«Mi cuñado no llevaba armas, sacaron la pistola y lo tirotearon a él y a su hijo»

La familia del Antonio G. está destrozada. «Ha sido un golpe muy duro, así sin comerlo ni beberlo», aseguraba ayer P. C, el cuñado de una de las víctimas del doble crimen en el camposanto de Torrent. El joven de 20 años, su hijo, que resultó herido, se recupera favorablemente y posiblemente le den el alta en un par de días, como afirmó, pero el dolor por la pérdida de Antonio no tiene consuelo.

No quieren que se les tilde de 'clan' y niegan que su muerte se haya debido a un ajuste de cuentas. «Son una familia querida no solo en el barrio del Xenilletsino en la ciudad de Torrent, puedes preguntar a quién quieras», señaló y es que el vínculo familiar que les une a los Canuto no es directo.

Antonio era «muy trabajador», pastor de profesión, y no tenía nada que ver con lo ocurrido en 2016, solo que era primo segundo de uno de ellos. Por ello, la misma fuente apuntó que «ha sido un asesinato», no tiene dudas. El hombre acudió con su hijo de 20 años, sus dos hijas, de 9 y 11, su mujer y su padre, a llevar flores a la tumba de su madre que falleció hace cuatro años.

Allí, en la misma calle, como relató, se encontró con cuatro hombres, un padre y sus tres hijos de los 'Bocanegra'. Al parecer todo empezó con un «cruce de miradas» y después se pasó a los insultos, «no se trataba de ninguna venganza». Uno de ellos intentó darle un garrotazo al padre y Antonio salió en su defensa, protegiendo a sus dos hijas. «Es lo que hace cualquier padre», justifica la fuente, «sacaron una pistola y le dieron dos tiros a él, uno a su hijo y dispararon otra bala perdida». Así fueron los hechos ocurridos en el cementerio de Torrent el día de Todos los Santos según explicó la familia.

Entre ellos descartan la premeditación por parte del clan contrario, «no fueron a buscarlo, se encontraron por casualidad» pero si que comentaron con rabia que «los delincuentes son ellos porque mi cuñado no llevaba armas, no son personas de esa calaña». A pesar del dolor, la familia dice no «querer venganza», solo dar sepultura a Antonio para poder despedirlo como toca.

No obstante la premeditación es una cuestión que investiga la policía, que intenta esclarecer porqué llevaban una pistola encima para acudir al cementerio, así como la herida sangrante de uno de los agresores que salieron huyendo.

Ayer continuaba la búsqueda por el doble homicidio en el barrio del Xenillet y en los accesos a la ciudad. Los agentes contactaron con familiares de los cuatro huidos, el padre y los tres hijos, con el fin de convencerlos para que se entreguen porque, según las investigaciones, solo uno de ellos fue quien apretó el gatillo del arma corta utilizada para el crimen. De este modo, podría esclarecerse la implicación en los hechos de cada uno de ellos.

La segunda víctima de este suceso es la más sangrante, José Luis P., solo estaba allí por casualidad, justo en el momento en el que ocurrieron los hechos. El hombre de 79 años fue a llevarle flores a la tumba de su mujer por el día de los difuntos. Una bala perdida, según las investigaciones, acabó con su vida.

El anciano vivía justo al lado del barrio del Xenillet, era muy conocido en la zona y además, es hermano del suegro de un Policía Local de Torrent que en el momento del crimen estaba patrullando. Estaba jubilado y tenía una hija, un hijo y dos nietas. Además, llevaba 38 años en la falla Santa Lucía de la ciudad, donde lo conocían muy bien, y aunque se borró el año pasado, pasó las últimas fallas allí. «No hay derecho», comentaban ayer, recordando que era «muy buena persona» y «colaboraba en todo». La familia está «destrozada».

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