólo quedaban 14.000. También era la heredera del piso valorado en 80.000 euros. Al parecer, el párroco cobró 6.000 euros. La investigación apunta a que el sacerdote y la cuidadora idearon un plan para quedarse con todo el patrimonio del señor dado que no tenía «herederos forzosos» y se aprovecharon de su debilidad y lo aislaron para que ni su familia ni amigos pudieran visitarlo.

Como ha comunicado el letrado de la defensa del párroco, Juan Molpeceres, el investigado Jesús Soler se ha acogido a su derecho a no declarar. «Mi defendido explica que fue un sobrino quien acudió a pedirle que buscaran a una cuidadora, porque según le dijo, 'sentía que no podían con el cuidado de D. José Félix'. El párroco se limitó a intentar ayudar con alguien que pudiera tener experiencia en el cuidado de ancianos y lo que hizo fue presentarlos. Es importante señalar que el párroco no tenía relación de amistad ni con el anciano ni con la cuidadora», ha explicado el abogado.

Según la defensa, el cura y José Félix se conocían desde hacía dos años porque acudía a la parroquia y con la evolución de la enfermedad, reclamaba la presencia del párroco para que le administrara los sacramentos. «La relación que tenían era como sacerdote y fiel. Cuando José Félix le llamó para informarle de que estaba muy enfadado 'porque su sobrino le había quitado los poderes y quería dejarle parte de su herencia', el párroco se negó rotundamente. Posteriormente, el notario le comunicó que quería legar una cantidad económica de 6.000 euros y los enseres de la casa, pero el párroco de nuevo dijo que no. No fue hasta después del fallecimiento que tuvo conocimiento del legado, porque no había recibido ya comunicación oficial», ha matizado Molpeceres.

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