Romina, de 35 años, junto a la silla en la que aguarda a clientes cerca de donde ejercía Florina. DAMIÁN TORRES
Sucesos
«Temo acabar como Florina, pero no tengo otra opción»
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En la Pista de Silla, en Velluters, en polígonos junto a la A-3... El problema persiste en las calles y carreteras. Romina y Paula confiesan su miedo cerca de donde mataron a la joven arrojada a una acequia de Silla
Una silla vieja, una bolsa, unas botellas de agua... y una mujer. Son las 10.30 horas y Romina (pseudónimo) ya se ofrece a clientes muy cerca de donde la joven Florina ejercía la prostitución hasta hace menos de un mes. Antes de ser asesinada y arrojada a una acequia de Silla.
Romina lleva ya dos décadas en España. Tiene hijas a las que mantiene a distancia en Rumanía y que actualmente viven con su abuela. Y como muchas otras, oculta su actividad a sus parientes. Por eso suplica anonimato. «Les miento. Es mejor que no lo sepan. Digo que soy camarera». Ese fue su último empleo en Valencia, hace ya cinco años, el tiempo que lleva abocada a la prostitución junto a la Pista de Silla.
¿Miedo tras el crimen? «Imagínate... Mucho. Claro que sí. Temo acabar como Florina. Si lo suyo pasó a 500 metros de aquí. Pero no me queda otra opción para subsistir y ayudar a mi familia. Tenemos que sobrevivir», desgrana. De niña no se imaginaba una vida así con 35 años, «pero ahora hay que tirar adelante como sea».
A pesar de que reiteradas investigaciones policiales han desvelado la sumisión a las mafias de estas mujeres, ella insiste: «Yo estoy sola en esto. Por que quiero. No tengo ninguna presión y, de momento, ningún hombre me ha hecho daño. Pero nunca se sabe...». Romina confía en sus clientes conocidos y asegura que ya no acepta nuevos, «por si acaso, y menos ahora, después de lo que le ha pasado a Florina».
Asegura que hoy son más de una decena las mujeres que ejercen en la misma zona en la que la joven de 19 años fue víctima de un crimen. Otra de ellas es Paula (pseudónimo), también rumana y de 35 años. Ella también lidia con el miedo junto a una explanada de polígono. Llegó a España en 2005 y cuatro años después entró en el oscuro mundo de la prostitución por voluntad propia. Al menos, eso dice. Conversamos con ella a un kilómetro de la acequia donde el sábado apareció el cuerpo de Florina.
«Siento mucho dolor, no te engaño. Esto me podría pasar a mí cualquier día...». Lo dice por experiencia, mientras señala en su mano izquierda la cicatriz por el filo de una navaja. «Fue un marroquí. Llegó como un cliente y me robó el bolso. Me resistí y me hizo esto». Otras veces ha tenido que soportar «insultos muy duros». A otra chica «le pegaron y le robaron aquí, hace un mes».
De nuevo la necesidad, insiste Paula, es lo que le lleva cada mañana a sentarse en una destartalada silla de despacho con un móvil y cascos. La música como leve bálsamo ante la vida que no desea. «Trabajé cuidando a mayores, pero se acabó el trabajo. Hace doce años empecé con esto. Yo no tengo chulo. Lo hago porque así puedo vivir y mantengo a mi hermana y a mi madre. Les envío dinero. Si alguien me diera un trabajo normal, lo dejaría».
Su familia en Rumanía, asegura, conoce su triste destino. «Saben lo que hago y dicen que no está bien. Yo les digo que no hay problema. Que Dios y la policía me protegen».
Asociaciones como Caritas, Villa Teresitas y otras auxilian a las mujeres de la Pista de Silla. Las consideran víctimas de la prostitución y les brindan apoyo. Hasta donde pueden. Según la colaboradora de una de estas entidades, «ante la pregunta de si ejercen libremente, ellas dicen que sí, casi siempre». Pero piensan que no es cierto, «pues las operaciones policiales demuestran que están amenazadas por mafias. Ellas y sus familias. Obligadas a responder ante las pesadas deudas que les imponen».
También carga contra los clientes. Según reitera, ellas «vienen a España porque aquí uno de cada cuatro hombres consume prosititución. Al haber mucha demanda hay muchas chicas y las redes lo saben. Esto acabaría de una manera radical y ellas buscarían otras salidas si no hubiera hombres que comprasen mujeres para tener sexo».
Mientras, la Guardia Civil sigue las investigaciones en busca del asesino de Florina. Al cierre de esta edición, no había arrestos. El Ayuntamiento de Albal condenará hoy el crimen con una pequeña concentración. Según Europa Press, el alcalde, Ramón Marí, ha mandado la convocatoria al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y a alcaldes de los pueblos próximos.
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