Los vecinos del Edificio 2.000 de Valencia no pueden conciliar el sueño. Es la séptima vez que atacan la cristalera de la fachada desde ... principios de verano. ¿El responsable? Un individuo que entra y sale de los calabozos y al que no parece importarle tener una orden de alejamiento de la zona. La Policía lo ha detenido en muchas ocasiones. Una vez lo ponen en libertad, vuelve a las andadas.
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Durante la madrugada de este miércoles el hombre ha vuelto a atacar. «Ha cogido una piedra y ha roto casi totalmente la cristalera del lado derecho», comenta César (nombre ficticio), uno de los vecinos que presenció el ataque.
Todo comenzó sobre la 1.30 de la mañana. El agresor comenzó a lanzar la piedra contra la fachada de cristal. «Incluso entró dentro del patio y rompió tres buzones y la puerta para entrar a la oficina de seguros», lamenta Pedro (nombre ficticio), otro afectado.
Cuando el arrestado entró en el edificio, el vigilante del garaje le pidió que se marchara. Según relatan los testigos, el agresor le dijo: «¡Vete o te mato!» Al parecer, ante el temor de que pudiera atacarle, el vigilante se fue hasta que llegó la Policía y consiguieron arrestarlo.
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Ya el pasado 23 de agosto sufrieron el último ataque. Los vecinos tomaron la medida de poner a un vigilante de seguridad las 24 horas del día. Pero ni siquiera sus esfuerzos por contener la situación fueron suficientes para amedrentar al agresor y ha continuado con sus actos vandálicos.
Lo que llama la atención a los vecinos es que el atacante nunca ha tratado de entra a ninguna de las viviendas a robar. «Es una de las personas que vivían en el parque de detrás del edificio y que la ha tomado con nosotros. No hay otra explicación», cuenta el vecino.
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Aunque el individuo se ha ensañado con el edificio 2.000 también causó desperfectos en la zona del Botánico a lo largo de todo el verano, Rompió los cristales de una clínica de rehabilitación, de la sede de la Conselleria de Sanidad y de una guardería. Sin embargo y a pesar de tener una orden de alejamiento, el hombre no deja de atacar al edificio 2.000. «A lo mejor ha tenido un problema con alguien de aquí y nos castiga por eso. Ya no sabemos qué hacer», revela uno de los afectados.
«Esto es un infierno. Así no se puede vivir. Estamos hartos y tenemos miedos», cuenta César. La desesperación se ha apoderado de ellos. Pensaron que cuando arrestaron al atacante la situación se resolvería, pero enseguida que pisa la calle vuelve a las andadas. Incluso ha realizado desperfectos pegando golpes con una barra de hierro.
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Su modus operandi es siempre el mismo: ataca a las viviendas de la zona de la calle Quart, de madrugada y causando los máximos desperfectos posibles. Los vecinos tienen previsto convocar una junta general urgente para abordar la situación. Ni todas las denuncias que han interpuesto ni todas las llamadas a la Policía han sido suficientes para poder contener la oleada de ataques vandálicos que atemorizan al barrio del Botánico.
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