
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De volar en parapente a 'volar' en una camilla suspendida a 20 metros de altura de un helicóptero. Sucedió el viernes y es un ejemplo de la complejidad y movilización de recursos que requieren aquellos accidentes deportivos que se producen en zonas de difícil acceso de la Comunitat durante los fines de semana, habitualmente en montañas, simas, desfiladeros o senderos. Y con la llegada de la primavera, estas emergencias aumentan.
El accidente tuvo lugar en un punto muy rocoso y escarpado del Cerro Castellar. Una vez se tuvo noticia del siniestro el 112 activó a los servicios sanitarios, con un equipo del SAMU, bomberos del Consorcio Provincial de Bomberos y el Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) de este cuerpo. También se movilizaron brigadas y bomberos forestales de la Generalitat, policías locales, Guardia Civil... En suma, casi una treintena de personas pendientes de la víctima.
Fue sobre las 12.30 horas cuando el propio accidentado telefoneó para pedir ayuda y comunicó su ubicación. De haber quedado inconsciente todo hubiera sido mucho más costoso y tardío, pero en esta ocasión se pudo actuar con rapidez. Y aún así, no fue fácil. Costó aproximadamente dos horas llegar al lugar, prestar a la víctima los primeros auxilios, posar el helicóptero en una zona adecuada para el rescate de los equipos de salvamento, estabilizar al herido, inmovilizarlo en una camilla, y finalmente, izarlo para su traslado en la aeronave.
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De todo ello fue testigo José Mateo, un enfermero del SAMU con casi tres décadas de experiencia. «Los fines de semana, tanto en Camp de Turia como en puntos de la Serranía son muy frecuentes los accidentes de tipo deportivo o de afición. Motoristas, ciclistas, montañeros, senderistas...».
En el caso del parapentista, los efectivos avanzaron entre matorrales y bloques de rocas para acceder a la víctima. Primero los sanitarios le colocaron un gotero para suministrarle los primeros fármacos y calmar su dolor. Presentaba una fractura de fémur y vértebras astilladas.
En estas condiciones, se hace imposible la evacuación por tierra, por lo que sólo cabe una solución: inmovilizar a la víctima para izarla con helicóptero. «Es literalmente, como empaquetar a una persona, crear una especie de sarcófago, fijarla muy bien para que no se mueva y elevarla con un sistema de cuerdas muy seguro», detalla el sanitario.
José Mateo
Enfermero del SAMU
En ese momento los pacientes lo pasan muy mal. Se suma el dolor y la tensión por el accidente al vértigo e inseguridad de tener que acabar suspendido en el aire. «Se trata de equilibrar riesgo y beneficio», detalla el sanitario«. En una ocasión, »una alpinista accidentada en Chulilla me confesó que el momento había sido terrible. Que casi lo pasó peor al ser izada en el rescate que en el momento del percance«.
Los pacientes no van solos en esos instantes de suspensión en el aire. Un miembro de los rescatadores de bomberos le acompañan junto a la camilla en el extremo del cordaje que la une con el helicóptero. A pesar de que la seguridad es máxima, siempre se producen momentos difíciles, con corrientes o balanceos bruscos. Pero jamás ha habido en la Comunitat una caída aérea en pleno rescate. Es una maniobra muy medida y estudiada, con constantes entrenamientos de quienes la llevan a cabo y supervisión de los materiales empleados. El parapentista puede contarlo. Tras el susto ha acabado en el Hospital La Fe, donde se recupera de las lesiones.
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