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La asesina de camino a los juzgados en una imagen de archivo. Jesús Signes

El Supremo confirma la prisión permanente revisable para la mujer que asesinó y enterró a su marido en Godelleta

El Tribunal ha desestimado el argumento de la condenada que aseguró que cumplió la voluntad de su marido con parálisis

Miércoles, 31 de enero 2024, 17:05

El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de prisión permanente revisable para Beatriu F.C. que asesinó en Godelleta a su marido que padecía parálisis y no podía defenderse del ataque. La condenada lo asfixió con un cordón de zapatillas tras no conseguir provocarle la muerte al intoxicarle con gas de butano dentro del vehículo.

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La Audiencia Provincial de Valencia condenó a la asesina a cumplir una pena de 25 años de prisión. Sin embargo, al recurrir la sentencia, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) estimó que debía de cumplir una pena de prisión permanente revisable. Una sentencia que ha ratificado el Tribunal Supremo.

El Tribunal considera que el asesinato se produjo de una manera «cruel» al intentar que su marido Isaac Guillén inhalara el gas de butano para después acabar con su vida con un cordón de zapatos. Antes de matarlo, le propinó golpes para que no pudiera defenderse aunque por su condición casi no podía oponer resistencia al ataque. Además compró una parcela para deshacerse del cuerpo y echó sobre los restos cal viva. Por ello, el Tribunal Supremo considera que estos hechos «patentizan una intención homicida, muy alejada de la compasión y del respeto por la autonomía y la dignidad personal».

Durante el juicio, Beatriu argumentó que su marido quería morir debido a la enfermedad degenerativa que padecía, lo que le hacía especialmente vulnerable. La acusación particular siempre mantuvo el mismo argumento a lo largo de todo el procedimiento: «Isaac quería morir, pero no de esa forma». En sus declaraciones, la hija de la víctima también sostuvo que su padre todavía no estaba en estado terminal y que le había prometido que, en caso de que fuera a proceder a quitarse la vida, sería la primera en saberlo. Según alegó la acusación particular, fue por motivos económicos dado que él planeaba separarse y la mujer no tenía ningún tipo de ingresos propios.

Los investigadores del caso señalaron desde el primer momento a la ahora condenada como única sospechosa. En palabras de la inspectora: «Todas las pistas nos llevaban a Beatriu». Le colocaron un dispositivo de rastreo en su coche. «Fue ella la que nos guio hasta el cadáver». Al seguir los pasos de la acusada llegaron hasta una parcela en Godelleta propiedad de Beatriu. En la intervención policial también descubrieron que la investigada poseía el teléfono de la víctima y todo indicaba a que había sido ella la que había mandado los mensajes de despedida en su nombre.

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La condenada nunca negó que fue ella la que había acabado con la vida de Isaac. Beatriu declaró ante el Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Valencia: «Pues hice algo que no tenía que haber hecho», refiriéndose a la asfixia con el cordón. La mujer siempre defendió que Isaac quería la eutanasia por el estado en el que se encontraba. Una enfermedad degenerativa que cada vez mermaba más sus fuerzas. Como no se la concedían, la condenada aseguró que sólo cumplía con la voluntad de su marido. Falso.

«Yo no quería que muriese así, lo juro. No tenía que haber muerto así. Cogí un cordón y lo ahogué, para terminar pronto. Me acuerdo que del coche se me cayó, por eso serán las contusiones. Jamás le toqué y le pegué. Es normal que entre parejas haya discusiones. Claro que le chillaba, él a mí también. Cuando lo saqué del coche se me cayó porque yo sola no puedo con él», añadió.

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Trató de justificar el asesinato que tenía un claro móvil económico como si se hubiera tratado de un «acto compasivo». La asesina contó con todo lujo de detalles cómo había terminado con la vida de Isaac. «Él quería que fuera lo más rápido posible, entonces dejé que muriera con la medicación. Luego estuvimos horas y él no moría, seguía viendo cómo se le movía el pecho. Se hizo de noche y él no fallecía. Con la bombona de butano, la pusimos dentro del coche y lo cerramos. Esperamos a ver si eso hacía efecto pero tampoco. Por eso luego hice lo que hice», aseguró.

Beatriu intentó convencer al Tribunal, en vano, de que el crimen había sido un plan previamente pactado por la pareja. Incluso hizo a su hijo cómplice del crimen y lo engañó para que lo acompañara para asfixiar a Isaac con el gas butano en el coche. También dijo que fue su marido el que le dio la idea de marcharse tras terminar con su vida y de que se hiciera pasar por él mandando mensajes desde su móvil. Otra vez falso.

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El relato que confeccionó y que se aprendió no fue creíble para ninguno de los tribunales que han evaluado el caso. Ahora, después de la ratificación de la última sentencia por el Tribunal Supremo, la condenada tendrá que cumplir una pena de prisión permanente revisable.

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