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El trastero okupado de Campanar. Damián Torres

Un trastero okupa desata las protestas entre los vecinos de Campanar

Los robos aumentan en el barrio desde hace ocho días cuando se instalaron unos residentes ilegales

Viernes, 12 de julio 2024, 01:32

Otro punto negro en el barrio de Campanar, que ya lleva más de una década asediado por los okupas. Nuevos residentes ilegales se han instalado ... hace poco más de una semana en la calle Mosent Rausell. Los vecinos ya no pueden pasear tranquilos por el barrio. El trastero en el que viven los okupas está cerrado con candado. Por la calle no hay ni un alma. Los habitantes tratan de evitar a toda coste el cruce, situado a pocos metros de la finca escenario del trágico incendio de febrero.

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Pep Benlloch, el presidente de la asociación de vecinos de Campanar, lamenta que en cuestión de ocho días la inseguridad se ha apoderado del barrio. Desde que llegaron los nuevos ocupantes, se han producido numerosos altercados. Abundan los tirones para robar los bolsos. Además, sin ningún tipo de miramiento, a una persona le arrancaron la cadena que llevaba colgada del cuello. Incluso en una ocasión a otro residente le abrieron el coche mientras estaba comprando en el supermercado y le robaron el móvil y las pertenencias que guardaba en el vehículo.

En el poco tiempo que llevan en la zona ya han protagonizado al menos seis altercados, como comenta Pep Benlloch. «El otro día una de las víctimas salió corriendo detrás de uno de los ladrones pero no consiguió alcanzarlo. Son muy jóvenes, tienen cerca de 20 años», cuenta el presidente de la asociación de vecinos de Campanar. Los residentes describen a estos delincuentes como «personas muy agresivas». Aunque a sus víctimas no los hayan amenazado con armas, entre ellos sí que tienen peleas de gran calibre. Benlloch asegura que hace cuestión de pocos días, la puerta del trastero que okupan estaba manchada de sangre.

No faltan las discusiones y los robos con los otros residentes ilegales que llevan más de una década asentados en la calle Jesús Ribera Faig, montando grandes revuelos que escandalizan a los habitantes de la zona. Los vecinos de Campanar han decidido tomar cartas en el asunto y han avisado a la Policía Local y a la Policía Nacional sobre la situación de inseguridad que están viviendo.

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Según han informado a los residentes, este grupo formado por cuatro personas proviene de otra ciudad y recientemente ha llegado a Valencia. «Llama la atención lo violentos que son. Van a comenzar a tomarse medidas. Hay que poner en comisaría denuncias de cualquier incidencia que podamos tener», han expresado en un comunicado la asociación de vecinos de Campanar. Además, han pedido a todos los habitantes que extremen las medidas de seguridad para evitar los robos.

Uno de los vecinos confiesa: «Vivimos con miedo. Se están cargando el barrio». Ni siquiera puede salir a la terraza de su vivienda porque vive muy cerca de la zona okupada que desprende un intenso aroma a heces. «Ni siquiera abrimos las ventanas. La zona está llena de ratas y no queremos que nos entren en casa». El hombre prefiere no desvelar su nombre por miedo a que estos delincuentes tomen represalias contra él. Asegura que además de los robos que protagonizan en la calle a plena luz del día también intentaron okupar una vivienda de la calle paralela, sin éxito.

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El problema de la delincuencia se ha enquistado en el barrio de Campanar. Otro de los residentes confiesa: «Estamos al lado de los okupas y pagamos 1.000 euros de alquiler. Te lo ponen caro porque es una zona céntrica pero ahora se ha plagado de okupas». Precios de oro a pesar de tener que lidiar con una situación de total inseguridad.

En la calle contigua a la que se han asentado los nuevos delincuentes, en Jesús Ribera Faig, hay residentes ilegales ocupando adosados. Se han apoderado de toda la plaza. Constantemente, los operarios de limpieza acuden para deshacerse de la suciedad. No sirve de nada. Acudas a la hora que acudas, la calle vuelve a estar repleta de envases vacíos y de un fuerte olor putrefacto. Justo enfrente de estas viviendas están construyendo una nueva finca. «Se vende muy cara a pesar de estar aquí», aseguran los trabajadores, sorprendidos por la zona en la que se han interesado las inmobiliarias.

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