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ALICANTE.
Miércoles, 16 de octubre 2019, 00:52
Silencio y tristeza. Miguel López, único acusado del crimen de su suegra, María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de la CAM, Vicente Sala, se acogió ayer a su derecho a no declarar a todas las partes, incluida su defensa, que aseguró que se adoptó esta decisión debido al «estado anímico débil» del acusado, que estuvo visiblemente afectado en esta segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Alicante. A Miguel López, marido de la hija pequeña de María del Carmen Martínez, se le acusa de ser el autor material de los dos disparos en la cabeza que acabaron con la vida de su suegra, crimen ocurrido el 9 de diciembre de 2016 en el concesionario de coches que él regentaba en Alicante.
En la sesión de ayer declararon dos testigos: el trabajador del lavadero donde ocurrió el crimen y un comercial del taller, que explicaron que el empleado era quien entregaba el coche a la víctima cada vez que lo llevaba pero, en esa ocasión, López dijo que se lo daría él mismo.
El trabajador afirmó no recordar a qué hora estaba el coche lavado y listo para la entrega y confirmó que fue él quien le dijo a la administrativa que llamara a María del Carmen para que fuera a recoger el vehículo. También vio llegar a la víctima y coincidió con Miguel en la puerta de área de recambios, hablaron unos minutos y le preguntó si se había marchado su suegra. «Me dijo que no lo sabía. Nos giramos y buscamos el coche en el aparcamiento y no estaba». Posteriormente, al testigo le pareció ver el coche de la dueña de Novocar en el lavadero con su silueta en su interior, aunque no le extrañó porque no era la primera vez que se quedaba viendo el teléfono móvil dentro del coche.
El trabajador, por último, confirmó que le pareció ver un hombre con la cara ensangrentada en el coche y fueron a ver y comprobaron que era María del Carmen, que cree que estaba «de pie apoyada en la aleta trasera izquierda y con la cara ensangrentada e intenté sentarla en el asiento de atrás del coche».
El testigo llamó a Miguel López y posteriormente al 112 y negó que la víctima tuviera la ropa desgarrada y afirmó que pensó que «le habían atracado o pegado». También confirmó que fue en la segunda llamada a Miguel López cuando le avisó de que había unos casquillos en el suelo.
Tanto el trabajador del lavadero como el comercial declararon que no recordaban si en alguna ocasión López había entregado el coche a su suegra o a algún cliente, y negaron tener algún problema con la víctima o saber disparar una pistola. A preguntas de la defensa de Miguel López, el trabajador del lavadero confirmó que en los días previos María del Carmen se había quejado de que el coche no estaba bien lavado; aunque no sabía si esa podía ser la razón por la que López le entregó el coche a su suegra. Por su parte, el comercial afirmó que cuando se acercó a la zona de recambios a hacer una consulta había dos trabajadores, y confirmó que vio a desconocidos en el lavadero.
Desprecio y temor
El letrado de la acusación particular, que representa a Vicente Sala hijo, dijo que las pruebas demostrarán que Miguel López mató a su suegra, «porque la despreciaba y la temía, ya que la vida de lujo de la que disfrutaba el acusado dependía de las decisiones que tomaba su suegra», que poseía el 70% de las acciones del holding.
Aseguró que su cliente, hijo de la víctima, «no quiere venganza» y por eso exigen las mismas penas que el Misterio Fiscal, y que tampoco quiere el dinero del autor del crimen, por lo que renuncia a la indemnización. Por su parte, el abogado defensor de Miguel López reiteró que hay más de una veintena de indicios que prueban que Miguel es inocente: no se ha encontrado ADN ni en la escena del crimen, ni en la vaina del casquillo de la bala. En el registro de su casa no hallaron pruebas ni en su teléfono, y tampoco se encontró pólvora en sus manos. En cuanto al móvil económico, el abogado afirmó que el matrimonio cuenta con separación de bienes y que se ha llegado a un acuerdo económico entre los hermanos.
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